Según el último balance de la agencia AFP, en África se registraron más de 12.800 casos y cerca de 700 muertes, en 52 de los 54 países del continente. Solo el archipiélago de las Comoras y el pequeño reino de Lesoto se han librado, por el momento, de la epidemia.
El país más afectado es Sudáfrica, con más de 2.000 casos y 24 muertos, muchos menos que los más de 871.000 contagios y 71.000 decesos confirmados en Europa. Pero la tendencia está al alza, advierten los expertos.
"En los últimos cuatro días las cifras se duplicaron", anunció el jueves Michel Yao, responsable de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para las situaciones de emergencia en África. "El virus se expande más allá de las grandes ciudades. Eso significa que se ha abierto un nuevo frente", declaró asimismo la jefa de la OMS para el continente, Matshidiso Moeti.
¿Reflejan las cifras la realidad? Esa es la gran incógnita, debido a que en el continente hay una enorme escasez de tests de detección. Sudáfrica, que cuenta con el sistema sanitario más desarrollado del África subsahariana, afirma que realizó 73.000 exámenes, entre una población de 57 millones de habitantes. Su Gobierno asegura que quiere realizar 30.000 al día. En cambio, Nigeria —que tiene 190 millones de habitantes— solo ha realizado 5.000 exámenes hasta la fecha. "El sistema de diagnóstico está totalmente saturado", afirma un médico de una clínica privada de Lagos, que reconoce que "ni siquiera" están seguros de que "los resultados sean fiables".
A falta de tests, muchos países se limitan a ofrecer estimaciones. Kenia preveía a finales de marzo que para el 3 de abril habría 10.000 casos positivos en el país, pero hasta el momento solo confirmó 189. Aun así, apunta John Nkengasong, jefe del Centro Africano de Control y Prevención de Enfermedades, si se hubiera disparado el número de casos, los hospitales "estarían invadidos de enfermos", algo que hasta el momento no ha pasado.