A casi cuatro meses después de las elecciones en España, por fin Pedro Sánchez volvió a ser investido oficialmente como presidente del gobierno después de meses de incertidumbre política. Esto por un resultado ambivalente en los pasados comicios, que significaron el fracaso de su máximo contrincante, Alberto Núñez Feijóo, del PP, pero que tampoco le dieron los escaños suficientes a su coalición de izquierda para que pudiera estar tan claro en el poder.
Desde 2018, Sánchez llegó al poder como la cara joven de una izquierda española que aspiraba a conseguir una serie de transformaciones de cara al futuro. Cuando se hizo con el cargo, tuvo que hacer una serie de coaliciones para permitirse ser mandatario, por lo cual se calificó como un “gobierno Frankenstein”, debido a la gran cantidad de movimientos políticos que terminaron estando junto al mandatario cuando subió al poder.
Pero el estilo de Frankenstein terminó siendo parte de su carrera política, ya que cuando ya se creía que Sánchez había perdido toda la posibilidad de ser gobierno, nuevamente vio la luz y seguirá nuevamente al mando del país por otros cuatro años, si todo le sale bien. Y es que el escenario para el líder de izquierda era el más desfavorable de todos, su partido, el PSOE, venía de ser arrasado por el PP en las elecciones autonómicas y todas las encuestas lo ponían como perdedor.
El hecho es que en julio, Sánchez perdió la elección, pero si algo ha hecho durante su carrera política es de alguna manera transformar las derrotas en victorias. El PP ganó las elecciones y se proclamó ganador, aunque nadie le hizo mucho caso, porque durante los meses venideros, Feijóo y la derecha española intentaron quedarse con el poder, pero el mismo parlamento rechazó la postulación, abriendo el camino para que el líder de izquierda quedara en el cargo.
Luego, el rey Felipe VI le dio su aval para que formara un gobierno en su nombre, como es el debido formalismo. Con este panorama, ya tenía la obligación de conseguir los votos para quedarse en el poder, pero para esto, tuvo que tranzar con los independentistas catalanes para que con sus cinco escaños, dieran su aval para que Sánchez siguiera en el puesto. Pero la fórmula de perdonar a los que intentaron independizar a Cataluña en 2017 provocó la ira de la oposición.
Con dicho acuerdo, los independentistas quedarán perdonados de los cargos que se les formularon en su día, incluyendo al líder visible de dicha revolución, Carles Puigdemont, que si bien su caso tendrá que ser evaluado y demorará hasta más de un año, en algún momento podrá volver a España. Para justificar el acuerdo, Sánchez manifiesta que “Hemos antepuesto el reencuentro a la venganza. En definitiva, la unidad a la fractura”, según dijo en su discurso de investidura.
“Garantizaremos la unidad de España por la vía del diálogo y del perdón”, aseguró ante los diputados el líder socialista, quien también manifestó su urgencia de llegar a un acuerdo con los independistas. “Las circunstancias son las que son y toca hacer de la necesidad virtud”, declaró. Y con respecto a las críticas de parte del PP, manifestó que ellos en el pasado habían indultado a miembros del movimiento terrorista procatalán Terra Lliure con tal de formar gobierno.
Por ahora, Pedro Sánchez seguirá a cargo de España después de que todos los astros se alinearan en su contra e incluso el clamor popular parecía pedir un cambio urgente. Con esto, el líder de izquierda ha demostrado una vez más su cuestionada adaptabilidad a distintas situaciones para salir a flote sin importar lo que se le cruce.