Las fuerzas ucranianas retomaron en septiembre miles de kilómetros de la región de Járkov, en el noreste del país, pero en la ciudad de Kupiansk, dividida en dos por el río Oskil, las tropas rusas resisten.
En la ribera oeste, de nuevo bajo control del ejército ucraniano, aún pueden verse carteles de propaganda pegados por el partido de Vladimir Putin, Rusia Unida, en los escaparates ahora destrozados de las tiendas. Los disparos de artillería se siguen escuchando de fondo, según periodistas de AFP en la zona.
La región de Járkov, fronteriza con Rusia, fue parcialmente ocupada por Moscú al principio de la invasión lanzada el 24 de febrero, pero los ucranianos repelieron el avance ruso con una contraofensiva a principios de septiembre.
En Kupiansk, centro ferroviario, las tropas de Kiev aún combaten mientras los rusos se han atrincherado en la otra orilla, donde tiene lugar el grueso de los enfrentamientos. El lunes, un grupo de civiles trataba de huir de la ciudad, entre bombardeos y cortes de agua y electricidad que duran una semana, según los residentes locales.
“Es imposible quedarnos donde vivíamos. Había disparos, no ya todos los días, sino a todas horas”, afirma Liudmila, de 56 años, que desafió los combates para atravesar el río desde la ribera oriental y pasar a la seguridad relativa de la occidental. “Allí es muy duro”, resume. “No hay luz, no hay electricidad, desde hace una semana. Ni agua”, declara Ruslan, expolicía de 49 años.
La mayor parte de los disparos audibles el lunes provenían de tanques y de la artillería ucraniana, aunque en un momento en que una unidad de soldados de Kiev se aproximaba a un puente pintado con los colores rojo, blanco y azul de Rusia, se produjo un violento intercambio de cohetes y proyectiles.
Los soldados ucranianos se pusieron a cubierto bajo un edificio de ladrillo en ruinas mientras una columna de humo se elevaba hacia el cielo a lo lejos. Más cerca, un cartel rezaba: “Estamos con Rusia. Una nación”.
Puentes destruidos
Expertos militares calculan que la liberación de Kupiansk, que contaba con unos 58.000 habitantes antes de la guerra, dificultaría el reaprovisionamiento de las fuerzas rusas desplegadas más al sur para proteger sus avances en el Donbás, cuenca industrial del este del país cuyo control ha sido fijado por Vladimir Putin como uno de los objetivos prioritarios en la ofensiva.
Kupiansk es también un punto de paso de carretera por el río Oskil y varios puentes han sido destruidos por los combates. Un médico ucraniano montado en quatriciclo -según él, el mejor vehículo para sortear puentes rotos y retorcidos- dijo a AFP que había traído a un civil herido del otro lado, el tercero en dos días.
Mientras las familias se apretaban al borde de la carretera en la ribera oeste de la ciudad esperando un medio de transporte, un tanque ucraniano situado en una pequeña colina lanzaba obuses por encima de sus casas apuntando a los rusas en el este de la localidad.
“Los ucranianos se acercan, pero aún hay tropas rusas en ciertas partes de la ciudad”, confirmó Olena Gluchko, de 33 años. “Es aterrador. Horrible”.
Pese a ello, las tropas ucranianas ya se encuentran de forma omnipresente en Kupiansk, desplazándose a toda velocidad en vehículos civiles reconvertidos o caminando en línea con bolsas con suministros. Cuando Olena los vio por primera vez tras seis meses de ocupación rusa, recuerda, se vio invadida por la emoción. “Tenía ganas de llorar y reír al mismo tiempo”, asegura.
*Con información de AFP.
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