El cuerpo de Marcelo Pecci, el fiscal paraguayo antidrogas asesinado por sicarios en Colombia el pasado martes, arribó antes del amanecer del sábado 14 de mayo a Asunción, trasladado en vuelo comercial desde Cartagena de Indias
El féretro fue recibido por autoridades nacionales en el espigón presidencial del aeropuerto internacional Silvio Pettirossi, de la capital paraguaya a las 5:10 de la mañana (hora Paraguay) y luego trasladado al salón velatorio perteneciente a una empresa fúnebre local.
Pecci era un fiscal especializado contra el crimen organizado, narcotráfico, lavado de dinero y financiamiento del terrorismo.
Su esposa, Claudia Aguilera, una periodista de televisión y testigo del crimen en una playa de la isla Barú, en el Caribe colombiano y cerca de Cartagena, había regresado el jueves a la capital paraguaya.
La pareja disfrutaba de su luna de miel, se casaron el 30 de abril, cuando se produjo el ataque que acabó con el asesinato del fiscal en plena playa frente al mar. La mujer dijo que esperaban un hijo.
En forma simbólica, los restos de Pecci, que serán sepultados el domingo, debían ser trasladados para ser velados en la Fiscalía, en el tradicional Colegio San José donde realizó sus estudios y en la sede del club de fútbol Guaraní, de la Primera División paraguaya, en el cual se desempeñó como dirigente.
El viernes, sus compañeros del Ministerio Público, excolegas y amigos organizaron una marcha de repudio por calles céntricas para reclamar justicia y castigo a los autores intelectuales y materiales del sonado crimen.
Las autoridades ofrecen una recompensa equivalente a unos 488.000 dólares por información que permita la captura de los asesinos.
El comisario de investigaciones, Nimio Cardozo, quien volvió de Colombia donde participó de las pesquisas, informó que Pecci recibió un impacto de bala en el rostro y dos en el tronco, los que determinaron su deceso en forma casi instantánea.
“Estaba juntando sus pertenencias con su esposa cuando fue emboscado” por los sicarios, detalló.
Pecci, muy frecuentado por los medios sobre sus causas relacionadas con el narcotráfico y lavado de dinero, trabajaba en la colección de evidencias contra procesados de nacionalidad colombiana, libanesa y brasileña, entre otros.
Los datos desconocidos de un impactante crimen de la mafia
Según las investigaciones que adelantan de forma conjunta, sería justo en Estados Unidos donde se habría fraguado el homicidio. Los investigadores han recogido versiones que apuntan a que, tal como actuaron los grandes carteles en el pasado, habrían hecho una vaca millonaria entre capos del narcotráfico para sacar del camino a este enemigo en común.
En efecto, ya están rastreando movimientos financieros y de personas con grandes sumas de dinero en dólares, que se habían movido por estos países y supuestamente tendrían relación con la mafia. Es claro para los investigadores que, aun cuando el homicidio fue en Cartagena, se trata de un hecho con alcances transnacionales. Por eso, las agencias estadounidenses, como el FBI y la DEA, desde el primer momento trabajan con las autoridades de Colombia y Paraguay para desenredar la madeja.
Tan pronto se conoció el asesinato, los reflectores apuntaron hacia las cárceles estadounidenses, pues Pecci, con sus investigaciones, había sido el encargado de mandar en extradición a varios capos, que no estaban dispuestos a dejar esa deuda sin saldar.
No se trató de la simple transacción con asesinos a sueldo. En realidad, fue una operación de alta cirugía criminal, planeada durante semanas. Buscaron el momento adecuado para propinarle los tres impactos con pistola 9 milímetros, que dejaron tendido y sin vida al fiscal antimafia al lado de su esposa, la periodista Claudia Aguilera, con quien se había casado hace unos días. Su destino de luna de miel resultó trágico.
A Pecci le seguían cada uno de sus pasos desde Paraguay. Sabían todo de él. Incluso, en las pesquisas ya se habla de personas que estaban pendientes del itinerario del viaje de la pareja, que tomó un vuelo desde su país, con escala en Panamá, en donde, probablemente, abordaron el mismo avión con quienes observaron cada uno de sus movimientos.
Desde hace un mes, Pecci se distanció de su trabajo para dedicarse de lleno a su boda, a su pareja, a la luna miel y a cumplir con el plan de ser papá, de lo que efectivamente se había enterado unas horas antes de que lo mataran. Él, acostumbrado a mantener la reserva, no dio información de lo que iba a hacer en las siguientes semanas. Así lo reconoció su jefa, la fiscal Sandra Quiñones, quien dijo que desconocían su paradero. Por el contrario, su pareja, por medio de las redes sociales, iba dejando pistas de cada uno de sus pasos: el matrimonio, el viaje, la playa y la isla de Barú.
Cabe destacar que el fiscal antimafia Pecci había sido protagonista de la más grande operación contra el tráfico de drogas en Paraguay. Se trata de A Ultranza Py, ejecutada entre febrero y marzo de este año, que logró la captura de Miguel Insfrán, alias Tío Rico, y su hermano José Insfrán, pastor de una iglesia, quien lideraba uno de los clanes más fuertes del narcotráfico.
En esta operación actuaron el Ministerio Público, la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad), en coordinación con la DEA, la Europol y la Dirección General de Represión al Tráfico Ilícito de Drogas de la Policía uruguaya. Se logró la captura de al menos 25 personas, así como 12 allanamientos, en los que se decomisaron inmuebles, 20 vehículos, nueve avionetas, embarcaciones y otros bienes de los narcos. La cuenta alcanza pérdidas hasta por 250 millones de dólares para los criminales.
Tampoco se descarta una versión que concuerda con la criminalidad en la Triple Frontera entre Paraguay, Brasil y Argentina, en la que estarían actuando de forma conjunta Hizbulá, el Primer Comando Capital, de Brasil, cartel con sede alterna en Paraguay, y narcos de esta nación.
*Con información de AFP.