La emblemática Plaza de Mayo de Buenos Aires se colmó este viernes de manifestantes para repudiar el atentado contra la vicepresidenta Cristina Kirchner, quien resultó indemne, al considerarlo un hecho límite en la vida democrática argentina. Decenas de columnas de sindicatos y organizaciones políticas marcharon por el centro de Buenos Aires y otras ciudades, pero también trabajadores de clase media sin filiación, profesionales y estudiantes se sumaron a la convocatoria del Gobierno que declaró un feriado nacional para facilitar la participación. Entre los cientos de banderas argentinas y de agrupaciones sociales y sindicales, abundaron los carteles con la leyenda “Basta de odio”.

“Esta movilización demuestra que estamos en desacuerdo con lo que está ocurriendo, que tienen que parar con el odio y los ataques”, dijo Mónica Sucoti, una psicopedagoga y docente de 71 años aferrada a una bandera argentina. “Nosotros que hemos vivido los golpes de Estado en Argentina no podemos tolerarlo. Es un acto en contra de la democracia, es eso lo que está en peligro por el odio contra los que pensamos diferente”, añadió.

Justamente sobre ese odio escribió Jorge Lanata, uno de los columnistas más reconocidos de Argentina. “Repudio el atentado. Y la rapidez del Gobierno por hallar un culpable comparable con la inutilidad para cuidar a Cristina. Hay río revuelto y el Gobierno mezcla todo. Este es un momento de consignas vacías e interpretaciones forzadas. Ahora mismo el lector está esperando que yo diga que repudio el atentado. Repudio el atentado. Esas son las palabras que me permiten seguir hablando. Una vez repudiado el hecho, ¿podemos analizarlo? Ver cómo se llegó hasta él y, en todo caso, qué consecuencias desencadenó hasta ahora? Está detenido un culpable material y tanto el Gobierno como su prensa adicta señalan que el responsable actuó como parte de un ‘clima de época’ generado por la oposición”.

Decenas de miles de personas se manifestaron este viernes en Buenos Aires y las principales ciudades de Argentina | Foto: AFP or licensors

Kirchner, líder de la corriente de centroizquierda del peronismo y dos veces presidenta entre 2007 y 2015, fue atacada la noche del jueves por un hombre con un arma de fuego que no se disparó, en medio de una creciente polarización luego de un pedido de la Fiscalía para que sea condenada a 12 años de cárcel e inhabilitada políticamente en un juicio por presunta corrupción.

“La historia del mundo muestra que frente a magnicidios concretos o frustrados, no hay una respuesta unívoca; muchos fueron parte de complots internos y otros, provocados simplemente por un ‘loco suelto’. Pero en la Argentina la capacidad del Gobierno para hallar culpables fue instantánea, comparable a su inutilidad para proteger a la vicepresidente. Hace unos días, Aníbal Fernandez asignó veinte efectivos de la Policia Federal para reforzar la custodia, con lo cual Cristina cuenta con ciento veinte efectivos afectados a su seguridad personal. Cristina fue protegida por la casualidad: ninguno de los efectivos pudo hacerlo”, agregó el columnista.

“Cristina, por cierto, es claramente una víctima de lo que sucedió. Pero ser víctima ¿le otorga superioridad moral? ¿La vuelve de inmediato inocente de otros cargos? La reacción oficial parece verlo así: la calificación del presidente del atentado más importante desde la vuelta a la democracia. Desconoció, así, los tres atentados que sufrió Alfonsín en 1986, 1989 -ambos con explosivos- y en 1991, con balazos. O la muerte -según sus padres, el asesinato- de Carlos Menem Junior en 1995. Es importante advertir, cuando se habla de la democracia, que la democracia somos todos. Ninguna persona la encarna per se”, se preguntó el columnista, al dar cuenta de los procesos vigentes de la vicepresidenta argentina.

Kirchner, de 69 años de edad, tan amada por sus seguidores dentro del peronismo como detestada por sectores opositores, sigue teniendo gran influencia y poder en Argentina, siete años después de haber dejado la Presidencia y uno antes de las elecciones de 2023, sobre las que aún no ha mostrado sus intenciones. En Twitter, los términos “#NoLesCreoNada”, “#OperetaK” y “#CFKSeVictimiza” fueron tendencia este viernes.

Fernández salió sin hacer declaraciones y saludando a periodistas y simpatizantes en el barrio bonaerense de Recoleta. Poco antes, había recibido la visita del presidente, Alberto Fernández, con quien se reunió durante 45 minutos. | Foto: AFP or licensors

“También es una paradoja que el kirchnerismo -que defendió y defiende la violencia política de los setenta -se golpee santurronamente el pecho frente a lo que supone violencia política en la actualidad. Es cierto que la violencia verbal o simbólica abre la puerta a la violencia real; pero eso nos pone frente a una discusión que duraría una eternidad: ¿cómo comenzó? ¿Quién tiró la primera piedra? ¿Quién respondió? El viernes por la mañana Página/12 ampliaba la consigna: ‘El odio trepó hasta un intento de magnicidio’, escribió en la nota de tapa Raúl Kollmann. En la contratapa, Mempo Giardinelli, en una columna titulada con una curiosa sintaxis (’Y ustedes ¿cuánto más, excompañeros periodistas?’) acusó a Leuco, Majul, Rossi y a mí mismo expresando su ‘más profundo y sincero desprecio por vuestro miserable comportamiento periodístico’. ‘Mi Patria está en emergencia, feroz por culpa de ustedes’, escribió”, añadió el columnista.

Kirchner no se dio cuenta del ataque en el momento en que ocurría, según su abogado Gregorio Dalbón, quien consideró que falló el esquema de seguridad. “Aún no se sabe si fue una persona solitaria o si tiene que ver con algo más”, añadió. Hasta ahora, la vicepresidenta de Argentina no ha hecho ninguna declaración.