Rudolph Kos era cura de la diócesis católica de Dallas, abusó de niños entre 1980 y 1992.
La justicia obligó a la institución religiosa, que lo había amparado, a dar en beneficio 120 millones de dólares a las víctimas. En 1998, Kos fue declarado culpable de tres cargos de agresión sexual agravada y condenado a cadena perpetua.
Según una nota de Infobae, la historia inicia en una tarde de viernes, en mayo de 1997, donde Brooks Egerton, periodista de The Dallas Morning News, recibió una llamada telefónica inesperada en la redacción de su periódico.
Al contestar una persona se presentó como Rudolph Kos, un sacerdote acusado de abusar de niños monaguillos, al que Egerton conocía aunque no personalmente.
“Bueno, hablemos”, le dijo el cura.
´´Egerton tenía los datos básicos en la cabeza: chicos, algunos de 8 o 9 años, abusados entre 1980 y 1992 por el hombre que le hablaba. Las autoridades de la diócesis católica de Dallas, en donde Kos había trabajado durante once años, mantuvieron una actitud negadora o cómplice, incluso después de que un asistente social les dijera un rotundo: “Es un pedófilo de manual”. No lo escucharon, o sí, y no hicieron nada. Lo dejaron en funciones once meses más, meses durante los que cometió más abusos. Ahora, en 1997, Kos llevaba un año suspendido y el obispo Charles Victor Grahmann, a cargo de la diócesis, decía que no recordaba las advertencias del asistente social´´, señala el medio.
Egerton se dispuso a escuchar a Kos, quién llevaba un juicio civil y otro penal. Diez ex monaguillos, que ya oscilaban entre 18 y 30 años, y la familia de otro que se había suicidado a los 21, Jay Lemberger, lo demandaban.
´´Los delitos sexuales de Kos comenzaron cuando era seminarista. Se acercaba a sus futuras víctimas, siempre niños, usando un señuelo quíntuple: golosinas, videojuegos, confianza, simpatía y principio de autoridad. En distintos claustros, les daba alcohol y diazepam, un ansiolítico y sedante. Cuando los chicos iban perdiendo la conciencia, el párroco, una especie de padre para ellos, les hacía masajes en los pies, su fetiche, y luego se masturbaba frotando las plantas contra sus genitales. Las denuncias incluían también la práctica, reiterada, de sexo oral y anal´´, señalan
Uno de los ex monaguillos calculó que el sacerdote había abusado de él hasta cuatro veces por semana durante nueve años, a partir de que tenía 13; es decir, unas 500 veces.
Kos confesó a Egerton que a sus 52 años, se había mudado a un departamento alquilado en San Diego,allí vivía con un hombre 14 años menor al que definió como amante.
´´En primer lugar, negó ser un “pedófilo empedernido” y aseguró que, a través de una terapia, había “superado” su atracción por los chicos. Agregó que si veía a algún niño por la calle cruzaba de vereda, una aclaración que desde luego oscurecía´´, describe el medio.
Kos dijo: “acepto la responsabilidad por cualquier cosa que haya hecho. Lo siento por eso”.
Sin embargo negó que los testimonios fueran ciertos, además que no usaba drogas o alcohol para violar a los niños.
´´Cerró con una frase que nada tenía que ver con los hechos: “Una vez bautizado, siempre bautizado. Una vez sacerdote, siempre sacerdote. Una vez católico, siempre católico”, señala Infobae.
Cadena perpetua a Kos en 1998
En abril de 1998, Kos hoy de 78 años fue condenado a prisión perpetua. Y el 10 de julio de 1998, tras algunos intentos de apelar el fallo civil, la diócesis de Dallas acordó el pago de 30,9 millones de dólares a los ex monaguillos con los que aún no había llegado a un arreglo y dio por cerrado el caso. En los días previos se había hecho cargo de abonar las sumas de 7,5 millones de dólares y de 23,4 millones de dólares por la misma causa. “Es un día de alivio para todos”, dijo Nathan Nichols, de 19 años, una de las víctimas.
Grahmann publicó una carta de disculpas tardías: “A las víctimas y familiares, una y otra vez quiero ofrecerles disculpas en nombre de la diócesis. Aceptamos el veredicto. Lamento mucho lo que pasó y siento profundamente su dolor”.