En medio de la guerra que se desató en Ucrania tras la invasión del Ejército ruso el pasado 24 de febrero, y en el marco de la tensión creciente por lo que sucede al interior de la central nuclear más importante del mundo; Zaropiyia, ubicada en ese país, los habitantes de los sectores aledaños, han comenzado a expresar mayor temor por el riesgo nuclear en sí, que por la misma guerra.
Lo anterior, luego de que, en medio de las operaciones militares que desarrollan los dos bandos, en los últimos días, se presentara, el pasado jueves, una nueva explosión en inmediaciones de dicha central, lo que, de acuerdo con medios internacionales, ha acrecentado el riesgo de catástrofe nuclear, advirtiendo incluso que, por la magnitud de Zaropiyia, la tragedia, si llegase a presentarse, sería aún superior a la ya célebre tragedia de Chernóbyl.
La explosión, que se presentó en momentos en que el mundo centra su atención en el informe de la delegación de la OIEA; Organismo Internacional de Energía Atómica, que visitó por pedido internacional el lugar para constatar las condiciones de la central, se asoció con una operación de las tropas rusas, las cuales, desde el inicio de la ocupación a Ucrania, también se tomaron la central nuclear.
Según recogen medios internacionales, la explosión, presentada en horas de la madrugada del pasado jueves, ocasionó que uno de los reactores de la planta nuclear tuviese que ser detenido, en el marco de ‘una acción preventiva’, orientada a prevenir alguna eventualidad o accidente.
Sobre la explosión, está asociada a un ‘bombardeo’, por parte de los invasores, que derivó en que se tuviese que implementar una medida de emergencia, apagando la unidad de potencia operativa número 5, según explicó el operador energético de ese país, la empresa Energoatom.
Con respecto a la visita que centra el interés mundial frente al riesgo, también se ha precisado que los expertos de la OIEA, permanecerán en el lugar aún por algunos días más, aproximadamente hasta el próximo domingo o lunes, fecha en la que comenzarán la elaboración del informe para dar cuenta de los eventuales daños o afectaciones que presenta la planta, en el marco de las confrontaciones bélicas para, en ese mismo sentido, lograr dimensionar el peligro real al que estarían expuestas las personas que, pese a la guerra, han mantenido su asentamiento en las proximidades del lugar.
Al margen del informe, el temor por el riesgo general sigue en crecimiento, cuando los mismos pobladores son conscientes de que si bien, el accidente en Chernóbil en 1986 fue devastador, el peligro de un eventual ‘accidente’ en Zaropiyia sería aún mayor.
En ese sentido, y ante la impotencia del gobierno local para poder prevenir efectivamente la ocurrencia de cualquier eventual accidente, comenzaron a implementar medidas preventivas en materia sanitaria, esto referido a la distribución de pastillas de yodo entre la población, cuya ingesta, según explican los expertos, está orientada a prevenir la eventual absorción del yodo radioactivo por parte de la glándula tiroides.
Sobre el particular, expertos refieren que en caso de ocurrir el eventual accidente, se requeriría que, de forma inmediata, los habitantes de los sectores aledaños, pudieran ingerir la pastilla suministrada, la cual tendría una efectividad que solo se extendería por 24 horas.
Poco después de la explosión, ocurrida el 1 de septiembre, hasta el lugar llegaron los expertos de la OIEA, con el objetivo de realizar la verificación correspondiente, mientras que el mundo aboga por el pronto fin de la guerra para que, escenarios como este, no tengan que convertirse en amenaza, más aún, si se tiene en cuenta que las acciones de los militares rusos, han acrecentado el riesgo, obligando incluso a que la unidad tenga que ser cerrada.
Pese a que los ataques, que han significado mayor riesgo, han provenido de Rusia, desde la Cruz Roja Internacional, Robert Mardini, director internacional de dicha organización internacional, elevó un ingente llamado al gobierno de Zelenski, para que se frene, de manera inmediata, cualquier acción que represente acrecentar el riesgo.
En ese sentido, el diplomático apuntó, en declaraciones recogidas por medios internacionales, que “es hora de dejar de jugar con fuego y tomar medidas concretas para proteger esta instalación y otras similares de cualquier operación militar”, advirtiendo que la seguridad y vida de millones de personas, está expuesta a que un mínimo error de cálculo desencadene un escenario devastador y lamentable.
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