Esta semana el mundo sudó frío cuando pensó que Bana Alabed, una niña de 7 años confinada en la zona rebelde de Alepo, había perecido a causa de los bombardeos rusos. Y es que, aunque más de 100.000 niños viven en riesgo de muerte en el este de Alepo, Bana es la consentida de Occidente. Hace tres meses la menor se convirtió en la cara de la tragedia siria al relatar por Twitter el miedo y la angustia de una niña común obligada a vivir bajo el asedio del fuego enemigo, como una Ana Frank de tiempos modernos.Su especie de ‘diario’ empezó a finales de septiembre, poco después de que fracasaran los diálogos entre Estados Unidos y Rusia para coordinar el cese al fuego. Entonces Fatemah, madre de Bana, le abrió una cuenta de Twitter a su hija en la que narraba las opiniones de la niña (y a veces también las suyas) respecto a la situación de guerra constante que vive Alepo. “Solo queríamos mostrar cómo vivimos, cómo llueven bombas sobre nosotros cada día, para que el mundo pueda actuar”, dijo Fatemah en una entrevista por Skype al MailOnline de Londres.En otras palabras, Bana y su madre narraron lo más cruento de la guerra. Entre las publicaciones de una niña normal, como colorear y leer cuentos, jugar bajo la lluvia o enviarle un mensaje de apoyo al Manchester United, su equipo predilecto, se mezclaban comentarios como: “Mi hermano llora mientras las bombas caen. Mejor morir que dejarlo morir a él”, o las fotografías del cadáver de un amigo de Bana y de un brazo desmembrado. Y es que la cuenta parece todo menos la de una niña de 7 años.De hecho, para el régimen, todo es un montaje propagandístico. “Es solo un juego de propaganda”, dijo el presidente sirio Bashar al Asad, en entrevista con Denmark TV. Pero Fatemah asegura que la intención no es apoyar a ningún partido, sino contar las dificultades que pasan los civiles en Alepo.En todo caso, es claro que el mensaje ha encontrado resonancia en los más de 217.000 seguidores de Bana. Su popularidad fue tal que J. K. Rowling, autora de la saga de aventuras de Harry Potter, le mandó un e-book de su libro a mediados de noviembre; la alegría le duró poco, pues días después un bombardeo aéreo derrumbó su casa. Desde entonces, cada tuit de la cuenta parece una despedida. “Estamos seguros de que el Ejército nos va a capturar ahora. Nos veremos pronto querido mundo. Adiós”, tuiteó Fatemah el 4 de diciembre, poco antes de que la cuenta en Twitter cerrara sin explicación.Muchos pensaron que la niña había muerto en uno de los ataques del gobierno, pero el martes reapareció Bana tuiteando que estaban bien, ocultos de las tropas de Asad. Y aunque eso le dio un respiro a la gente, el peligro sigue latente. Las fuerzas sirias avanzan a un ritmo agigantado y el miércoles recuperaron la ciudad antigua, un punto clave para las fuerzas rebeldes. Hoy, de la parte de Alepo que controlaban, ya no les queda ni la cuarta parte. El gobierno sirio ha sido enfático en que no habrá tregua hasta que los rebeldes se rindan, algo que ya no se ve muy lejos. En ese caso, parece poco probable que el Ejército respete las vidas civiles, “los reportes de tortura y asesinatos de detenidos por el régimen no dan una causa para ser optimistas”, dijo a SEMANA Elizabeth Ferris, autora de Consequences of Chaos: Aleppo’s Humanitarian Crisis.El miércoles los líderes de Estados Unidos, Canadá, Francia, Italia, Alemania y Reino Unido condenaron el desastre humanitario de Alepo, pero todo indica que el gobierno sirio continuará su exterminio de rebeldes en la ciudad. “Esa incapacidad y falta de determinación para parar lo que sucede es vergonzosa”, opina Ferris. “Algún día el mundo mirará lo que pasó en Alepo con vergüenza, tal como miramos hoy en día el Holocausto nazi”. Y testimonios como el de Bana serán claves para ello.