Tras tachar a Arabia Saudí de “paria” por el asesinato de un periodista disidente, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se prepara para reunirse con los dirigentes sauditas durante una delicada visita a Oriente Medio.
Biden comienza su gira en Israel el miércoles, pero todas las miradas están puestas en su viaje a Jeddah, en Arabia Saudí, el viernes. El Air Force One realizará un vuelo directo sin precedentes entre el estado hebreo y un país que no reconoce a Israel. Donald Trump había realizado ese mismo viaje, en 2017, pero en sentido contrario.
Como candidato presidencial, Biden había dicho que el asesinato en 2018 de Jamal Khashoggi –un residente estadounidense nacido en Arabia Saudí y conocido por sus artículos críticos con los dirigentes sauditas en The Washington Post– convertía Arabia Saudí en un país “paria”.
Tras ganar las elecciones, Biden hizo públicas las conclusiones de los servicios de inteligencia estadounidenses sobre el crimen: el príncipe heredero Mohammed bin Salman (MBS) fue el autor intelectual del asesinato.
Cheque en blanco
Pero ahora Biden parece querer acercarse a un país que ha sido durante décadas un aliado estratégico de Estados Unidos, un importante proveedor de petróleo y un ávido comprador de armas. “En Arabia Saudí revertimos la política de cheque en blanco que heredamos” del expresidente Donald Trump, escribió Biden en un artículo de opinión publicado el sábado en ‘The Washington Post’.
“Desde el principio, mi objetivo fue reorientar –pero no romper– las relaciones”, añadió. “Sé que muchos no están de acuerdo con mi decisión de viajar a Arabia Saudí. Mis posturas sobre derechos humanos son claras y de larga data, y las libertades fundamentales siempre están en la agenda cuando viajo, y lo estarán durante este viaje”, aseguró.
Jon Alterman, vicepresidente del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) de Washington, dijo que el gobierno de Biden “descubrió lo que las administraciones estadounidenses realizan desde hace décadas: que hacer cosas en Oriente Medio y en todo el mundo es mucho más fácil si los saudíes te ayudan y mucho más difícil si no lo hacen”.
En su artículo, Biden dijo que Arabia Saudí “trabaja con expertos (estadounidenses) para ayudar a estabilizar los mercados del petróleo”. Washington quiere que el mayor exportador de crudo del mundo abra el grifo y así bajar los precios de la gasolina, una amenaza para los demócratas de cara a las elecciones de mitad de mandato.
Intereses sobre valores
“Los intereses y el bienestar de alguien que conduce un Ford Expedition siempre han sido a expensas de los valientes activistas de la región que quieren vivir en sistemas más abiertos y democráticos”, explica Steven Cook, analista del Consejo de Relaciones Exteriores, aludiendo a vehículos que consumen mucha gasolina, muy populares entre los estadounidenses.
Arabia Saudí también es clave en el enfrentamiento entre Washington e Irán. La Casa Blanca sabe que en este viaje también está en juego la lectura del encuentro con MBS, que integrará la delegación del rey Salman en su reunión con Biden.
Marti Flacks, experto en derechos humanos del CSIS, dice que es probable que la Casa Blanca haya dedicado mucho tiempo a diseñar la escenificación de ese encuentro, ya sea en público o a puerta cerrada. Biden no quiere aparecer como un cínico que reniega de sus principios por unos cuantos barriles de petróleo, pero MBS puede dar un giro a su encuentro.
El presidente estadounidense se presenta como un facilitador de “tendencias prometedoras” en la región y como un estratega frente a las tensiones, como el programa nuclear de Irán, la guerra en Yemen y los conflictos en Siria, Libia, Irak y Líbano.
*Con información de la AFP.