La llegada de Joe Biden al poder es uno de los momentos más simbólicos de esta década no solo por todo lo que entraña su ascenso y el de Kamala Harris al poder, sino por lo que significa la partida de Donald Trump de la Casa Blanca. Por eso, todo está dado para que esa ceremonia pase a la historia.
Muchas circunstancias se suman para que este sea un día muy particular: la pandemia, las recientes protestas y la reticencia de Trump para irse. Lo que se sabe hasta ahora es que Joe Biden y Kamala Harris serán investidos presidente y vicepresidenta el miércoles en una capital desierta y ocupada por el Ejército.
Las autoridades exhortaron a los residentes de Washington a quedarse en casa para seguir virtualmente la ceremonia de toma de posesión del 46.° presidente de los Estados Unidos, para no correr riesgos con la pandemia de covid-19. También hicieron un llamado para que la gente no viaje desde otros estados a la capital.
Aunque quieran seguir la investidura, los ciudadanos se verán disuadidos de hacerlo por el gigantesco despliegue de fuerzas de seguridad en la capital, a raíz de la invasión del Congreso el 6 de enero por parte de seguidores del presidente saliente Donald Trump, en la que murieron cinco personas.
Precisamente, el otro gran ausente de las ceremonias será el propio Trump. Cuando Joe Biden preste juramento, habrá dejado Washington, rompiendo la tradición de una transferencia de poder pacífica y cortés.
Refugio en Mar-a-Lago
El multimillonario republicano seguramente estará en su club en Mar-a-Lago, Florida (sureste), cuando Biden ingrese a las 15:00 p. m. al anfiteatro provisional construido cada cuatro años en la escalinata del Capitolio, pues planea salir de Washington el miércoles temprano. “A todos los que lo han preguntado, no asistiré a la ceremonia de investidura del 20 de enero”, dijo en uno de sus últimos mensajes en Twitter, antes de que la red social le cancelara indefinidamente su cuenta.
Trump es el primer presidente que se negó a asistir a la investidura de su sucesor desde Andrew Johnson en 1869. Según la tradición, el presidente saliente y la primera dama dan la bienvenida a la nueva pareja presidencial en la mañana de la inauguración y luego todos juntos van hasta el Capitolio.
Donald Trump es también, desde el ataque de sus simpatizantes contra la sede legislativa, un presidente indeseable en Washington, una ciudad que le es profundamente hostil. A diferencia de él, sí estará presente el vicepresidente Mike Pence.
Guardia Nacional desplegada
Desde esa “insurrección” –como la calificó Biden– contra el Congreso, templo de la democracia estadounidense, la capital federal se ha transformado en una ciudad atrincherada. Más de 20.000 efectivos de las guardias nacionales –reservistas del Ejército– patrullan las calles fuertemente armados. También se colocaron cercas con mallas de alambre y bloques de concreto para proteger edificios y monumentos como la Casa Blanca y el Capitolio, o para cerrar ejes viales enteros.
Para los veteranos de la guerra de Irak, el centro de la ciudad parece la zona verde de Bagdad. El “National Mall”, una enorme explanada que va desde el Monumento a Lincoln hasta el Capitolio, estará cerrado al público. Aquí es donde cientos de miles de estadounidenses se congregan tradicionalmente para saludar a su nuevo presidente.
En cambio, un “campo de banderas” de casi 200.000 pancartas representará a los ciudadanos que no pudieron realizar el viaje. La Policía estadounidense ha advertido en repetidas ocasiones que las amenazas de nuevos ataques armados por parte de grupos de extrema derecha son reales. Por ello, estará atenta a posibles disturbios durante este día histórico.
El coronavirus, el miedo
El nuevo presidente ya había planeado una ceremonia de inauguración principalmente virtual para evitar que se convirtiera en un gran foco de contagio de covid-19. Desde el inicio de su mandato, quiere marcar su diferencia con Donald Trump, cuyos partidarios se niegan a usar una mascarilla y seguir la mayoría de las medidas de protección contra la epidemia.
La llegada del nuevo presidente será, por tanto, más que nunca un momento televisivo. Luego del juramento, Biden pronunciará el tradicional discurso de inauguración de gobierno en el que enfatizará la necesidad de reconciliar a los estadounidenses. La estrella de música pop Lady Gaga interpretará el clásico Star-Spangled Banner, el himno nacional de Estados Unidos, y la estrella latina Jennifer Lopez realizará un número especial.
Por la tarde, Biden planea colocar una ofrenda floral en la Tumba del Soldado Desconocido en el cementerio de Arlington con tres de sus antecesores y sus esposas: el republicano George W. y Laura Bush, y los demócratas Bill y Hillary Clinton y Barack y Michelle Obama. En el camino de regreso, la comitiva del nuevo presidente se detendrá a unos cientos de metros de la Casa Blanca y Biden podrá caminar hasta su nueva residencia.
A continuación, se espera que anuncie sus primeras decisiones presidenciales, de las que ya ha dado un adelanto, con la firma de una serie de decretos para dar un primer impulso. En lugar de los tradicionales bailes y conciertos que suele hacer la nueva pareja presidencial en Washington, esta velada será por televisión, con un espectáculo especial conducido por el actor Tom Hanks y en el que se verá hablar a Joe Biden y Kamala Harris en la pantalla.
*Con información de la AFP.