El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, realizó este martes una visita a Georgia, crisol del movimiento de derechos civiles, para avanzar en una de sus promesas clave: proteger el acceso al voto de las minorías, especialmente de los afroestadounidenses, que considera amenazado por los estados conservadores del sur.
“Este es un momento crucial”, declaró el mandatario demócrata a periodistas al partir de la Casa Blanca, asegurando que “la historia juzgaría” a los legisladores estadounidenses.
El Senado podría pronunciarse el miércoles sobre la vasta reforma electoral de Biden, dos leyes ya aprobadas en la Cámara de Representantes.
“Pretendo someter, una vez más, a debate un arsenal legislativo destinado a combatir las amenazas a la democracia y proteger el acceso de los ciudadanos al voto”, anunció el senador Chuck Schumer, líder de la mayoría demócrata en la Cámara Alta.
La oposición republicana rechaza las leyes, un intento de los demócratas de “tomar el control de las elecciones” en Estados Unidos, en palabras del líder conservador del Senado, Mitch McConnell.
Luego de un potente discurso, el 6 de enero para conmemorar el primer aniversario del intento de los partidarios del republicano Donald Trump de anular las elecciones presidenciales de 2020, Biden, debilitado por bajos índices de aprobación, impulsará la aprobación de los textos.
“No vacilaré. Defenderé vuestro derecho al voto y nuestra democracia contra los enemigos de dentro y de fuera”, cita un fragmento del discurso que pronunciará en Atlanta, capital de Georgia.
No en vano, Biden eligió ir a este antiguo estado esclavista emblemático de las luchas pasadas contra la segregación racial, así como de las tensiones actuales de Estados Unidos. Y su visita inicia con un alto frente a la tumba de Martin Luther King, el héroe afroestadounidense de los derechos civiles asesinado en 1968.
Biden, elegido con el decidido apoyo de figuras de la comunidad negra, ha prometido completar las luchas del ícono de la movilización no violenta. Junto con la vicepresidenta Kamala Harris, también visitará la iglesia bautista donde oficiaba el reverendo King.
El hijo de éste, Martin Luther King III, ya advirtió a Biden contra las promesas vacías: “Estamos encantados de recibirlo”, pero “su visita no debe ser una mera formalidad”.
El presidente demócrata quiere armonizar para todo el país las condiciones en las que votan los estadounidenses, desde la inscripción en los registros electorales hasta el recuento de votos, pasando por el voto por correo o la verificación de identidad.
Estos son parámetros que varios estados conservadores del sur, incluido Georgia, se han comprometido a modificar asegurando que aumentan la seguridad de las operaciones de votación.
De hecho, estos cambios complican el acceso a las urnas a los afroestadounidenses al tiempo que fortalecen el control de las autoridades locales, generalmente conservadoras, sobre la operativa de votación.
Los demócratas acusan a los republicanos de buscar subvertir futuras elecciones, bajo la influencia del expresidente Trump, que afirma contra toda evidencia que las últimas elecciones presidenciales fueron amañadas.
En un perfecto diálogo de sordos, los republicanos hacen el mismo reproche a sus oponentes.
“El intento de Joe Biden y los demócratas de hacerse con el control de las elecciones es un golpe descarado destinado a tergiversar las reglas del juego”, criticó en un comunicado la presidenta del Partido Republicano, Ronna McDaniel.
Iniciativas
Biden quiere que el Senado apruebe dos iniciativas: la “Ley de avance de los derechos electorales de John Lewis” y la “Ley de libertad para votar”. Según él, esto protegerá los logros de la lucha por los derechos civiles y contra la discriminación racial, que se remontan a los años 1960.
Para esto, el presidente, que fue senador durante más de 30 años, se mostró reacio hasta ahora a romper con una tradición tan arraigada como difícil de entender fuera de Estados Unidos: el filibusterismo.
Esa costumbre, que pretende forzar el consenso y la moderación, exige que el Senado reúna una mayoría reforzada (de 60 votos) para someter a votación la mayoría de los textos.
Pero Biden, que puede perder el control del Congreso tras las elecciones de medio mandato el próximo noviembre, está ahora a favor de que los demócratas (que tienen actualmente 51 votos en el Senado incluido el de la vicepresidenta, contra 50 de los republicanos) voten por mayoría simple.
Abandonar el umbral de los 60 votos enfurecerá a la oposición conservadora, pero también molestará a ciertos demócratas, apegados a esta disposición criticada por “obstruccionista”.
Pero para tener éxito, el presidente necesita el apoyo de todos los senadores demócratas sin excepción, incluido el de Virginia Occidental, Joe Manchin, quien ya bloqueó el masivo plan de gastos sociales y ambientales de Biden y es reticente a seguir a su partido en el “derecho al voto”.
*Con información de la AFP.