‘La quinta es la vencida’, puede ser un adagio popular aplicable a la situación que vive Bolivia con su industria de desarrollo de productos lícitos derivados de la hoja de coca, la cual se apresta a entrar oficialmente en marcha, luego de que se oficializara, por parte del Gobierno del presidente Luis Arce, a través de un decreto, la creación de una empresa estatal que estará encaminada a dicho propósito.
Según lo previsto por el Gobierno de Bolivia, la Empresa Pública Productiva de Industrialización de la Hoja de Coca Boliviana, que recibirá el nombre de Kokabol, comenzará a operar a finales del próximo años, 2023, y dentro de sus dianas, se encuentra la producción de dentífricos, o crema de dientes a base de la mencionada planta.
De acuerdo con lo previsto en el decreto, la creación de Kokabol dará un impulso a la industria de la medicina tradicional en ese país, buscando explotar una de las fortalezas y ventajas comparativas de Bolivia, siendo el tercer productor mundial de hoja de coca, luego de Colombia y Perú.
Desde el Gobierno, Arce también precisó que dicha empresa contará con un aporte oficial de 8,9 millones de dólares y se convertirá en un nuevo foco de generación de empleos, representando inicialmente la creación de 200 nuevas plazas laborales.
De materializarse, este sería el intento definitivo de Bolivia por lograr la industrialización de la coca, recordando que en el pasado, otros gobiernos, como el del expresidente Evo Morales, quien precisamente llegó a la política a través de un sindicato cocalero, había ya adelantado gestiones para lograr explotar ese recurso, visto con cierto recelo y mito por parte de algunos sectores, que relacionan el producto solamente con los negocios ilícitos, obviando todo un escenario de saberes ancestrales en torno a la coca.
“Nuestra hoja de coca tiene más fibra, es rica en vitaminas, tiene 14 alcaloides. La planta desarrollará una química básica e impulsará una investigación de la coca”, afirmó a medios locales el viceministro de Desarrollo Productivo de Bolivia, Néstor Huanca, quien se mostró confiado en el éxito de este nuevo camino emprendido por su país.
Gracias a la Constitución impulsada por Evo Morales en 2009, la coca es reconocida en Bolivia como parte del patrimonio cultural de ese país, y considerada además como un “factor de cohesión social”. De acuerdo con la carta magna boliviana, la ‘la coca no es un estupefaciente’ estando en su estado natural y, en dicho marco legal, se establecen las condiciones para su ‘revalorización’ y para su explotación industrial.
De acuerdo con la legislación vigente en ese país, está permitido el cultivo de hasta 20.000 hectáreas de esa planta para usos tradicionales, refiriéndose a prácticas ancestrales de los pueblos indígenas, quienes consumen la hoja de coca mascada como parte de sus creencias y aprovechando las virtudes de la planta para hacer frente a situaciones como el cansancio, el ‘mal de montaña’, y las dolencias del sistema digestivo.
Pese a lo anterior, un reciente reporte emitido por la UNODC, oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, afirmó que la superficie plantada en Bolivia con hoja de coca ha alcanzado hasta las 30.000 hectáreas, refiriendo un aumento del 15 % durante el año 2020, debido a la falta de control derivada de la pandemia, prendiendo las alarmas, pues la mayoría de dichos cultivos no responden a usos ancestrales, sino a narcotráfico, relacionando ello con la producción de cocaína.
De acuerdo con UNODC, se estima que actualmente en Bolivia viven de la producción de hoja de coca un total de 100.000 personas, siendo la producción de esta planta la responsable del 1,4 % del PIB de ese país, cifra que se estima entre los 365 y 449 millones de dólares.
No obstante la UNODC admite que las cifras derivadas de ello podrían ser mayores, si se contabilizará el rubro derivado de la producción de cocaína, la cual hace parte de los mercados ilegales en Estados Unidos y Europa.
Los intentos precedentes por industrializar la coca
De acuerdo con medios internacionales, en el pasado ya se habían presentado avances en el proceso planteado por el otrora Gobierno de Morales, a través de la creación de plantas para la industrialización, no obstante, dichos intentos resultaron fallidos, pese a la gran variedad de productos que buscaron desarrollar, entre los que se contaban fertilizantes, infusiones, harina, bebidas energizantes, gaseosas, y crema dental.
La explicación de su fracaso estaba dado por la baja capacidad de competitividad de dichos productos frente a otros ya ofertados en el mercado tradicional, los cuales ya tenían un público establecidos y, debido a su volumen de producción, representaban más bajos costos, lo que permitía una comercialización más barata.