El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ha respondido este miércoles a un reciente informe que alerta sobre el aumento del hambre en el país a causa de la pandemia, afirmando que él solo hace “lo que la gente quiere que haga”, por lo que está esperando “una señal”.
“Brasil está al límite. La gente dice que debo actuar”, pero “estoy esperando a que la gente dé una señal. Porque el hambre, la miseria, el desempleo están ahí, solo no lo ve quien no quiere o no está en la calle”, ha expresado Bolsonaro frente a un grupo de incondicionales.
“Solo digo una cosa; hago lo que la gente quiere que haga”. Así se ha desentendido el presidente brasileño del tema, haciendo referencia a un reportaje del periódico Correio Braziliense en el que se detalla un estudio que alerta de que seis de cada diez hogares brasileños, es decir, 125 millones de personas, sufrieron inseguridad alimentaria entre agosto y diciembre del año pasado.
Bolsonaro, cuyas palabras minimizando el alcance de la pandemia contrastan con los más de 350.000 fallecidos que tiene el país, ha señalado ahora que Brasil “parece un barril de pólvora” y se halla “al borde de un grave problema”.
“La temperatura está subiendo, la población está cada vez en una situación más complicada. Me gustaría que la gente que lleva chaqueta y corbata, que decide, visite la periferia, hable con la población o con su empleada doméstica”, ha deslizado Bolsonaro, en continua disputa con los gobiernos locales.
El presidente brasileño se ha mostrado desde un primer momento contrario a las restricciones de movilidad y a las medidas de confinamiento, lo que ha generado variadas y continuas disputas políticas con las autoridades estatales, a las que ha acusado de condenar al hambre y al desempleo a los brasileños.
“El remedio no puede ser peor que la enfermedad”, fue uno de sus argumentos más utilizados por entonces. Brasil cuenta con 31 millones de personas en situación laboral irregular, por lo que en un principio todas estas personas no podían acogerse al plan de ayuda económica previsto por el Gobierno.
El propio presidente brasileño intentó subsanar esta situación, con un plan de ayuda valorado en 59.800 millones de reales (unos 8.800 millones de euros) para este sector de trabajadores informales, aunque el segundo pago tuvo que cancelarse momentáneamente por falta de fondos, cuando incluso la mitad de los brasileños no había recibido el primero.
Críticas al tribunal supremo
Durante esta misma conversación, a la que ha tenido acceso el diario Folha de Sao Paulo, el presidente Bolsonaro ha vaticinado que “en poco tiempo” se producirá “una gran crisis” en el Tribunal Supremo de Brasil, a cuyos “amigos” ha criticado por las recientes decisiones que lo podrían afectar.
Es el caso del juez Luís Roberto Barroso, a quien ha censurado por avalar las maniobras del Senado para celebrar una comisión de investigación contra él por su gestión de la pandemia, pues no solo se trata de “injerencia” para “llegar” hasta él, sino que “crea un ambiente de animosidad”.
“No estoy amenazando a nadie, pero estoy pensando que pronto tendremos un problema grave en Brasil. Aún hay tiempo para cambiar. Basta con dejar de usar menos la pluma y un poco más el corazón”, ha manifestado.
A su vez, hizo una rápida crítica a la magistrada del Supremo Cármen Lúcia Antunes por estar “despachando un caso de genocidio”, después de que la jueza le solicitara el presidente del Tribunal, Luiz Fux, una investigación penal contra Bolsonaro ante las sospechas de violaciones de los derechos humanos contra las comunidades indígenas durante la pandemia.
Con información de Europa Press