El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, nombró este martes al frente del principal ministerio de su gobierno al senador Ciro Nogueira, líder de un bloque de formaciones de derecha y centroderecha que representan a un 60 por ciento de los diputados. Se trata de un intento de Bolsonaro por afianzar su base de respaldo en momentos de flaquezas en las encuestas.
“Acabo de aceptar la honorable invitación del presidente Jair Bolsonaro para asumir la Casa Civil”, una suerte de jefatura de gabinete, informó Nogueira a través de Twitter tras una reunión con el mandatario en Brasilia. Nogueira sustituirá a Luiz Eduardo Ramos, general de la reserva del Ejército, de donde procede alrededor de un tercio de los ministros de Bolsonaro, quien es a su vez capitán retirado.
Nogueira, quien se enfrenta a varios procesos judiciales por sospechas de corrupción, es presidente del derechista Partido Progresista (PP) y es uno de los líderes más influyentes del llamado “centrao”, un grupo que reúne varias formaciones conservadoras que controlan el Parlamento y a las que Bolsonaro ha intentado aproximarse a medida que su popularidad se hunde.
Si lo juzgan, se va
La misión de Nogueira será mejorar la difícil articulación entre el Ejecutivo y el Congreso, y alejar la posibilidad de un juicio político con fines de destitución contra el gobernante derechista. El “centrao” se caracteriza por negociar votos a cambio de inversiones en sus estados y apoyan o derrocan presidentes según su conveniencia. Ello ocurrió con la mandataria de izquierda Dilma Rousseff (2011-2016), de quien muchos de ellos fueron aliados antes de votar su destitución.
Nogueira es objeto de dos denuncias penales presentadas por la Fiscalía, en casos relacionados con la Operación Lava Jato, que destapó una enorme red corrupta que desviaba dinero de compañías públicas en beneficio de políticos y empresarios. Consultado sobre estos casos, y otros que aún no han derivado en denuncias por parte del Ministerio Público, Bolsonaro dijo el lunes que si Noguera “es juzgado y condenado, le apartaré de mi gobierno”.
Ahogado en protestas
Decenas de miles de brasileños salieron de nuevo el sábado 24 de julio a las calles de varias ciudades del país para pedir el impeachment del presidente Jair Bolsonaro, cada vez más desgastado sobre todo por su caótica gestión de la pandemia. Se trata de la cuarta protesta en menos de dos meses en la que se levanta masivamente la ciudadanía contra el líder negacionista.
Las manifestaciones más multitudinarias ocurrieron en Sao Paulo (la ciudad más poblada de Brasil y la más golpeada por la pandemia), Río de Janeiro, Recife, Belo Horizonte y también en Brasilia, donde las protestas se concentraron ante la sede del Congreso, para reforzar la presión por un juicio político contra el mandatario. Los manifestantes también pidieron acelerar el proceso de vacunación y aumentar el monto de los auxilios para que los más pobres puedan enfrentar la crisis.
Convocadas por centrales sindicales, partidos de izquierda y movimientos sociales, las protestas se realizaron de forma pacífica, durante todo el día. “La indignación de las personas y las protestas de las calles van a llegar al Congreso. Los partidos y los sindicatos están presionando para que se abra el proceso de destitución”, indicó Gleissi Hoffman, presidente del Partido de los Trabajadores (PT), la principal formación de oposición.
Sospechas de corrupción
La gestión del Gobierno está siendo duramente cuestionada por sospechas de corrupción en la compra de vacunas, que han sido destapadas por las investigaciones que adelanta una comisión del Senado y que han puesto hasta al mismo mandatario bajo el ojo de la Fiscalía. Además, Brasil es uno de los países más azotados por la pandemia del coronavirus, con más de 548.000 muertos y 19,6 millones de contagios.
Hasta el inicio de la tarde, la prensa brasileña reportó, con imágenes de avenidas llenas de manifestantes, protestas contra Bolsonaro en 20 de los 26 estados de Brasil. La popularidad del mandatario ultraderechista está en su nivel más bajo, 24 por ciento, y los sondeos indican que en las presidenciales de octubre del año que viene sería derrotado por su mayor rival, el expresidente izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva.