La invasión rusa en territorio ucraniano, iniciada desde hace más de una semana, se ha ralentizado en ciudades como Kiev y Járkov, donde el Ejército ruso utilizó bombas de racimo “en al menos tres barrios residenciales”, lo que podría constituir un crimen de guerra, según denunció la ONG estadounidense Human Rights Watch (HRW).
El pasado viernes 4 de marzo se escucharon disparos en Bucha, al noroeste de Kiev, donde podían verse blindados rusos destruidos. Al este, se veía humo que salía de depósitos bombardeados, según fotógrafos de la AFP. A unos 350 km al este de la capital, la situación se volvió “un infierno” en Okhtyrka, y es “crítica” en Sumy, según las autoridades locales.
En el estratégico puerto de Mariúpol, la situación humanitaria es “terrible” tras 40 horas de bombardeos ininterrumpidos, incluyendo escuelas y hospitales, le declaró a la BBC el vicealcalde Serguéi Orlov. El jueves pasado, los rusos consolidaron la toma de Jersón (290.000 habitantes, sur), su primera gran victoria hasta la fecha, e intensificaron sus bombardeos contra otras ciudades.
Más de 1,2 millones de refugiados han huido de Ucrania hacia los países vecinos desde el inicio de la invasión y millones de otros se han convertido en desplazados internos, de acuerdo con el Alto Comisionado para los Refugiados de Naciones Unidas.
Sin embargo, uno de los aspectos que más preocupa a los organismos internacionales es que el ejército ruso haya usado armas como las bombas de racimo, pues este tipo de armamento no distingue entre objetivos militares y civiles, además de que tiene gran capacidad de destrucción.
Por esa razón, la ONG estadounidense Human Rights Watch (HRW) advierte que su uso en barrios residenciales constituye un crimen de guerra. Las fuerzas rusas usaron estas armas “en al menos tres zonas residenciales en Járkov, la segunda ciudad de Ucrania, el 28 de febrero”, detalló esta organización estadounidense de defensa de los derechos humanos.
¿Por qué son tan destructivas las bombas de racimo?
HRW afirma haber identificado el lanzamiento de este tipo de submuniciones con un lanzacohetes 9M55K Smerch, de fabricación rusa. “Járkov sufre ataques continuos de las fuerzas rusas, por lo que los civiles se tienen que esconder en sótanos para evitar las explosiones y esquirlas”, explicó el director de armamento de HRW, Steve Goose.
“Usar bombas de racimo en zonas habitadas demuestra un desprecio absoluto por la vida de las personas”, afirmó la organización. “Su utilización, como se documentó en Járkov, podría constituir un crimen de guerra”, considera.
Las bombas de racimo contienen varias decenas de pequeñas bombas que se dispersan en un amplio perímetro y algunas no explotan en el momento del lanzamiento, lo que puede implicar que se conviertan en minas antipersona. De hecho, la Convención de Oslo de 2008 (que Moscú no firmó) prohíbe su utilización.
“Su uso masivo en zonas habitadas por algunos ejércitos provocó, en los países implicados, daños humanitarios desproporcionados”, según un informe del Senado francés. Por su parte, Estados Unidos informó que teme que Rusia esté atacando a civiles en Ucrania y ha advertido desde hace varios días que Moscú transporta municiones de racimo y otras armas letales al país.
Una semana después de que el presidente ruso, Vladimir Putin, invadiera a su vecino de Europa del Este, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, afirmó en rueda de prensa en Washington que el saldo de pérdidas de vidas es “impactante”.
Con información de la AFP.
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