Algo que siempre había caracterizado a los gobiernos de la izquierda latinoamericana era que de alguna manera terminaban lavando la cara de los regímenes autoritarios de extrema izquierda que mandan desde hace décadas en Nicaragua y Venezuela, y que son calificados por gran parte de la comunidad internacional como unas dictaduras.
Gabriel Boric, presidente de Chile, salió del molde tradicional y mostró que a pesar de ser un político apegado a las ideas progresistas, no le tiembla la mano para irse de frente en contra de Nicolás Maduro y Daniel Ortega, y las múltiples violaciones contra los derechos humanos que han impuesto como regla en sus países.
“Me enoja cuando eres de izquierda y condenas la violación de derechos humanos en Yemen o El Salvador, pero no puedes hablar de Venezuela o Nicaragua”, declaró el mandatario en un foro de la Universidad de Columbia en Nueva York en el que afirmó que la lucha por la defensa de los derechos tiene que ser algo global y no solo en contra de los países que no están alineados ideológicamente con el gobierno de turno.
Boric manifestó que es algo que ha sucedido durante muchos años en la región. “Cuando era diputado empecé a hacer preguntas sobre Venezuela. Me hice preguntas. Fui a Venezuela en 2010, cuando Chávez todavía estaba vivo. Y luego comencé a hacerme preguntas cuando vi la represión de las protestas y la manipulación de algunas elecciones”, declaró.
“Esto no está bien. ¡Tenemos que poder criticarlo! Y la gente de la izquierda en Chile dijo que no, no, no, no. No hablas de nuestros amigos. Y creo que eso está completamente mal”, manifestó el presidente chileno, pero las críticas no se demoraron en llegar desde Venezuela y desde el régimen de Nicolás Maduro.
“Si creen que vamos a capitular porque un bobo como Boric salió a hablar pendejadas de Venezuela, están equivocados”, dijo Diosdado Cabello, vicepresidente del PSUV y mano derecha de Nicolás Maduro. “Un gafo, saliendo a hablar mal de Venezuela, teniendo tantos problemas, una deuda histórica con las poblaciones mapuches, y él lo que hace es salir a perseguirlos”, agregó, a la vez que dijo que Boric solo buscaba quedar bien con Estados Unidos y estaba haciendo el ridículo.
Aunque lo planteado por el mandatario chileno no es algo nuevo, parte de la región se ha caracterizado por quitarles peso a las acusaciones de violaciones de derechos humanos en Venezuela, Cuba y Nicaragua de parte de los gobiernos de izquierda. Por ejemplo, en Argentina, Alberto Fernández ha defendido en varias ocasiones diciendo que ya no se violan los derechos humanos bajo el régimen de Maduro.
También son conocidos los casos de Bolivia con Evo Morales y Luis Arce que nunca se han comprometido a condenar a dichos regímenes, al igual que pasa en Perú con Pedro Castillo, que ha evitado adrede condenar a alguno de los tres autoritarios gobiernos de izquierda. En contraste, Lula da Silva, expresidente de Brasil y actual candidato, sí ha pedido elecciones libres en Venezuela.
Además, las críticas de este tipo también han llovido sobre el presidente colombiano, Gustavo Petro, quien restableció relaciones diplomáticas con Venezuela en medio de dudas de la comunidad internacional. También dichos reproches contra la administración de Petro llegaron cuando su gobierno no condenó en su momento las violaciones a los derechos humanos en Nicaragua. Esto, a pesar de que Boric y Petro son mandatarios sumamente cercanos desde que el chileno fue elegido presidente en noviembre de 2021.
Boric, mientras tanto, parece empecinado en su lucha contra las posiciones más extremas de la izquierda latinoamericana. Actualmente, lleva un fuerte enfrentamiento contra los sectores radicales en Chile, a los cuales de hecho tuvo que vencer en su camino a volverse presidente. Pero por ahora, parece sentar precedente de que no todo vale a la hora de defender una postura.