Toda América Latina tiene los ojos puestos en Chile y en Perú, después de las recientes elecciones de Gabriel Boric y Pedro Castillo, dos mandatarios de izquierda. Pero ambos poseen serios problemas en un corto periodo de tiempo de mandato. Impopularidad y falta de gobernabilidad son los síntomas conjuntos en dos países muy distintos.

El contexto más duro lo vive Castillo, que básicamente desde que llegó está al borde del abismo y de la destitución. En menos de nueve meses de mandato ha sobrevivido a dos intentos de vacancia, protestas masivas en su contra, cuatro gabinetes ministeriales y una gobernabilidad prácticamente nula, en un país que a duras penas lo aprueba en 19 %, según la firma Datum.

En el país inca se arrancó con el pie izquierdo. El primer ministro inicial, Guido Bellido, justificó y defendió a miembros de la guerrilla terrorista de extrema izquierda Sendero Luminoso, lo cual terminó en la renuncia del funcionario y la formación de un gabinete mucho menos extremista. Esto porque el primero de aquellos era bastante cercano a los líderes del partido que eligió a Castillo, Perú Libre, de una rama muy cercana al marxismo-leninismo y el socialismo del siglo XXI.

Si bien consideró que el segundo gabinete de Castillo había sido un acierto gigantesco y había logrado gobernabilidad, esta se fue desmoronando cuando los mismos ministros independientes decidieron renunciar denunciando un gabinete a la sombra, además de acusar que el presidente había abusado de su cargo para intervenir en ascensos a altos cargos militares favorables al gobierno.

En medio de movilizaciones, Pedro Castillo está en la crisis más grande de su mandato.

Desde entonces, el gobierno de Perú ha estado en una total inestabilidad, han pasado otros dos primeros ministros, entre estos Héctor Valer, quien solo estuvo ocho días en el cargo después de revelarse que tiene denuncias por agresión familiar por su hija y su esposa.

Ahora, la administración de Castillo sobrevive los días intentando recomponer el rumbo saltando de un escándalo tras otro. Por ejemplo, hace un mes, una exfuncionaria del gobierno reveló un entramado de corrupción en el Ministerio de Transporte en el que estaban vinculados los sobrinos del presidente, siendo acusados de recibir coimas en la adjudicación de contratos. Ahora, los familiares del mandatario son dos de los fugitivos de la justicia más buscados del Perú.

El día a día en el país ahora es el rechazo generalizado al gobierno que aparte de demostrar su ineptitud, los escándalos de corrupción en un periodo muy corto han terminado de manchar su imagen. Esta semana, miles de ciudadanos salieron a las calles para mostrar su inconformidad con los altos precios de la canasta familiar, un fenómeno que ha afectado a prácticamente todo el mundo, pero que sumado a la mala administración es un coctel perfecto para una exigencia de la renuncia de Pedro Castillo.

En materia de aplicación de propuestas también ha quedado mucho a deber el Gobierno peruano. A duras penas puede rescatar una reforma agraria que, si bien cuenta con buenas intenciones, peca al no establecer plazos, montos necesarios para funcionamiento y puede llegar a ser un fondo para el clientelismo en las regiones agropecuarias peruanas.

El otro gran anuncio de Castillo fue la construcción de un planta de vacunas rusas Sputnik V que entrará en funcionamiento en 2023, algo que parece muy tardío teniendo en cuenta los bajos contagios de covid-19 que vive el mundo.

La renuncia o una nueva votación para que Castillo salga del cargo parece ser cuestión de tiempo ante la tremenda decepción que significó la escogencia del político de izquierda el año pasado. Muestra de esto es que el mismo Congreso votó una moción en la que exhortan a que el presidente renuncie al cargo, esto en solidaridad de los fallecidos y heridos de la última protesta en el país. Si bien no es una medida vinculante, señala la posición del parlamento frente al mandatario.

La salida del poder del presidente Castillo parece ser cuestión de tiempo a falta de un milagro. | Foto: 2021 Getty Images

Si por los lados de Perú llueve, en Chile parece que se avecina la lluvia que no escampará fácil. Gabriel Boric, exlíder estudiantil que se convirtió en presidente tras su elección el año pasado contra el candidato de extrema derecha, José Antonio Kast. El nuevo mandatario es la gran esperanza para la izquierda latinoamericana que ve en él un potencial líder y un ejemplo a seguir si su gobierno logra dar los pasos correctos.

El problema en común que tienen tanto Boric como Castillo es su falta de experiencia en el manejo estatal. Boric además de activista, solo ha sido diputado de 2014 a 2018 y esa ausencia parece estar costándole caro en sus primeros días al mando del país. Por eso mismo, vio un aumento de su desaprobación llegando al 35 % en tan solo una semana según la encuestadora Cadem, números que sus antecesores se demoraron mucho más en conseguir.

La firma que realiza los sondeos analiza la popularidad del presidente semanalmente, y con respecto a la anterior semana su aprobación bajó otros cinco puntos, lo que confirma un descenso constante para el gobierno de izquierda de Gabriel Boric. Además corrobora que el periodo de ‘luna de miel’ cuando los mandatarios suben al poder y cuentan con una popularidad considerable no existió en Chile, cosa que curiosamente, sí llegó a tener Pedro Castillo en Perú.

Lejos de acusaciones de corrupción, Boric comparte otra coincidencia con su homólogo peruano y es el cuestionamiento de nombramiento de funcionarios. Primero por Bárbara Figueroa, designada como embajadora de Chile en Argentina, siendo una destacada militante comunista y sindicalista, lo cual provocó la indignación de sectores de centro y centroizquierda que apoyaron la elección del mandatario hace unos meses.

El presidente de Chile, Gabriel Boric no arrancó bien su mandato, pero tendrá tiempo suficiente para corregir sobre la marcha. | Foto: REUTERS

Luego, la polémica vino por su ministra del Interior, Izkia Siches, quien esta semana tuvo una dura salida en falso al compartir información no verídica bajo la que hizo una grave denuncia al gobierno de Sebastián Piñera, previo al de Boric. La funcionaria compartió en sus redes sociales una supuesta noticia que contaba que la administración anterior había expulsado ciudadanos venezolanos de manera irregular. Si bien varios sectores pidieron su renuncia, finalmente Boric la ratificó en el cargo.

De Boric, si bien aún cuenta con mucho tiempo y mucha maniobrabilidad para poder convencer con su gestión, no da las mejores muestras hasta ahora, ya que según el mismo sondeo, su aprobación llegó al 45 %, bajando a menos de la mitad de los encuestados por primera vez desde su posesión. Además, el proceso de la revalidación de una nueva constitución en Chile, que se votará en septiembre, tiene el duro revés de que el 46 % no la respalda, mientras que el 40 % sí.

Si bien el 80 % de los chilenos se mostró de acuerdo con una nueva carta magna en 2020, mucha gente tiene temores de que se construya una constitución muy marcada hacia políticas de izquierda, cosa que el mismo Boric confirmó. “Esas dudas no pueden ser sencillamente ignoradas. (...) Y mi llamado es buscar la mayor transversalidad y amplitud posible para construir una Constitución que sea un punto de encuentro”, declaró el mandatario.

Con Pedro Castillo la esperanza de que su gobierno funcione parece totalmente desvanecida, mientras que Gabriel Boric tendrá que hacer grandes cambios si quiere tener un buen periodo por el Palacio de la Moneda.

Más aún, cuando los ojos de toda América Latina están puestos en estos dos países y qué rumbo tienen con mandatarios de izquierda, ya que tanto Brasil como Colombia tendrán elecciones presidenciales y candidatos afines a Boric y Castillo parten como favoritos. En el caso brasileño, todo apunta a que Luiz Inácio Lula de Silva volverá al cargo, mientras que Gustavo Petro sigue siendo primero en las encuestas.

La popularidad y ser un presidente de izquierda no son cosas opuestas en América Latina, prueba de esto es que Andrés Manuel López Obrador en México, a pesar de serios cuestionamientos, cosecha 54 % de aprobación según El Financiero, que si bien es la más baja de su mandato, se mantiene positiva a más de tres años de posesión. Mientras que Luis Arce en Bolivia, tiene 55 % de respaldo en el sondeo de ATB. Boric tendrá que corregir para no seguir los pasos del desastre de Castillo en Perú.