Luego del escandalo por una fiesta celebrada en mayo de 2020, mientras Reino Unido atravesaba su primer confinamiento, miembros de la oposición al Gobierno británico pedían al primer ministro abandonar su cargo. Boris Johnson se enfrenta ahora a una crisis más aguda mientras algunos miembros de su partido también piden su renuncia.
La fiesta, a la que asistió más de un centenar de personas, fue organizada por el secretario privado del primer ministro, Martin Reynolds. La invitación a la fiesta privada ocurrió en un momento en que los ciudadanos tenían prohibido reunirse con más de una persona no conveniente, lo que desató la ira de los ciudadanos y del parlamento británico.
El miércoles, en una sesión ante el parlamento, el primer ministro aceptó haber estado en la fiesta organizada en Downing Street. El mandatario se disculpó frente al parlamento y alegó que, al llegar al lugar, creía que se trataba de un evento de trabajo.
Reacciones en el parlamento
Las reacciones de la oposición no se hicieron esperar. El partido laborista británico pidió de manera inmediata que el primer ministro renunciara a su puesto.
Keir Starmer, jefe del partido, dijo en su cuenta de Twitter: “Boris Johnson, sus evasiones y distracciones son absurdas. Usted no solamente sabía sobre las fiestas en Downing Street, sino que asistió a ellas. Deje de mentir al publico británico, es tiempo de sincerarse”.
Las disculpas del mandatario no fueron suficiente no solo para sus opositores, sino también para miembros de su propio partido.
El líder conservador en Escocia, Douglas Ross, fue de los primeros en atacar el primer ministro británico, alegando que luego de que el primer ministro aceptara haber estado en la fiesta, es imposible que siga en su cargo.
Phillip Davies, diputado del partido de Johnson afirmó también que la postura del primer ministro no se puede sostener ni defender. De opinión similar es sir Roger Gale, líder de opinión del partido conservador británico, quien, haciendo alusión a las reacciones en la opinión publica, afirmó en la radio de la BBC que Johnson es “un muerto andante”.
Cerrando filas
A pesar de la abierta oposición de algunos miembros del partido y de personas cercanas al Partido Conservador, Johnson ha logrado cerrar las filas en su partido, desafiando de esta manera las solicitudes de dimisión.
Rishi Sunak, secretario del tesoro y el nombre que más suena para reemplazar a Johnson, salió en respaldo del primer ministro ocho horas después de que este se disculpara ante el parlamento.
El apoyo de Sunak generó una respuesta en masa al interior del partido y gabinete de Johnson. Jacob Ress-Mog, quien pertenece al ala dura del partido, confirmó su apoyo al primer ministro y afirmó que todo el partido lo respalda ante las amenazas de dimisión.
Proceso de salida
Si bien la popularidad del mandatario es baja y las solicitudes de dimisión han calado en la opinión publica y la oposición, el proceso para sacar a Johnson del cargo no es tan sencillo.
Lo primero es que la vicesecretaria permanente de la Oficina del Gabinete, Sue Gray, concluya una investigación encomendada por el propio partido conservador. En esta investigación, Gray deberá analizar más de una docena de fiestas entre las que se incluye aquella a la que asistió Johnson.
La decisión de dimitir se encuentra directamente en manos de Johnson, mientras que su partido debe decidir si lo quiere fuera. Si el partido así lo decide, es necesario que primero se activen los mecanismos internos que permiten la censura del primer ministro, lo que supondría que por lo menos 15 % de ciertos diputados pidan que Johnson sea removido del cargo.
Si el mecanismo se llega a activar, sería necesario que 54 diputados conservadores declararan directamente, mediante cartas enviadas el primer ministro, que desean que su renuncia. Hasta ahora solamente dos diputados han afirmado públicamente que enviaron cartas a Johnson.
Si bien el primer ministro británico se enfrenta a una grave crisis institucional y de popularidad, el camino hacia una posible censura parece todavía bastante lejano. La decisión recae en el propio Johnson, quien parece no estar dispuesto a dimitir, y en su propio partido, que ha cerrado filas en torno al primer ministro.