El primer ministro británico, Boris Johnson, comparece por primera vez desde que fue multado por infringir la ley anticovid ante unos diputados que, pese a la indignación, no parecen determinados a cambiar de líder en plena guerra de Ucrania.
Johnson, su esposa Carrie y su ministro de Finanzas, Rishi Sunak, segundo cargo más importante del gobierno, fueron multados el pasado martes con 50 libras (65 dólares, 60 euros) por una fiesta de cumpleaños celebrada el 19 de junio de 2020 con decenas de personas en la sala del Consejo de Ministros, cuando las reuniones sociales estaban prohibidas.
Son tres de la 50 de sanciones que la policía de Londres ha puesto hasta ahora por el conocido como “partygate”, el escándalo de las fiestas ilegales organizadas en dependencias gubernamentales durante los confinamientos de 2020 y 2021, que a principios de año hizo peligrar la permanencia de Johnson en el poder.
La investigación, que cubre una docena de eventos, desde celebraciones navideñas hasta fiestas de despedida, sigue abierta, por lo que el primer ministro, cuya presencia se señaló en otros actos, podría ser multado de nuevo.
El líder conservador, de 57 años, se convirtió así en el primer jefe de gobierno en ejercicio sancionado por infringir la ley. E inmediatamente pidió “disculpas completas” ante las cámaras de televisión, afirmando “entender la ira” de los británicos, privados en aquella época de reunirse con sus seres queridos.
Pero rechazó los llamados a dimitir, reiterados por la oposición que lo acusa de haber mentido al Parlamento cuando afirmó en diciembre que las normas anticovid no se habían infringido. De regreso este martes 19 de abril de sus vacaciones de Pascua, los diputados quieren pedir explicaciones a Johnson.
Si embargo, este provocó indignación antes de salir a la palestra, al decidir combinar sus explicaciones sobre el “partygate” con información sobre la respuesta occidental a la guerra de Ucrania y la creciente crisis del coste de la vida.
Sus detractores denunciaron un intento de minimizar el escándalo, pero su portavoz aseguró que Johnson es sincero en admitir sus errores. “Respeta plenamente el resultado de la investigación” policial, dijo el portavoz a los periodistas. Un miembro del ejecutivo, el ministro para Irlanda del Norte, Brandon Lewis, defendió por su parte en Sky New que el primer ministro “dijo claramente en cada momento lo que creía que era verdad”.
Johnson ha asegurado en el pasado que siempre creyó que los diferentes encuentros eran “eventos laborales”, como la fiesta por su 56º cumpleaños, que -aseguró- no duró más de “10 minutos”, con unos participantes que, como Sunak, estaban allí para una reunión del gabinete. Sin cuestionar la multa, afirmó que en ningún momento se le “había ocurrido” que “pudiese ser una infracción de las reglas”.
Un nutrido grupo de rebeldes de su formación, el Partido Conservador, contempló a principios de año lanzar una moción de censura interna contra él por este escándalo. Pero desde que el 24 de febrero estalló la guerra en Ucrania, la idea de cambiar de dirigente se ha enfriado.
Así, el diputado conservador Roger Gale descartó la semana pasada, “en plena crisis internacional”, dar al presidente ruso Vladimir Putin “la tranquilidad de pensar que vamos a destituir al primer ministro y debilitar la coalición” contra Rusia. “Cualquier reacción a esto tendrá que esperar”, agregó. Sin embargo, recientes sondeos mostraron que una mayoría de británicos considera a Johnson un “mentiroso” que debería dimitir.
Los diputados de la oposición insisten en ello, apoyándose en nuevos detalles publicados por el Sunday Times según los cuales en una fiesta de despedida de su jefe de comunicación, el 13 de noviembre de 2020, Johnson sirvió incluso las bebidas.
Y quieren que el presidente de la Cámara de los Comunes, Lindsay Hoyle, permita una votación para intentar llevar el caso ante una comisión parlamentaria encargada de decidir si el primer ministro mintió a la cámara, lo cual, según unas reglas no escritas, es motivo de destitución. Sin embargo, para ello necesitan el apoyo de parte de la mayoría conservadora.
Y aunque esta no parece determinada a colaborar de momento, podría cambiar de opinión si en las elecciones municipales del 5 de mayo los electores muestran que han retirado su apoyo al primer ministro, que llegó triunfante al poder en 2019 prometiendo realizar un Brexit que hasta entonces parecía irrealizable.
Con información de AFP