Desde el inicio de la pandemia, grupos de médicos cubanos han sido grabados y fotografiados bajando de aviones en aeropuertos extranjeros y saludando a sus anfitriones con el codo. Estos trabajadores de la salud son enviados por el gobierno de la isla a solicitud de países que necesitan ayuda en la atención de la crisis sanitaria provocada por la covid-19. Según la organización no gubernamental Human Rights Watch (HRW), desde marzo Cuba ha enviado 1.500 profesionales de la salud alrededor del mundo para atender la pandemia, sumándose a los aproximadamente 30.000 que ya estaban desempeñando funciones. Los países anfitriones son Italia, Venezuela, Nicaragua, México, Jamaica, Haití, Uruguay, Perú y Catar, entre otros.
Aunque la pandemia las ha hecho más visibles, las misiones médicas cubanas no son nuevas. El país caribeño envía estas brigadas desde 1960 a territorios alrededor del mundo que experimentan situaciones de emergencia o donde los sistemas de salud son insuficientes. La primera misión fue en respuesta a un terremoto que golpeó Chile en 1960. De ahí en adelante, el envío de médicos y otros profesionales ha sido constante. Por ejemplo, en 1998 llegaron brigadas a Centroamérica para atender la emergencia provocada por el huracán Mitch, que mató a 30 mil personas y dejó millones de damnificados.
Muchos médicos cubanos enviados a Venezuela han abandonado las misiones y han venido a Colombia para buscar el exilio. En 2005, personal de la salud llegó a Guatemala después del paso de un nuevo huracán que dejó 670 muertos y 850 desaparecidos. Este mismo año, la isla también envió brigadas médicas a Pakistán para atender un terremoto que mató a 80 mil personas. Otra de las misiones más conocidas fue la de 2014 durante el brote del ébola en África, que infectó a 30 mil personas y de esas mató a 11 mil. Esta vez, Cuba envió a 256 profesionales de la salud a Guinea, Sierra Leona y Liberia. Las acciones fueron reconocidas, incluso, por el entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien dijo que médicos cubanos y estadounidenses debían trabajar juntos para combatir la enfermedad.
Helen Yaffe, conferencista de la Universidad de Glasgow, especialista en Cuba y autora de varios libros sobre el país, señala en un artículo publicado por London School of Economics que para 2014: “Profesionales de la salud cubanos habían realizado 1,2 billones de consultas y 8 millones de cirugías afuera de su país. Además, 76 mil han trabajado en 39 países africanos y 20 mil en Venezuela durante una década”. Algunas de las misiones médicas son pagadas por los gobiernos anfitriones. En otros casos, en los que las condiciones económicas de los países no son favorables, Cuba asume los costos. Aun así, la exportación de estos servicios es un rubro importante en su economía. Según medios locales, en 2018 el Gobierno reportó el ingreso de 6.300 millones de dólares por dichos servicios. La cifra es destacable para las finanzas de Cuba, teniendo en cuenta que Estados Unidos mantiene un bloqueo comercial desde hace 60 años sobre la isla que ha impedido relaciones comerciales normales con el mundo. En lado oscuro de la historia Así como han sido reconocidas por su labor humanitaria, las misiones médicas también han sido criticadas. La más reciente polémica es acerca de las condiciones laborales de los profesionales y la vulneración de sus derechos. La organización española Prisoners Defenders presentó un reporte sobre la situación en mayo de 2019. Más tarde, también lo hizo las Naciones Unidas y recientemente Human Rights Watch. Las denuncias señalan que los médicos cubanos en misiones internacionales son controlados en su vida privada y pública por el gobierno de la isla. El personal de salud no puede relacionarse con personas opositoras al régimen. Tampoco tienen permitido hablar para medios de comunicación sin autorización ni frecuentar sitios que, según el Gobierno, dañen la imagen de la misión. Según los reportes, las personas que cometan alguna falta pueden ser sancionadas con el retiro de su salario e incluso enviadas de nuevo a Cuba. En caso de que abandonen su trabajo, la justicia puede darles hasta 8 años de cárcel o prohibirles la entrada a la isla.
Las organizaciones también reportan que los médicos se sienten presionados a ser parte de estas misiones por miedo a represalias del Gobierno. Además, advierten que más del 75 por ciento del salario que reciben por sus servicios son retenidos por la administración, dejándolos con dinero insuficiente para vivir dignamente. Sumándole a esto, trabajan largas jornadas laborales que superan las 64 horas semanales.
El alcalde de Medellín, Daniel Quintero, abrió una polémica al pedir la llegada de intensivistas cubanos para cubrir el déficit de estos especialistas en el país. Relatoras de las Naciones Unidas sobre esclavitud y trata de personas han dicho que “las condiciones laborales podrían ser catalogadas como trabajo forzoso”. A estos hechos que han ensombrecido la labor de los miles de médicos, se suman también las críticas sobre sus usos políticos. Un artículo publicado por ‘The New York Times‘ en marzo cuenta los testimonios de profesionales de la salud cubanos que han trabajado en Venezuela y aseguran que sus servicios han sido utilizados para chantajear a la población a favor del régimen. Así, por orden del gobierno anfitrión, los servicios médicos son prestados a quienes son favorables al partido y las consultas son acompañadas de propaganda política. Sus detractores Estados Unidos, el tradicional opositor del gobierno castrista de la isla, no ha permanecido callado al respecto. La administración de Donald Trump ha presionado a países que reciben misiones cubanas a acabar sus contratos, como ha sido el caso de Brasil, Ecuador y Bolivia. También, recientemente pidió a la Organización Panamericana de la Salud (OPS) investigar las misiones en Brasil, amenazando con dejar de aportar a la institución. Para la Casa Blanca, la OPS "debe explicar cómo llegó a enviar 1.300 millones de dólares al asesino régimen de Castro”.
Cuba ha dicho que las presiones de Washington y las denuncias acerca de las misiones médicas forman parte de una campaña injuriosa contra su histórica colaboración internacional. En una comunicación presentada en diciembre de 2019, afirmaron que “los profesionales de la salud que participan en esos programas lo hacen de manera libre y voluntaria”. Además, señalan que durante su periodo de servicio reciben su salario en Cuba y disponen de un estipendio en el país de destino. Por otro lado, Cuba también argumenta que el porcentaje de las ganancias que retiene el Gobierno es utilizado para el sostenimiento del sistema de salud extensivo y gratuito de la isla, al igual que para las misiones médicas internacionales.