Un reporte de espías surcoreanos conocido este jueves señala que la fuerte caída de peso del líder supremo de Corea del Norte, Kim Jong-Un, no afecta su rol como máxima autoridad del país asiático. Esto acaba con las especulaciones de que esto podría estar relacionado con problemas de salud.
“Si hay una anomalía en su salud, debería haber señales de que se están importando medicamentos a la clínica que está a cargo de la salud de Kim, pero eso no fue detectado”, explico el parlamentario de Corea del Sur, Kim Byung-kee a los periodistas el jueves, según informó Bloomberg News.
El miembro de la Asamblea informó además que no hay rastros de que el hospital de Corea del Norte en donde es atendido Kim Jong-Un haya importado o recibido medicamentos para tratar alguna enfermedad del líder supremo, por lo que se descarta la posibilidad de que haya enfermado, a pesar de haber rebajado unos 20 kilos en las últimas semanas.
Byung-kee explicó que el mandatario aún organiza “reuniones de horas” y no se ha visto nada inusual en su forma de caminar, por lo que todo indica que sigue su vida con normalidad.
En medios y círculos políticos de Corea del Sur se ha venido especulando recientemente con la salud del líder, pues ahora se le ve al hombre de 37 años mucho más delgado, la cara también menos redonda y el reloj que lleva en la muñeca menos apretado que hace un par de meses, cuando pesaba 140 kilos.
Las alarmas comenzaron cuando residentes de Pyongyang, consultados por algunos medios, señalaron estar “devastados” por el aspecto físico de su líder, el cual parece “demacrado”, y se mostraron preocupados porque Kim Jong - Un aún no ha anunciado quién podría ser su remplazo en caso de fallecer repentinamente.
Kim Jong Un apareció concretamente a finales de junio para hablar sobre los efectos de la pandemia en su país. El país, cuya economía está hundida por las múltiples sanciones internacionales impuestas a raíz de sus programas militares, atraviesa desde hace tiempo graves crisis alimentarias. Con la pandemia, la situación ha debido empeorar.
Pyongyang fue uno de los primeros en imponer estrictas restricciones sanitarias, entre las cuales está el cierre de su frontera para evitar la propagación del coronavirus detectado en China.
El régimen asegura que el virus no llegó al territorio, lo que ponen en duda muchos expertos. Pero este aislamiento ha tenido un impacto económico elevado e incluso el líder norcoreano Kim Jong - Un ha reconocido las dificultades a las que tiene que enfrentarse la población, llamándola a prepararse para lo peor.
El comercio con Pekín, primer apoyo económico y diplomático del régimen, se ha reducido drásticamente. Las cifras del organismo chino de aduanas informaron que Corea del Norte había importado en abril bienes por un valor de US$29 millones, más del doble que en marzo, pero una cifra muy por debajo del nivel de antes de la pandemia.
“Pyongyang estaba en una situación desesperada antes de la pandemia”, observa Soo Kim, exempleado de la CIA que trabaja actualmente par RAND Corporation. “El coronavirus agravó las dificultades sistémicas, institucionales y económicas existentes”.
Todos los extranjeros que trabajan para la ONU y las agencias de ayuda dejaron el país por las restricciones.
Varias de estas organizaciones le confirmaron a la AFP que este año no se publicará el informe sobre necesidades y prioridades, que normalmente presenta el balance de la situación humanitaria en el país y sobre el que se basa la ONU para los pedidos de fondos.
Esta decisión se debe a “la ausencia de evaluaciones y observaciones de terreno a raíz de las restricciones impuestas para combatir el coronavirus”, declaró Edwin Salvador, representante en Pyongyang de la Organización Mundial de la Salud (OMS).