La Policía Nacional de Haití anunció este lunes la captura del coordinador de seguridad del presidente Jovenel Moïse como parte de la investigación sobre el asesinato del mandatario, ocurrido el 7 de julio en su residencia de Puerto Príncipe, la capital del país.
El comisionado de división Jean Laguel Civil se encuentra preso en un penal de Delmas, una ciudad vecina de Puerto Príncipe.
Se sospecha que está involucrado en el complot que condujo a la muerte de Moïse en su residencia a manos de un comando armado.
“Confirmo que Jean Laguel Civil fue detenido el lunes por la Policía como parte de la investigación del asesinato del presidente Jovenel Moïse”, le dijo a la AFP la portavoz de la institución policial, Marie Michelle Verrier.
El comisionado del gobierno de Puerto Príncipe, Me Bed-ford Claude, ya les había pedido a los servicios de migración que prohibieran la salida del país de cuatro agentes de la Policía Nacional haitiana, responsables de la seguridad del presidente asesinado.
Además de Jean Laguel Civil, se trata del comisario Dimitri Hérard, jefe de la Unidad de Seguridad General del Palacio Nacional (USGPN); el comisario Léandre Pierre Osman, jefe de la Unidad de Seguridad Presidencial (USP), y el inspector Principal Amazan Paul Eddy, jefe del Equipo Cat, una unidad élite responsable de la protección del presidente.
Siempre en el marco de la investigación del magnicidio, la Policía emitió el lunes un aviso de búsqueda contra Wendelle Coq Thélot, juez del Tribunal de Casación, el máximo órgano judicial del país. El magistrado había sido retirado por el presidente Moïse.
El nuevo primer ministro de Haití, Ariel Henry, prometió llevar a los asesinos del mandatario ante los tribunales.
Hasta el momento, la Policía haitiana detuvo a unos 20 mercenarios, en su mayoría colombianos, y afirma haber descubierto un complot organizado por un grupo de haitianos con vínculos con el extranjero, pero quedan muchas preguntas sin respuesta.
El último homenaje
El pasado viernes Haití realizó el último homenaje al fallecido mandatario, en una custodiada ceremonia funeraria en una ciudad donde se desataron actos violentos que ilustran la inestabilidad del país.
Los actos solemnes se desarrollaron en la ciudad de Cabo Haitiano, en el extremo norte de la nación caribeña. Agentes de la Policía que estaban desplegados en todas las calles no impidieron un estallido de episodios violentos. Incluso, desde dentro del recinto donde se llevaba a cabo el funeral se escucharon disparos, que forzaron la salida apresurada de algunos participantes en medio de una nube de gases lacrimógenos lanzados por la Policía.
El ataúd, cubierto por la bandera nacional y la banda presidencial, estaba expuesto en una explanada adornada de flores. Los restos eran custodiados por soldados de las Fuerzas Armadas de Haití.
La viuda del presidente, Martine, quien resultó gravemente herida en el ataque nocturno, estuvo presente en Cabo Haitiano, con el brazo en cabestrillo tras ser atendida en un hospital en Florida, Estados Unidos.
Con el rostro cubierto por una mascarilla con una foto de su marido, la viuda se inclinó sobre el ataúd.
Representantes de delegaciones extranjeras, del cuerpo diplomático y miembros del Gobierno se turnaron para ofrecerle el pésame.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, envió una delegación de alto nivel al funeral, incluida su embajadora ante las Naciones Unidas, Linda Thomas-Greenfield, y su nuevo enviado especial para Haití, Daniel Foote. No se quedaron mucho tiempo.
“La delegación presidencial está a salvo y completa después del tiroteo reportado durante el funeral. Están todos de regreso a Estados Unidos”, dijo Jen Psaki, la portavoz de la Casa Blanca.
A su regreso a Nueva York, la embajadora Thomas-Greenfield declaró que “el pueblo de Haití merece la paz, la seguridad y un futuro mejor”.
Un batallón rindió honores militares al jefe de Estado. Mientras tanto, la ceremonia religiosa fue dirigida por cinco sacerdotes.
La viuda recordó a su marido, su fructífera carrera empresarial antes de entrar a la política y deploró su fin trágico, “salvajemente asesinado”, “abandonado y traicionado”.
“¿Qué crimen cometiste para merecer tal castigo?”, se preguntó. “Él conocía bien los vicios de este sistema podrido e injusto”, afirmó también. “Ese sistema que pocos antes que él quisieron atacar”, sentenció.
“Se encontró, de la noche a la mañana, con todo ese sistema en bloque, en su cara”, siguió, asegurando que no desea “venganza ni violencia”.
Sus elogios contrastan con la fuerte desconfianza que suscitaba Moïse en buena parte de la población antes de su muerte. Muchos le señalaban de inacción ante la crisis y de un proceder autoritario.
Con información de la AFP.