En lo que va de 2021, motines, que posteriormente se convierten en masacres en las cárceles de Ecuador, han dejado más de 320 muertos, un problema crudo de violencia que crece en estos establecimientos penitenciarios. Y los expertos coinciden en que el problema es quiénes están detrás de cada masacre que atemoriza a Ecuador: carteles mexicanos.
Autoridades y expertos han dicho que las bandas criminales ecuatorianas tienen conexiones con los carteles mexicanos rivales de Sinaloa y Jalisco Nuevo Generación, que se disputan rutas del gran tráfico.
Hace unos días, Pablo Arosemena, el gobernador de Guayas, cuya capital es Guayaquil, le dijo a la prensa que las ganancias por el tráfico al menudeo o “microtráfico” son muy grandes y explica desde este punto de vista la búsqueda del control: un ladrillo de un kilogramo de cocaína cuesta fuera de Ecuador hasta 35.000 dólares, pero cuando lo venden dentro del país le pueden sacar ganancias de más de 100.000.
Así las cosas, bandas rivales vinculadas al narcotráfico libran una disputa en prisiones como Guayas 1, que está distribuida en doce pabellones. Allí, las autoridades han identificado al menos a seis grupos relacionados con estas bandas y carteles, entre los que se encuentran Choneros, Lobos, Tiguerones y Latin King.
En la penitenciaría Guayas 1, donde se produjo el más reciente enfrentamiento, el saldo es de 68 muertos hasta el momento, y en ella operan, según información de las autoridades, al menos siete bandas, entre ellas las mencionadas.
Cómo funcionan las bandas criminales
Los Tiguerones es una banda que se desprende de Los Choneros y, de acuerdo con la fundación dedicada al estudio de la principal amenaza de la seguridad nacional y ciudadana en América Latina y el Caribe Insight Crime, esta banda ha tomado cada vez más poder, convirtiéndose en uno de los grupos carcelarios más violentos del país.
“[Los Tiguerones] cuentan con presencia permanente en penitenciarías en todo el territorio ecuatoriano y operaciones en múltiples ciudades, donde Los Choneros se dedican al microtráfico, sicariato, extorsión y contrabando”, dice esa organización.
Pero, ¿cómo esto resulta en una creciente ola de violencia en las cárceles? Toda la violencia desatada se debe a que cambios recientes en los mandos de Los Choneros han motivado las luchas internas en el grupo y sus subgrupos, “lo que amenaza con echar por tierra el legado de poder de esta banda”. Esto es lo que dicen los expertos.
Y por otro lado, medios ecuatorianos afirman que las pandillas rivales de esta organización, entre ellas Los Lobos, Los ChoneKillers y Los Pipos, se unieron en una nueva estructura en 2021 y se denominaron Nueva Generación, haciendo referencia a su relación de narcotráfico con el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), de México.
Por eso la disputa por el control de los establecimientos carcelarios y de toda la economía ilegal que se mueve al interior de ellos es el común denominador de los violentos motines.
Al respecto, la comandante de la Policía de Ecuador, la general Tannya Varela, señaló que en ese reclusorio hay un “vacío” por la ausencia de cabecillas en varios pabellones y que eso lo que ha desatado una “disputa de poder y lucha por el liderazgo”.
La reciente masacre “posiblemente pueda generar otras acciones”, advirtió la oficial.
Cárceles sobrepobladas
Ecuador cuenta con 65 prisiones para 30.000 reclusos, pero la población carcelaria ronda los 39.000 presos, un 30 % más de su capacidad.
En la penitenciaria Guayas 1, donde se dio la masacre, hay 8.500 internos y una sobrepoblación del 60 %.
La crisis carcelaria venía incubándose hace “varios años”, pero solo ahora se nota “esta ausencia estatal” por la “disminución del presupuesto para la atención” de los reos, le afirmó a la AFP Fernando Carrión, experto en seguridad de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).
Al tiempo, la seguridad dentro de las prisiones pasó de la policía al SNAI, un órgano autónomo que se ocupa de la vigilancia con civiles formados como guías penitenciarios. “La administración del sistema es precaria”, remarca el especialista.
Un mes antes de que se produjera la masacre de septiembre, que produjo más de cien víctimas, el entonces director del SNAI, Fausto Cobo, lanzó la alerta: el sistema cuenta apenas con 1.500 guardias y se necesitan unos 4.500 para prestarles seguridad a las penitenciarias.
La cárcel –opina Carrión– “es el reflejo de lo que pasa en la sociedad” y en las calles, donde se afianza el narcotráfico con sus múltiples brazos armados. La tasa de homicidios en Ecuador pasó del 7,8 % por cada 100.000 habitantes en 2020 al 10,6 % entre enero y octubre de 2021.
“Cuando no hay una presencia verdadera del Estado adentro de los centros (de reclusión), entonces obviamente quienes van a tomar el poder y el control de estos espacios van a ser todos estos grupos que además tienen armas”, indicó Carrión.
De otro lado, la abogada Vianca Gavilanes, de la Fundación Dignidad, que defiende los derechos humanos de reclusos, critica la posición del Gobierno de presentar a todos los reos como “monstruos” y culpar las disputas por las masacres, cuando según ella dentro de las cárceles funciona una economía ilegal que provee a los presos de los servicios que el Estado no les brinda.
“Eso es deslindar la responsabilidad del Estado (...) Todas las decisiones que ha tomado desde la política pública hasta la normativa, han sido direccionadas para que tengamos (...) más de 300 personas asesinadas de manera muy violenta”, expresó.
* Con información de la AFP.