En las últimas horas, previas a la reunión del Consejo Permanente de la OEA, ha ido creciendo la expectativa. Los 34 embajadores acreditados ante ese organismo oirán un informe del Secretario General, al uruguayo Luis Almagro, que concluirá que Venezuela se ha salido de la senda democrática y que, en consecuencia, el continente debe tomar medidas para forzar su regreso al redil.No es la primera vez que esto ocurre. Ya Almagro había planteado la aplicación de la Carta Democrática, pero no había conseguido el apoyo suficiente. El gobierno venezolano presidido por Nicolás Maduro considera que esa hipótesis es una afrenta y que viola principios de no intervención en los asuntos internos de un Estado. Y ha echado mano de todos los instrumentos diplomáticos y políticos que tiene a la mano para evitar que el grupo de países partidarios de aplicar la Carta logre los votos necesarios. En particular, Caracas se defiende con el apoyo de casi todos los países caribeños –donde ha ejercido influencia durante décadas- y de los países del Alba: Bolivia, Ecuador y Nicaragua. Hasta ahora, esas jugadas han sido suficientes para evitar las sanciones y presiones que están contempladas en la Carta Democrática –aprobada en 2001- para los países que dejen a un lado las prácticas democráticas.Puede leer: El demoledor informe de la OEA sobre VenezuelaLa gran pregunta es si todo puede cambiar este martes 28 de marzo. Y hay varias razones para concluir que la reunión no será idéntica a las que ya se han llevado a cabo. En primer lugar, se ha deteriorado la situación en Venezuela. No solo por las tensiones sociales causadas por la crisis económica, que ya alcanza ribetes de crisis humanitaria. Sin, sobre todo, por las señales que ha enviado el presidente Maduro que levantan la sospecha de que no respetará el calendario electoral. En 2016, su gobierno manipuló el proceso de recolección de firmas, que adelantaba la oposición, para convocar a un referendo revocatorio, previsto en la Constitución y que ahora, en la lejana eventualidad de que llegara a realizarse, no pondría en peligro el mantenimiento del chavismo en el poder hasta las elecciones presidenciales de diciembre de 2018. A esa afrenta antidemocrática se suma la dilación del llamado a elecciones de mandatarios locales y rumores sobre la posibilidad de que tampoco se realicen los comicios presidenciales de 2018. Todo esto es muy grave, implica un irrespeto a las instituciones fundamentales de la democracia, y se agrega a la creciente molestia que causan la concentración del control chavista de todos los poderes del Estado, la detención de miembros de la oposición y las limitaciones a la libertad de prensa.El segundo punto que llama la atención de los analistas es la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. Aunque el nuevo gobierno ha hablado muy poco sobre su política hacia Venezuela, en el partido republicano hay un sector influyente que criticó la actitud de Barack Obama hacia el gobierno chavista por considerarlo muy blando. La reunión de este martes en la oficina de la OEA será una especie de bautizo en el que se sabrá si la nueva administración modificará la postura hacia Venezuela y, sobre todo, si el ala de línea dura tendrá la influencia que algunos le pronostican. La oposición venezolana, conocedora de esta realidad política, ha intensificado su trabajo para mostrar en Washington el avance del narcotráfico en Venezuela y la presencia, en el gobierno Maduro, de personas acusadas de tener vínculos con esa actividad delictiva. En particular, el vicepresidente Tareck El Aisammi.El tercer elemento que ha cambiado es el contexto regional. En cuestión de meses la izquierda, que tuvo mayoría en América del Sur durante una década y media, se ha debilitado. Han cambiado de signo los gobiernos de Argentina y Brasil, se ha fortalecido la derecha en Perú y tiene avances en Chile y Ecuador. Venezuela no cuenta con el apoyo –ni la tolerancia- de hace diez años. Eso la ha llevado a radicalizar su discurso, que incluso ha llegado a tronarse agresivo contra sus propios vecinos de la región.Le recomendamos: Venezuela: los coletazos de la crisisAsí quedó claro el lunes 27 en primera una reunión del Consejo Permanente. Durante el debate sólo habló la canciller de Venezuela que con un lenguaje procaz que utiliza usualmente la administración de Maduro se fue lanza en ristre contra el Secretario General Almagro, que un informe presentado el 14 Marzo ha sugerido que a Venezuela se le aplique la Carta Democrática, que incluye en última instancia su suspensión de la Organización, si el gobierno de ese país no toma medidas para la liberación de los presos políticos, se reconozca la validez de las decisiones de la Asamblea Nacional y se establezca un calendario electoral que incluya elecciones. Catorce países, Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Estados Unidos, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú y Uruguay, formularon hace pocos días una declaración en la que tácitamente apoyan la iniciativa de Almagro de aplicar la Carta Democrática, pero advirtiendo que “la suspensión de un país miembro” de la OEA es “el último recurso” y que antes tendrían que “agotarse los esfuerzos diplomáticos en un plazo razonable”. Esa manifestación fue considerada por Venezuela como una intromisión en los asuntos internos y una ofensa.Este martes, a los dos de la tarde, hora de Washington, la reunión del Consejo Permanente de la Organización estudiará el informe del Secretario General en la que formalmente solicita la aplicación de la Carta a Venezuela. La celebración de la reunión que fue aprobada, por 18 países, es decir cuatro más, de los que emitieron la declaración aludida.Infografía: Venezolanos y colombianos una historia de éxodos de lado y ladoNo se sabe cuál será el desarrollo de la reunión. Sin embargo, se pueden formular tres hipótesis.Como sucede muchas veces, cada uno de los países interviene y dice lo que considera, pero no se adopta por el Consejo Permanente ninguna decisión en uno u otro sentido.Se entra a votar la propuesta del Secretario General y se obtiene un mínimo de 18 votos, mayoría más uno. Se iniciaría un dilatado proceso que podría durar varios meses para la aplicación de la Carta y en última instancia la eventual suspensión de Venezuela de la Organización.Se vota la propuesta y no obtiene los votos necesarios. Hasta ahí llegarían las cosas, al menos hasta este momento.
El continente estará pendiente. Maduro tratará de comprar tiempo, como ha hecho siempre con éxito, pero su situación se ha debilitado en el mediano plazo. Hasta dónde esa mayor debilidad puede llevar a un cambio de la actitud de la región, estará por verse. Pero la sola hipótesis basta para que la atención continental se concentre, este martes en la tarde, en las deliberaciones del Consejo Permanente de la OEA.