Sin lugar a dudas, la figura más polémica de los Estados Unidos en las épocas más recientes es Donald Trump. Desde que se alzó con el poder en 2016, este magnate y empresario sacudió la política norteamericana para siempre con sus formas poco ortodoxas. Ahora, en medio de un nuevo escándalo, uno de los líderes más emblemáticos del Partido Republicano mantiene la calma y la imagen a pesar de estar con el agua hasta el cuello.
El pasado martes, compareció ante la justicia estadounidense en un juzgado en Miami, en medio del escandaloso caso de los documentos clasificados encontrados en su residencia en Mar-a-Lago, donde se encontraron cientos de cajas con archivos confidenciales que Trump se habría llevado después de salir de la presidencia. Era tal el descaro que en uno de los baños había cajas hasta el techo.
En total, el juzgado de Miami lo acusó de 37 cargos criminales distintos por la retención de documentos clasificados en su poder que, según las autoridades, mostró a varios invitados que llegaban a su residencia. La acusación tiene contra las cuerdas al exmandatario y podría terminar con su campaña presidencial o directamente con él en la cárcel.
Según lo dado a conocer por las autoridades judiciales, los cargos de los que se le acusa a Trump se refieren a siete delitos federales, de los cuales uno tiene una reincidencia de 31 veces, lo podrían llevar hasta una condena de 100 años, dada la gravedad de los hechos. Sin embargo, si llegase a ser condenado, no se espera una pena tan larga, pero sí lo suficiente para que su carrera política tenga un dramático revés.
Trump es un hombre de la televisión. Si hay alguien que sabe montar una puesta en escena es él y su audiencia no fue la excepción para que mostrara que incluso en sus momentos más difíciles es un showman tanto para los cientos de seguidores que lo esperaban afuera del juzgado, como para sus detractores más profundos.
Llegó a Miami en avión privado y luego fue al juzgado en medio de su caravana de escoltas, para luego no pronunciar ni una palabra al juez y dejar que su abogado dijera que se declaraba inocente, luego de ser procesado y formalmente arrestado. Posteriormente, salió de la diligencia y se detuvo en un restaurante a saludar a sus seguidores para luego irse a Nueva Jersey. Todo en modo maratónico y siempre conservando la calma, como si no estuviera a punto de ir a juicio.
Ya en Nueva Jersey, Trump dio un discurso fiel a su estilo, plagado de defensas a medias y muchos ataques a sus rivales. Calificó las acusaciones de estar fabricadas y ser una persecución política en su contra para detener sus intenciones de volver a la presidencia en 2024. “Nombraré a un fiscal especial de verdad para perseguir al presidente más corrupto de la historia de los Estados Unidos de América, Joe Biden, y a toda la familia criminal de Biden”, declaró el exmandatario al anunciar lo que haría si vuelve al poder.
Lo cierto es que las pruebas contra Trump parecen más que contundentes, teniendo en cuenta que las mismas autoridades fueron las que encontraron los documentos en la vivienda del expresidente y él mismo ha aceptado que dichos documentos estaban ahí, aludiendo que Mar-a-Lago es un depósito lo suficientemente seguro para guardar documentos.
Lo cierto es que Donald Trump, hoy día, es el primer expresidente en ser acusado de delitos federales, algo inédito para los estadounidenses. Además, es la segunda vez que el líder republicano se le acusa de cargos criminales este año después de que se le imputara por el escándalo de la exactriz de cine para adultos Stormy Daniels, quien denunció haber sido sobornada por el expresidente para que no contara nada sobre la relación que habrían tenido.
¿Tambalea la campaña?
Con esto en mente, la lógica apunta que Donald Trump tendría que abandonar su campaña presidencial para 2024 si se le encuentra culpable, pero cuando se trata de él siempre se esperan asuntos fuera de lo común. La ley estadounidense no contempla una prohibición para que alguien acusado por la justicia tenga que abandonar sus aspiraciones a una elección, o por lo menos no para lo que se le imputa a Trump.
De hecho, existe un antecedente, ya que en 1920, el candidato comunista Eugene Debs se lanzó a la presidencia mientras era acusado por la justicia. Por los llamados y declaraciones que ha hecho Trump, parece muy irreal siquiera pensar en que va a desistir de su cruzada para volver a la presidencia, donde el escenario más probable en la actualidad es que se vuelva a enfrentar a su némesis por excelencia: el presidente Joe Biden.
Para llegar al límite de lo surreal, tampoco se contempla una prohibición de que un presidente ejerza su cargo desde la cárcel, por lo que, en teoría, no es imposible que Donald Trump cambie el Despacho Oval de la Casa Blanca por una celda en una prisión federal. Todo depende de si, a pesar de todas las polémicas que carga en la espalda, logra ganar la nominación republicana y la elección presidencial el próximo año. Todo es posible.
De igual manera, los cargos en su contra podrían generar una mala imagen para sus aspiraciones de cara a las primarias republicanas contra sus copartidarios. Pero la verdad es que la ventaja de Trump sobre sus rivales está entre los 20 y los 40 puntos porcentuales, una distancia lo suficientemente amplia para que, dentro de todo, sea el menor de sus problemas.
Por ejemplo, el sondeo de la firma RealClearPolitics, que salió después de la diligencia judicial, lo pone con el 56 por ciento de los apoyos, mientras que su competidor más cercano, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, tiene solo 25 por ciento. Por lo que aún parece muy improbable que Trump salga de la carrera por adueñarse de la Casa Blanca, a menos que se dé una milagrosa remontada de sus rivales del partido.
Por ahora, el futuro de Donald Trump parece más que oscuro. En el caso de los documentos clasificados, tendrá que esperar a que se dicten las fechas para presentar su defensa. Además, le esperan investigaciones por el caso de Stormy Daniels, el intentar interferir ilegalmente en los resultados de las elecciones en Georgia, por su papel en el ataque al Capitolio en 2020 y un par de casos civiles más, en los que la repercusión solo sería económica.