Las elecciones que podrían darle una vuelta al mundo en este año no son solamente las de Estados Unidos en noviembre. Este domingo, Taiwán se juega su futuro con China en las urnas, en medio de una escalada de tensiones que podría significar el inicio de un conflicto armado en tierras asiáticas por el control de la pequeña, pero muy armada isla, a la cual el Gobierno de Xi Jinping ha venido prometiendo unificarla al territorio chino desde hace años.

En 1949, China y Taiwán tomaron caminos distintos desde la guerra civil que azotó al gigante asiático. A partir de entonces, la isla se ha considerado una nación independiente, mientras que para Pekín ha sido un asunto de que en cualquier momento tiene que llevarse a cabo la reunificación del territorio insular con el resto del país. En esas han pasado más de siete décadas sin muchos cambios en la situación.

Una de las calles de Sanshia, en Taiwán | Foto: EIGHTFISH

Pero en los últimos años, el Gobierno de Xi Jinping parece estar dando pasos acelerados para tomarse la isla y anexarla a la China continental. Muestra de esto, son las declaraciones que ha dado de cara a las elecciones que se celebrarán en Taiwán, donde asegura que en los comicios los habitantes del pequeño territorio tendrán que elegir entre “guerra y paz, prosperidad y decadencia”.

“La reunificación de la patria es una inevitabilidad histórica”, fue otra de las declaraciones del mandatario chino en tono de advertencia para los habitantes de la isla. Pero la cuestión para el régimen de Pekín es que el gran favorito en las encuestas es Lai Ching-te, un defensor acérrimo de la soberanía propia de Taiwán y que en el pasado se declaró como un “trabajador por la independencia”, lo cual enfureció al Gobierno de Jinping.

Miembros de la banda naval pasan por Narwhal, el primer submarino construido en Taiwán, después de su ceremonia de lanzamiento en Kaohsiung, Taiwán, el 28 de septiembre de 2023. | Foto: REUTERS

Posteriormente, Ching-te bajó la intensidad de su discurso llamando a la unidad y a la concordia entre China y Taiwán, además de comprometerse a mantener el statu quo entre ambos territorios, aunque puso como condiciones cualquier diálogo con Pekín bajo principios de “igualdad y dignidad”. Pero lejos de cualquier pacto, Xi Jinping califica al candidato como un “hacedor de guerra” y “destructor de la paz”.

Las hostilidades hacia los candidatos taiwaneses no cesó ahí. La candidata a la vicepresidencia de Ching-te, HsiaoBi-khim, es una aliada conocida de los Estados Unidos, donde sirvió como enviada del Gobierno de la isla a Washington. China la ha sancionado en dos ocasiones por ser una “secesionista obstinada”. Esto como muestra de la gran enemistad del Gobierno de Xi Jinping con los más opcionados a ganar la elección.

El presidente de China, Xi Jinping. | Foto: AFP or licensors

Durante el mandato de Jinping, las presiones sobre Taiwán han aumentado significativamente, es constante la realización de ejercicios militares cerca a la isla, los acuerdos comerciales han disminuido y las comunicaciones han llegado a un punto en el que únicamente se habla acerca de temas esenciales. Esto, a pesar de que un estudio en 2015 de la Universidad Nacional de Chengchi, el 60,6 por ciento de habitantes de la isla se identificaron como taiwaneses, el 32,5 por ciento lo hicieron tanto como taiwaneses y chinos, y solo el 3,5 por ciento se reconocieron como chinos.

Con esto en mente, pareciera que China está más que dispuesta a iniciar la invasión de Taiwán en cualquier momento, aunque, dicho sea, la isla también está preparada para combatir con fuerzas militares bien equipadas, aunque no hay comparación con el gigante asiático. Todos los ingredientes parecen puestos para que un nuevo conflicto se desate en el mundo. Solo con el resultado de las elecciones y la reacción de Pekín se sabrá el desenlace de esta nueva escalada de tensiones.