La estrategia de las autoridades chinas para reducir a cero los casos de covid-19 ha hecho que aún sigan endureciéndose más las medidas en la ciudad de Shanghái, que ya tiene cerradas todas las líneas de metro y ahora ve cómo también pueden acabar en instalaciones de cuarentena del Gobierno los vecinos cercanos a las familias con contagiados, aunque no hayan tenido un contacto directo.
Los casos de coronavirus, aparentemente, siguen descendiendo -el lunes se registraron 3.426, la cifra más baja desde hace casi dos meses-, pero el presidente chino, Xi Jinping, ha dejado claro en estas últimas semanas que la meta sigue siendo la conocida como política de ‘covid cero’, que implica adoptar medidas drásticas al más mínimo brote.
Shanghái es el epicentro de esta ola de contagios, aunque también en esta megaurbe los datos mejoran y el lunes hubo 3.014 positivos, lejos de los 27.000 que llegaron a registrarse a mediados de abril. En Pekín, por su parte, se registraron 74 nuevos positivos, y continúan los cribados masivos de pruebas de coronavirus.
En algunos barrios de Shanghái, los residentes no pueden salir de casa y se han limitado las entregas a domicilio. También se ha revisado la definición de contacto estrecho, lo que ha llevado a que personas que viven en el mismo edificio de alguien contagiado puedan ser trasladadas a instalaciones de aislamiento oficiales, aunque no compartan siquiera planta, según informaciones de la prensa oficial recogidas por la agencia Bloomberg.
Además, cientos de voluntarios se encargan de desinfectar las viviendas de los enfermos y de todas aquellas personas con las que compartan cocina o baño, algo relativamente habitual en ciertos barrios.
Pekín, nueva ciudad fantasma
Misma situación es la que vive Pekín, en donde millones de habitantes trabajaron desde casa, después de que las autoridades reforzaran las medidas anticovid, dando a la capital china, de 22 millones de personas, una imagen de ciudad fantasma.
China se enfrenta desde hace dos meses al peor brote epidémico desde inicios de 2020. Aunque las cifras de contagios son mínimas respecto al nivel mundial, las autoridades aplican estrictamente la política de “cero covid” e imponen confinamientos en ciudades enteras en cuanto se detectan algunos casos.
Después de Shanghái, la ciudad más poblada del país confinada desde principios de abril, Pekín se encuentra desde hace una semana bajo restricciones de desplazamientos y muchos lugares públicos (restaurantes, cafés, gimnasios...) están cerrados. El lunes, las autoridades limitaron estrictamente el acceso a los servicios no esenciales en el distrito de Chaoyang, el más dinámico y poblado de la capital.
El animado barrio comercial de Sanlitun, en el este de Pekín, estaba desierto el lunes. La tienda Apple, por ejemplo, recibió la orden de cerrar minutos después de haber abierto sus puertas.
“No me siento cómoda con tan poca gente a mi alrededor”, dijo a la AFP una trabajadora de la limpieza llamada Wang, mientras esperaba poder entrar en el restaurante donde está empleada. “Me encargo de la desinfección, no puedo trabajar desde casa”, añadió.
“Todos estamos en hoteles”
La situación sanitaria en la capital es “grave y complicada”, indicó ante la prensa un responsable de la ciudad, Xu Hejian, que instó a los habitantes a no partir de Pekín salvo razón imperiosa. Por otra parte, se exigirán test anticovid de menos de 48 horas para entrar en los lugares públicos, por ejemplo en los supermercados, así como en los edificios de oficinas.
Además, algunos trabajadores en el sector de las finanzas se mudaron a hoteles cercanos a sus oficinas. “Nuestra empresa nos dijo que deberíamos intentar no ir a casa porque creen que hay riesgo en los trayectos”, dijo un gestor de inversiones de Pekín que se mudó a un hotel no muy lejos de su lugar de trabajo.
*Con información de AFP.