A principios del mes de agosto, los servicios meteorológicos chinos anunciaron que la temperatura del país había aumentado el doble de rápido que la media mundial desde 1951, una tendencia que, se espera, continúe.
Ante la falta de agua, China encontró una solución bastante creativa para enfrentar la ola de calor que ha causado fuertes sequías en algunas regiones. Está lanzando al cielo proyectiles cargados con yoduro de plata para sembrar nubes y provocar lluvias artificialmente, según unas imágenes de la televisión pública CCTV.
Para crear una lluvia artificial es necesario que las capas de nubes tengan un grosor de dos a tres kilómetros. El yoduro de plata actúa como una partícula higroscópica (capacidad de absorber la humedad), acelerando el proceso de acumulación de agua, que en un determinado momento caerá en forma de lluvia.
Estas lluvias artificiales han sido un alivio para las regiones del centro y suroeste de China afectadas por una sequía sin precedentes. En la provincia de Hubei se logró registrar una intensa lluvia, un lugar en el que las personas tienen dificultades para acceder al agua potable desde junio y los cultivos se han visto afectados por las altas temperaturas.
Debido a esta fuerte ola de calor, varias provincias chinas ordenaron racionar la electricidad para lidiar con la elevada demanda, provocada parcialmente por el uso generalizado de aire acondicionado. Por ejemplo, las megaciudades de Shanghái o Chongqing ordenaron limitar las luces decorativas y las autoridades de Sichuan limitaron la energía para el sector industrial.
Un gráfico del Centro Nacional del Clima dejó en evidencia que amplios sectores del sur de China, incluidas partes del Tíbet, se encontraban en condiciones de sequía de “grave” a “extraordinaria”.
En la zona más afectada, la cuenca del río Yangtsé, desde la provincia de Sichuan en el suroeste hasta Shanghái en la costa este, viven alrededor de 370 millones de personas y acoge grandes centros industriales, como la megaciudad de Chongqing.
La segunda economía mundial se vio afectada recientemente por temperaturas récord, inundaciones y sequías, unos fenómenos extremos que los científicos aseguran que serán más intensos y frecuentes por el cambio climático.
El sur de China atraviesa su ola de calor más larga y sostenida desde que empezaron a registrarse datos meteorológicos hace más de 60 años. Los expertos señalan que la intensidad, la extensión y la duración de esta ola de calor pueden convertirla en una de las peores del mundo.
Presión alimentaria
El Consejo de Estado de China anunció hace unos días subsidios de 10.000 millones de yuanes (1.450 millones de dólares) para ayudar a los productores de arroz afectados por la sequía que, según las autoridades, supone una “grave amenaza” a la cosecha de otoño.
China produce más de 95 % del arroz, trigo y maíz que consume, pero una caída en la cosecha puede hacer que el gigante asiático recurra a las importaciones y añada presión en un mercado global ya tensionado por la guerra en Ucrania. Las autoridades abogaron por “asegurar el agua potable para la población y garantizar el agua para el riego agrícola”.
Estas regiones también han luchado desde la semana pasada con incendios forestales, exacerbados por las altas temperaturas y la falta de agua. Además, los ganaderos se han visto afectados, y las autoridades de Chongqing prometieron medidas de emergencia para resguardar las granjas de cerdos.
Temperaturas de hasta 45 °C llevaron a varias provincias chinas a restringir el suministro de energía a las fábricas para garantizar el servicio a individuales. Los bajos caudales del río Yangtsé también perturban la producción de las presas hidroeléctricas.
En partes de Sichuan y Chongqing, los pobladores comenzaron a dormir en estacionamientos y estaciones del metro subterráneo en busca de temperaturas más frescas, pues el aire acondicionado les permite evadir las temperaturas abrasadoras del exterior.
*Con información de la AFP.