El mundo fue testigo hace 38 años de uno de los peores accidentes provocado por el hombre que puso en riesgo la existencia humana. Uno de los reactores nucleares de la planta nuclear de Chernobyl, ubicada en Pripyat (Ucrania) estalló el 26 de abril de 1986, el accidente fue catalogado como el peor desastre nuclear en la historia de la humanidad.

Decenas de personas murieron y cientos resultaron afectadas por los efectos de la radiación que se esparció de forma rápida, obligando también a evacuar de manera urgente a la población.

Casi un cuarto de siglo después, Pripyat sigue siendo un pueblo fantasma, nadie puede habitar en un lugar donde la radiación es superior a la que un ser humano puede tolerar y los efectos en el cuerpo son graves: afecta la médula ósea y genera cáncer de tiroides.

En medio de este accidente, que acaparó la atención del mundo y que hoy la planta nuclear cuenta con dos sarcófagos para evitar un accidente mayor, son varias las investigaciones que se han realizado. / AFP) / RESTRINGIDO A USO EDITORIAL - CRÉDITO OBLIGATORIO "FOTO AFP / Imagen satelital 2022 Maxar Technologies" - SIN MARKETING - SIN CAMPAÑAS PUBLICITARIAS - DISTRIBUIDO COMO SERVICIO A CLIENTES - LA MARCA DE AGUA NO PUEDE SE QUITARÁ/RECORTARÁ / LA MARCA DE AGUA NO SE PUEDE QUITAR/RECORTAR | Foto: AFP

Pero, a pesar de que las calles están desiertas, las plantas y los árboles volvieron a crecer en la ciudad, como también la presencia de algunos animales.

En medio de este accidente, que acaparó la atención del mundo y que hoy la planta nuclear cuenta con dos sarcófagos para evitar un accidente mayor, son varias las investigaciones que se han realizado.

Un descubrimiento que abre puertas al futuro

En la Universidad de Nueva York, un grupo de biólogos descubrió algo que podría cambiar el futuro y radica precisamente en Chernobyl.

Se trata de una especie de gusanos microscópicos que no se afectan con la radiación que hay en Zona de Exclusión de Chernobyl (ZEC), que en las zonas más afectadas del edificio del reactor se estimó en 5,6 röntgens por segundo, lo que equivale a más de 20 000 röntgens por hora en una zona de 30 kms en donde está prohibido el ingreso de humanos.

Se trata de una especie de gusanos microscópicos que no se afectan con la radiación que hay en Zona de Exclusión de Chernobyl (ZEC), que en las zonas más afectadas del edificio del reactor se estimó en 5,6 röntgens por segundo. (AP Photo/Efrem Lukatsky) | Foto: Copyright 2021 The Associated Press. All rights reserved

El equipo liderado por Sophia Tintori halló que estos gusanos no tienen ningún daño generado por la radiación, pero esto no significa que la zona sea segura, pues los cálculos de que esta desaparezca se calcula en 10.000 años.

Aun así, el hallazgo da luces sobre la resistencia e ideas sobre mecanismos de reparación del ADN de las personas.

El estudio publicado Science Report señala que este descubrimiento ayudaría a generar nuevos medicamentos para los humanos y “pensar en cómo los individuos responden de manera diferente a los agentes que dañan el ADN en el medio ambiente”, además de tener una visión clara de los factores de riesgo de las personas.

el hallazgo da luces sobre la resistencia e ideas sobre mecanismos de reparación del ADN de las personas. Foto: AFP | Foto: AFP

“Ahora que sabemos qué cepas de Oschieus tipulae son más sensibles o más tolerantes al daño del ADN podemos utilizar estas cepas para estudiar por qué diferentes individuos tienen más probabilidades que otros de sufrir los efectos de los carcinógenos”, indicó Tintori.

Una llamativa especie

Según el informe, estos gusanos, al ser resistentes, son capaces de adaptarse “hábilmente” a condiciones que resultan inhóspitas para otras especies.

Los insectos son de la especie Oschieus tipulae y tienen como característica que son redondos microscópicos y pueden vivir hasta en los cuerpos de otros organismos.

Los gusanos que viven en la ZEC estén libres de daños por radiación, no quiere decir que la zona sea segura. Foto: AFP | Foto: AFP

Además, cuentan con genomas simples, viven vidas cortas, lo que permite que los biólogos pueden estudiar varias generaciones en un corto espacio de tiempo.

Los insectos que analizó el equipo de Tintori fueron recogidos de la ZEC por un equipo autorizado e indicaron que “no hay evidencia de ningún impacto genético del entorno CEZ en los genomas de O. tipulae”.