Mientras que algunas zonas del mundo padecen la inclemente ola de calor, hay otras donde el frío sorprende.
La gélida Siberia, en Rusia, ha sido el escenario de un experimento científico que parece cumplir la fantasía de tantas obras de ficción, como es conservar la vida gracias a temperaturas bajísimas.
El “milagro” fue obra de Anastasia Shatilovich, científica del Instituto de Problemas Fisioquímicos y Bilógicos en la Ciencia del Suelo, de Rusia, quien logró revivir dos gusanos congelados en una madriguera fosilizada en depósitos de limo en el permafrost o capa permanentemente congelada de Siberia.
Los ejemplares pertenecen a la especie de los nematodos y, tras un análisis de radiocarbono del material vegetal se la madriguera, se pudo concluir que estos depósitos inalterados estuvieron bajo congelación entre 45.839 y 47.769 años, es decir, que datan de finales del Pleistoceno.
Luego, los gusanos “resucitados” fueron examinados por científicos de tres instituciones alemanas, el Instituto de Zoología de Universidad de Colonia, el Instituto Max Planck de Biología y Genética de célular Moleculares y el Centro de Biología de Sistemas, ambos en Dresde, y sus conclusiones fueron igualmente interesantes.
Los nematodos siberianos son una nueva especie, nunca descrita antes, bautizada como Panagrolaimus kolumaensis, anunciaron los especialistas.
Se trata de hallazgos muy interesantes para la conservación de la vida y por eso los expertos se dedicaron a observar los gusanos en busca de las vías moleculares y metabólicas que les permiten permanecer en estado latente durante tanto tiempo, un asunto que no terminan de comprender.
En diálogo para la agencia Reuters, el doctor Philipp Schiffer, experto de la Universidad de Colonia, señaló que “es fascinante ver vida de repente, animales vivos saliendo de un pedazo de suelo que ha estado congelado por 46.000 años”.
Yendo al fondo, los estudiosos pudieron establecer que, antes de la congelación, los gusanos pasaron por una deshidratación leve, la cual mejoró su alistamiento para la criptobiosis (estado que consiste en la suspensión de los procesos metabólicos, en la que algunos seres vivos entran cuando las condiciones ambientales llegan a ser extremas).
Así mismo, esa deshidratación aumentó las posibilidades de supervivencia a menos 80 grados centígrados.
Otra característica del proceso realizado por el organismo de los gusanos es que produjo un tipo de azúcar, la trehalosa, “que de alguna manera les ayudó a proteger su ADN y proteínas, mientras estaban en esa etapa de reposo”, expuso el doctor Schiffer, quien participó en los ensayos.
Los estudios de estos pequeños animales apenas comienzan, pero cuando estén más avanzados podrían significar nuevos aportes para el conocimiento de la conservación a medida que cambia el clima en el planeta.
Así, serían posibles logros como “salvar especies en peligro de extinción y pensar en medidas de protección”, comentó Schiffer.
Por tratarse de material biológico poco conocido, no faltan las preocupaciones de que semejantes experimentos pueda acarrear el descongelamiento de organismos patógenos antiguos peligrosos.
Al respecto, el especialista le declaró a Reuters que eso estaba dentro de lo probable, aunque no diría que los gusanos sean portadores de bacterias que sean una amenaza para la vida de los seres humanos.