No es fortuito que Evo Morales haya informado de su renuncia desde Chimoré, municipio de la provincia de José Carrasco, en Cochabamba. Desde que comenzó su carrera política, el departamento de Bolivia se convirtió en una cuna electoral para el indígena aymara que completó 13 años, 9 meses y 18 días como presidente de ese país. En los años ochenta, Morales hizo parte de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia, considerada la más grande organización en representación de los indígenas. Y desde que empezó a escalar como dirigente sindical logró consolidar un fuerte apoyo en las múltiples federaciones cocaleras del trópico de Cochabamba; donde hace pocas horas aterrizó su helicóptero. 

A ese apoyo, Morales le debe su primera elección como diputado en 1997 por el mismo departamento. De ahí en adelante, solo tuvo que hacer las alianzas correctas para llegar a la sede de gobierno en la capital boliviana a comienzos de 2005. Por ende, que el "candidato eterno", como muchos los llaman, haya enviado su mensaje desde ese territorio tiene mucho sentido en medio de la crisis política que atraviesa el país suramericano, pues se cataloga como su fortín. Cuando se conoció que Morales renunció a su cargo, después de unas convulsionadas elecciones, los indígenas cocaleros de la región del trópico cerraron las carreteras que permitían el acceso al aeropuerto para que el recién tildado expresidente llegara junto con al menos ocho de sus colaboradores de gobierno que abandonaron el Palacio Quemado.  Los medios ecuatorianos reportaron que los indígenas instalaron una vigilia en el aeropuerto e, incluso, que han realizado algunos controles motorizados para quienes intentan ingresar a la zona donde se refugia el exmandatario.

"Mi pecado es ser indígena, dirigente sindical, cocalero", dijo Morales cuando renunció. Según él, dejar su cargo es un acto de solidaridad con sus compañeros y fieles seguidores que han sido víctimas de represalias por apoyarlo en su tercera reelección. "Renuncio para que Mesa y Camacho no sigan persiguiendo, secuestrando y maltratando a mis ministros, dirigentes sindicales y a sus familiares y para que no sigan perjudicando a comerciantes, gremiales, profesionales independientes y transportistas que tienen el derecho a trabajar", expresó Morales en su cuenta de Twitter. Aunque muchos celebraron la dimisión de Morales, también lo es que los desmanes se tomaron las calles de varias ciudades en Bolivia tras el anuncio. En La Paz, El Alto y la zona urbana de Cochabamba se registraron incendios, saqueos y ataques a viviendas por aquellos que se oponen a que la presidencia quede en manos de otro candidato que no sea el del Movimiento al Socialismo y por otros tantos, que quieren dar la estocada final a la gobernabilidad de Morales.  Volviendo al arraigo del expresidente en Cochabamba, es claro que los movimientos sindicales de la región seguirán respaldando al líder que por 14 años los representó en el poder, algo que nunca antes se había dado. A esto se suma que Evo Morales ha recibido el apoyo de varios líderes políticos del continente y de Europa, que se aferran a la posibilidad de que vuelva al poder después de los nuevos comisios, ya que consideran que en su caso se cometió un golpe de Estado.

El recién liberado Lula da Silva escribió en su cuenta de Twitter un mensaje en solidaridad a su colega diciendo "Acabo de escuchar que hubo un golpe de estado en Bolivia y Evo Morales se vio obligado a renunciar. Es lamentable que América Latina tenga una élite económica que no sepa cómo vivir con la democracia y la inclusión social de los más pobres". Otro que se pronunció al respecto fue Alberto Fernández, el electo presidente de Argentina, quien le echó la culpa de la renuncia de Morales a un "conjunto de civiles violentos, el personal policial autoacuartelado y la pasividad del ejército". En Bolivia se ha consumado un golpe de Estado producto del accionar conjunto de civiles violentos, el personal policial autoacuartelado y la pasividad del ejército. Es un golpe perpetrado contra el presidente @evoespueblo, que había convocado a un nuevo proceso electoral. — Alberto Fernández (@alferdez) November 10, 2019 Como van las cosas, el rumbo de Bolivia se centra en una dura pelea entre la oposición, liderada por Carlos Mesa y Luis Fernando Camacho  que, según Morales, son "discriminadores y conspiradores" y "pasarán a la historia como racistas y golpistas", y aquellos que se niegan a dejar pasar un mandato que con los años borró con el codo todo lo que hizo con las manos por el pueblo boliviano.