Venezuela sufre la peor crisis política y humanitaria en la historia moderna de Latinoamérica, y el régimen de Nicolás Maduro no va a cambiar de dirección a menos que se vea sometido a una creciente presión de las calles y de sanciones internacionales, sostiene en su editorial The Washington Post, al tiempo que hace un llamado para que países como Colombia intervengan.El editorial, titulado “Cómo descarrilar la nueva dictadura venezolana”, se produce en un momento de máxima tensión en el país vecino, cuando la oposición en el legislativo evalúa este martes la legitimidad de Maduro tras la suspensión del revocatorio, en medio de la incertidumbre en torno a un diálogo con el gobierno anunciado por el Vaticano.A medida que la crisis ha escalado, Maduro se ha mostrado dispuesto a destrozar lo que quedaba del orden constitucional con el propósito de frenar a la oposición, asegura el periódico.El gobierno chavista despojó de sus competencias a la Asamblea Nacional, controlada por la oposición; encarceló a varios líderes opositores; e intentó por todos los medios frenar el proceso para convocar el referendo que podría sacar a Maduro del poder. El golpe de gracia llegó la semana pasada, cuando las autoridades congelaron formalmente el proceso revocatorio, además de posponer un semestre sin razón alguna las elecciones locales y prohibirle a algunos opositores salir del país.La Asamblea Nacional estaba en lo cierto cuando declaró el domingo que Maduro había dado un golpe de Estado, afirma el The Washington Post, y eso debería provocar una reacción consecuente tanto de Estados Unidos como de sus vecinos latinoamericanos.“Recurrir a la cruda represión puede provocar desórdenes: La oposición ha convocado marchas para el miércoles e hizo un llamamiento a los militares para que no intervengan en su contra. Sin embargo, el régimen puede estar calculando que puede aplastar las protestas callejeras, como lo ha hecho en el pasado”, asegura el editorial.“Lo que puede temer más es la acción concertada de sus vecinos, como Brasil y Colombia, así como de parte de Estados Unidos, la cual en virtud de un tratado regional llamado la Carta Democrática Interamericana tiene no sólo la autoridad sino también el deber de aislar y castigar al régimen por haber vulnerado el orden constitucional”.Venezuela, otrora uno de los países más ricos a Suramérica gracias a la bonanza petrolera, ahora sufre una severa escasez de alimentos y medicinas, una de las tasas de asesinatos más altas del mundo y problemas en el suministro de energía como resultado de la desastrosa gestión económica del régimen chavista, recuerda el Post.La estrategia de Estados Unidos para hacer frente a la situación se ha concentrado en promover las negociaciones entre el gobierno y la oposición, pero está claro que ese diálogo no conduce a ninguna parte. Maduro lo aprovecha como una fachada para socavar la democracia, concluye el editorial.“El régimen no va a cambiar de dirección a menos que se vea sometido a una presión mucho mayor, provenga de las calles o de sanciones externas. Si lo desea evitar una agitación aun peor en Venezuela, Estados Unidos debe coordinar duras medidas internacionales”.