La organización Médicos sin Fronteras (MSF) ha pedido este martes una “respuesta eficaz” a la epidemia de sarna en los campos de refugiados rohingyas de la región de Cox’s Bazar, en el sureste de Bangladesh, donde se estima que cerca del 40 por ciento de los migrantes sufren la enfermedad.
La sarna, es una enfermedad normalmente asociada con los perros, pero también es transmisible en humanos. Según describe la Organización Mundial de la Salud es una “infestación parasitaria causada por una especie de ácaro llamado Sarcoptes scabiei var. hominis., Este ácaro microscópico se mete en la piel y deposita huevos” causando varias reacciones en el huésped. Según esta organización, en su estado avanzado puede causar hasta insuficiencia renal.
Los síntomas más comunes según la OMS con: comezón dolorosa intensa, erupciones en la piel, y ampollas. Normalmente esto se desarrolla en la zona de los tobillos, las muñecas y la cintura. Sin embargo, en infantes ―sus víctimas principales― estas pueden aparecer en las palmas de las manos, planta de los pies, el cuello, y el cuero cabelludo.
“La sarna suele transmitirse entre personas a través del contacto próximo (por ejemplo, por convivencia) con la piel de un individuo infestado”, describe la OMS. Además, de que se puede contagiar a través de objetos personales o infestaciones masivas. Por eso, a Médicos sin Fronteras les preocupa la situación de los rohingya, pues el hacinamiento solo empeora su situación.
La cifra, según la MSF, puede alcanzar el 70 por ciento en algunos de los campos dispuestos en la zona, donde se han realizado más de 200.000 consultas médicas para tratar estos casos en el último año.
Estos datos superan ampliamente el umbral del 10 por ciento que marca la Organización Mundial de la Salud (OMS) para poner en marcha la administración masiva de medicamentos y otras medidas urgentes, tal y como ha indicado MSF en un comunicado en el que ha hecho un llamamiento a todos los actores implicados a responder de forma “inmediata”.
El coordinador general de MSF en Bangladesh, Karsten Noko, ha señalado que es “incomprensible que se haya permitido que un brote de sarna dure tanto tiempo, teniendo en cuenta el dolor, el sufrimiento y la falta de dignidad que causa a tantas personas”. “Estamos hablando de personas que fueron obligadas a abandonar sus hogares por persecución y violencia. Viven en campos rodeados de vallas. No tienen estatus legal ni derecho a trabajar”, ha lamentado.
La población rohingya es una de las víctimas más grandes de la segregación, la xenofobia y la migración de la historia. Hay varias hipótesis de la procedencia de esta minoría étnica.
Ellos sostienen que son descendientes de árabes nativos de la región de Rakhine en Myanmar, pero las autoridades de este país, en cambio, afirman que son migrantes musulmanes provenientes de Bangladesh. Lo único cierto es que habitan en esta región desde hace más de 100 años, y que con la independencia de Myanmar, antes Birmania, la situación para ellos se volvió insostenible.
Tal como expresó el coordinador de Médicos Sin Fronteras en Bangladesh, esta población no tiene permitido viajar, casarse o poseer tierras y propiedades. Están relegados a campos de refugiados en su región natal y de vez en cuando Myanmar recrudece las políticas aumentando las olas de violencia en su contra y obligándolos a migrar a países como Bangladesh e Indonesia.
En este sentido, Noko, ha aclarado que estas personas “no tienen más remedio que depender totalmente de la ayuda humanitaria”, que se ve obstaculizada por los “recortes de financiación”.
Por ello, ha pedido “encarecidamente al sector sanitario, a los donantes y a todos los demás actores implicados que desarrollen y pongan en marcha una respuesta integral y múltiple que aborde por fin tanto el tratamiento y la prevención de la sarna a gran escala como las terribles condiciones de agua y saneamiento que han permitido que este brote crezca fuera de control”.