Mickey Barreto, un hombre de 48 años, ocupó una habitación en el Wyndham New Yorker Hotel, de Nueva York (EE. UU.), desde mayo de 2019 hasta septiembre de 2023. Lo que comenzó como una simple estadía se convirtió en una historia rocambolesca en la que Barreto no solo se convirtió en alguien que vivía sin autorización, sino que también se autoproclamó dueño del edificio.
¿Cómo lo hizo? La clave de su plan fue una laguna legal que permite a los ocupantes de habitaciones individuales en edificios construidos antes de 1969 exigir un contrato de arrendamiento de seis meses, incluso si solo pagaron una noche. Barreto, conocedor de esta normativa, aprovechó la oportunidad. Al solicitar el contrato, el hotel se lo negó, pero Barreto no se rindió. Llevó el caso a la corte y, para sorpresa de muchos, ganó la apelación, obteniendo un contrato de seis meses.
Con el contrato en mano, Barreto no se conformó con ser un simple inquilino. Su plan era mucho más ambicioso. Falsificó documentos y los presentó en el Sistema Automatizado de Información de Registro Municipal para transferir la propiedad del hotel a una iglesia, la Asociación del Espíritu Santo para la Unificación del Cristianismo Mundial. De esta manera, pretendía legitimar su posición como dueño del edificio.
Pero Barreto no se detuvo allí. Intentó cobrar alquiler a otros inquilinos, registrar el hotel a su nombre para el pago de servicios públicos y controlar las cuentas bancarias del lugar. Sus acciones no solo eran ilegales, sino que también afectaban a los demás residentes del hotel, quienes se vieron envueltos en una situación surrealista.
Las autoridades no tardaron en actuar. El fiscal del distrito de Manhattan, Alvin L. Bragg Jr., acusó a Barreto de fraude inmobiliario y fue detenido junto a su pareja, quien también habría estado involucrada en el caso. La Iglesia de la Unificación, por su parte, lo demandó por la falsedad de las escrituras, lo que impidió que Barreto se presentara como propietario durante el proceso civil en curso.
La pregunta que surge es si las acciones de Barreto son un caso de estafa o si simplemente aprovechó una laguna legal. El caso aún está en curso y será la justicia la que determine si sus acciones fueron legítimas o no. Sin embargo, este episodio pone de relieve la complejidad del sistema legal y la necesidad de revisar las leyes para evitar que se exploten este tipo de vacíos legales.
La historia de Mickey Barreto no solo es un caso singular, sino que también es un reflejo de la realidad social y económica de las grandes ciudades de Occidente. La falta de vivienda asequible y la especulación inmobiliaria afectan a miles de personas en todo el mundo. Para usuarios en redes sociales, la historia de Barreto puede verse como una expresión de la desesperación, pero también de un criminal sin ningún atisbo de vergüenza.