La Guardia Costera de Estados Unidos confirmó que fallecieron los tripulantes del submarino Titán, que se encontraba en las aguas del Atlántico Norte. Así lo señalaron las autoridades, pues encontraron indicios de que el vehículo había hecho implosión.
“Los restos son consistentes con una catastrófica pérdida de la presión de la cámara”, señaló la empresa propietaria del sumergible.
¿A qué se refirieron las autoridades con la hipótesis de la implosión? Se trata de un fenómeno físico que se da cuando la presión exterior es superior a la interior. En esa medida, se considera que a raíz de la presión del mar sobre el submarino, este colapsó. Si se confirma esa teoría, querría decir que el accidente ocurrió hace varios días y que los tripulantes fallecieron de inmediato.
Desde la mañana de este jueves 22 de junio los pronósticos sobre el submarino se habían vuelto pesimistas, pues preveía que el submarino contaba con oxígeno suficiente para que sus tripulantes soportaran alrededor de 96 horas bajo el agua. Como se perdió el pasado domingo 18 de junio, las operaciones de rescate habían entrado en una fase crítica.
En la mañana de este jueves, un ROV, un vehículo a control remoto, encontró la cola cónica del sumergible en el lecho marino a menos de medio kilómetro del Titanic, explicó el contraalmirante del servicio de Guardacostas John Mauger en una conferencia de prensa.
Poco antes, los Guardacostas indicaron el hallazgo de un “campo de restos”, que debían ser evaluados por los expertos.
Una de las primeras hipótesis, sin embargo, apuntaba, precisamente, a que el oxígeno se había terminado.
Ray Sinclair, un exbuzo de autorización de la Marina Real y veterano de las Malvinas, le había dicho al medio Daily Express US que las probabilidades de que los tripulantes hubieran fallecido eran cada vez más altas.
Sinclair ya ha hecho algunas misiones en submarinos e incluso había participado en una que también hizo una expedición al Titanic.
En esa medida, se consideraba clave que los equipos de rescate encontraran al submarino tan pronto como fuera posible.
La esperanza ya se extinguió
Las comunicaciones con Titán, el nombre del submarino, se perdieron el domingo pasado, dos horas después de que se sumergiera hacia los restos del mítico transatlántico Titanic. Se calcula que la histórica embarcación, que se hundió el 15 de abril de 1912, estaría a unos 4.000 metros de profundidad y a unos 600 km de la isla canadiense de Terranova, en el Atlántico Norte.
La detección de ruidos bajo el agua en la zona de búsqueda en los últimos días había revivido la esperanza de encontrar al sumergible y centró la búsqueda de los barcos y aviones que participan en el dispositivo cerca del pecio del Titanic.
Una decena de naves de varios países (entre ellos Canadá, Estados Unidos y Francia) así como de empresas privadas, y vehículos de control remoto formaron parte del dispositivo internacional de búsqueda.
Otro robot de la empresa de cartografía en aguas profundas Magellan esperaba llegar desde Gran Bretaña en la tarde de este jueves para sumarse al peinado de los fondos marinos.
A bordo viajaban el millonario británico Hamish Harding, quien era presidente de la compañía Action Aviation; el paquistaní Shahzada Dawood, vicepresidente de Engro, y su hijo Suleman; el experto buceador francés Paul-Henri Nargeolet, y Stockton Rush, director general de OceanGate Expeditions, la compañía que opera el sumergible, y que cobraba cerca de 250.000 dólares por turista.
Su fallecimiento ha causado tristeza a nivel internacional, pues la noticia de su desaparición había ocupado la atención de medios de comunicación de todo el mundo.
Ahora vendrán investigaciones para encontrar responsabilidades y evaluar las causas de la tragedia. De hecho, en los últimos días salió a la luz un informe sobre las posibles deficiencias de seguridad de la nave.
El exdirector de operaciones marinas de la empresa fabricante del submarino OceanGate Expeditions, David Lochridge, fue despedido por haber cuestionado la seguridad del Titan, y había dicho en una demanda judicial el “diseño experimental y no probado” del sumergible.
Según Lochridge, un ojo de buey de la parte delantera del aparato fue concebido para resistir la presión a 1.300 metros de profundidad y no a 4.000 metros.
*Con información de AFP.