Randa tiene tres años, pero solo pesa cuatro kilos. La niña sufre malnutrición aguda y está en riesgo de muerte como millones de otras personas en Yemen, un país arrasado por siete años de guerra.
En Al Khadich, un campo de desplazados en la provincia de Hajjah en el norte de Yemen, Randa llora, tumbada en una cama de hierro dentro de una tienda. Para un momento para recuperar el aliento, pero las lágrimas siguen brotando por la falta de comida.
En el país más pobre de la península de Arabia, millones de niños como Randa sufren las consecuencias de una guerra descarnada entre el gobierno, respaldado desde 2015 por Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, y los rebeldes hutíes, apoyados por Irán y en control del norte y el oeste del país, incluida la capital Saná.
“Las medicinas no hacen nada. Su cuerpo sigue siempre igual”, explica a AFP la madre de Randa, Saleha Nasser. “Cada vez que su estado se agrava, nos dicen de llevarla al hospital, pero no tenemos dinero para pagar el transporte”, explica.
En el campo de Al Khadich, más de 2.600 familias viven en tiendas a veces desprovistas de techo, dispersas en tierras áridas, y enfrentadas a una pobreza extrema, al hambre y al difícil acceso a ayuda humanitaria.
Raciones reducidas
La ONU no para de advertir a la comunidad internacional contra un riesgo de hambruna a gran escala que considera como una de las peores catástrofes humanitarias del mundo. Con la caída de fondos y de ayuda internacional, este riesgo no hace más que acentuarse.
Ante el Consejo de Seguridad, el secretario general adjunto de la ONU para Asuntos Humanitarios, Martin Griffiths, advirtió que la falta de financiación de ayuda humanitaria en Yemen era “sin precedentes”.
“Las agencias de ayuda se encuentran rápidamente cortas de dinero. A finales de enero, casi dos tercios de los principales programas de ayuda de la ONU habían sido reducidos o cerrados”, lamentó el diplomático que había sido enviado especial de Naciones Unidas a ese país.
“Jamás en el pasado habíamos imaginado privar de comida a millones de personas hambrientas”, insistió este responsable, estimando que la caída de la ayuda internacional representaba una “condena a muerte” para millones de yemenitas.
A finales de diciembre, el Programa Mundial de Alimentos se vio “forzado” a reducir la ayuda a Yemen “cuando el hambre aumenta”.
“En diciembre, el PMA redujo las raciones alimentarias de ocho millones de personas”, señaló Griffiths. Y a partir de marzo, estas podrían “no recibir comida en absoluto”, alertó.
Imposible dormir
En el hospital de Abs, la principal ciudad de la provincia de Hajjah, el personal se moviliza entre lloros de niños a los que el hambre no permite conciliar el sueño. La sala destinada a pequeños malnutridos solo dispone de una veintena de camas, todas ocupadas.
Según Ahmed Al-Achoual, director del hospital, cientos de niños sufren malnutrición aguda en los campos de desplazados de esta región fronteriza con la rica monarquía saudita. “Llegamos a recibir más de 300 casos por mes. Y estos no son más que los que pueden venir al hospital, porque muchos no tienen los medios”, explica el médico a AFP.
Según el PMA, más de la mitad de la población de Yemen sufre hambre aguda y la mitad de los niños menores de 5 años (2,3 millones) están en riesgo de malnutrición.
Además, 3,6 millones de personas no pueden acceder a agua potable, lo que les expone a un mayor riesgo de enfermedad mortal, según la ONU. Los niños están especialmente afectados por este riesgo.
La guerra que devasta Yemen dejó 377.000 muertos, la mayoría por las consecuencias indirectas de los combates como el hambre, las enfermedades o la falta de agua potable.
*Con información de AFP.