El próximo 5 de noviembre, los estadounidenses acudirán a las urnas en medio de unas elecciones presidenciales que hasta ahora han sido atípicas por donde se vea. Hasta el momento, lo más probable es un inédito segundo round entre el presidente actual, Joe Biden, contra su predecesor, Donald Trump. Pero no es impensable que terminen fuera del tarjetón electoral por los procesos que lleva cada uno con la Justicia norteamericana. Casos que dentro de sus profundas diferencias también tienen similitudes.
En primer lugar, está Joe Biden, actual mandatario y líder del Partido Demócrata, quien un par de semanas después de las elecciones cumplirá 82 años. De ser electo, saldría del poder con 86 años. El presidente norteamericano ya es la persona más longeva en ser elegida en el más alto cargo en su historia. Pero las críticas lo azotan, ya que, más que por su edad, ha sido blanco de críticas por las constantes confusiones y desorientaciones ocurridas en sus apariciones públicas.
Este hecho tuvo como nuevo ejemplo la reciente visita que recibió Biden del rey jordano Abdalá II para hablar sobre el conflicto entre Israel y Hamás, en la que terminó con el regreso de la discusión acerca de su estado mental. Mientras el monarca se preparaba para pronunciar su discurso, el estadounidense se arrastraba detrás de él y del podio, mirando al suelo como si buscara una marca que indicara el lugar adecuado para pararse. El mandatario vaciló entre dos lugares antes de decidirse por la que inicialmente era su primera opción, a la izquierda de Abdalá y frente a la bandera jordana.
Esta no es la primera vez que se ve al actual presidente de Estados Unidos actuando de manera incoherente y confundido con su contexto, pues, en un mensaje que dio la semana pasada, confundió al líder egipcio Abdulfatah al Sisi con el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, cuando hizo referencia a una conversación entre ambos. Curiosamente, ocurrió después de asegurar que no tenía problemas de memoria.
Con esta serie de acontecimientos desafortunados, el Departamento de Justicia cuestionó la agudeza mental de Biden mediante un demoledor informe, caracterizándolo como “un anciano simpático, bien intencionado y con mala memoria”. Sin embargo, a medida que avanza, el documento se vuelve más duro con el presidente, al igual que las reacciones que tuvo este, haciendo hincapié en la extensa lista de errores, confusiones y tropiezos desde que asumió el cargo.
Asimismo, el fiscal especial Robert Hur optará por no recomendar cargos penales contra el presidente, relacionados con su mal manejo de documentos clasificados de la Casa Blanca, en parte porque un jurado podría considerar a Biden como un “anciano con mala memoria”. El mandatario se ve sometido a un escrutinio más profundo en cuanto a su capacidad y desempeño. Esto abre las puertas hacia un posible suceso en el que la candidatura para 2024 esté en manos de lo que dictamine la Justicia de Estados Unidos, que puede hacer más presión para que dé un paso al costado.
Pero si por los lados de Biden llueve, por los de Trump no escampa. El republicano es el segundo presidente más longevo en asumir el poder cuando llegó en 2016. Hoy día está próximo a cumplir 78 años. Además, los problemas de confusión no son exclusivos del demócrata, ya que el magnate confundió a su rival de las primarias Nikki Haley con Nancy Pelosi, la expresidenta de la Cámara de Representantes. Adicionalmente, en redes le recordaron cuando hace unos años confundió los atentados del 11 de septiembre (9-11) con 7-11, una tienda de supermercados.
En todo caso, el gran lío de Trump no es ni siquiera su avanzada edad, sino la impresionante cantidad de procesos judiciales en su contra. En total, al exmandatario se lo acusa de 91 cargos criminales, por lo cual semana tras semana al líder republicano y favorito de las encuestas se lo ve por lo menos en una diligencia judicial rindiendo cuentas.
El grueso de los juicios llegará después de marzo, cuando la Justicia estadounidense siente en el banquillo del acusado a un expresidente por primera vez en la historia, acusándolo de haber intentado alterar el resultado de las elecciones presidenciales de 2020, cuando fue derrotado por Biden. Trump ha alegado por años un supuesto fraude del que nunca tuvo pruebas. También tendrá que responder por provocar el asalto de sus seguidores al Capitolio.
Mientras tanto, los ataques entre ambos candidatos siguen siendo una constante. Esta semana, la polémica se desató luego de que Trump dijera que no ayudaría a los países de la Otan que se retrasaran con sus pagos a Estados Unidos. Aseguró que “alentaría a Rusia para hacer lo que quisiera” con dichas naciones. Tal afirmación provocó la ira de Biden: “Fomentar la invasión de nuestros aliados más cercanos por parte de regímenes asesinos es atroz y desquiciado, y pone en peligro la seguridad nacional estadounidense”. El mandatario tachó el comentario como “estúpido” y “vergonzoso”.
Por ahora, las encuestas son claras. Si las elecciones fueran hoy, Donald Trump sería el segundo presidente de la historia de Estados Unidos en perder la reelección inmediata, pero ganar los comicios que llegaron después, luego de que Grover Cleveland fuera electo en el periodo de 1893 a 1897. Según Atlas Intel, el magnate cuenta con el 43 por ciento de intención de voto sobre el 42 por ciento de Biden.
¿Un as bajo la manga?
En estos momentos, Donald Trump lidera las encuestas sin mucho debate, mientras que Joe Biden queda relegado a un amargo segundo lugar en todos los sondeos. En los casos más amables con el mandatario, está en empate técnico. Por eso, ha hecho que muchos demócratas empiecen a pensar acerca de la posibilidad de que el candidato sea otro, y la llamada por el público parece ser una sola: Michelle Obama.
La ilusión de un liderazgo renovado –una mujer que si bien está ligada a la política también es outsider– suscita expectativa de lo que podría ser una potencial candidatura de la ex primera dama, quien nunca se mostró ajena a los temas del país. Según un sondeo de Atlas Intel, en una virtual elección, Obama tendría 41 por ciento, mientras que Trump quedaría con 39.
Por ahora, la situación no pasa de un deseo dentro de las filas demócratas, ya que Michelle Obama siempre ha mostrado su lejanía hacia un cargo político de tal relevancia. De hecho, en su biografía contó que no quería que su esposo, el expresidente Barack Obama, aspirara siquiera a ser senador en su momento.
Pero el ruido que se está generando de cara a las elecciones de noviembre cada vez suena más fuerte, en un contexto de un país que pide a gritos renovación, pero que si no lo consigue elegirá a uno de los ya, para muchos, malos conocidos.