Hasta ahora todas las acusaciones de mala conducta sexual de Donald Trump se han limitado a acosos de adolescente. Muchas mujeres dicen que las ha tratado de tocar o de besar pero la cosa no ha pasado de ahí. Sin embargo, a un día de la elección aparece por primera vez un testimonio de que el controvertido candidato tuvo efectivamente un ‘affaire’ cuando estaba casado con su actual y tercera esposa, la escultural Melania Trump.Lo curioso de la noticia, publicada por el Wall Street Journal, es que a la pareja de esa aventura se le pagaron 150.000 dólares no para que la contara, sino para que no pudiera contarla nunca. La amante de Trump era ni más ni menos que una de las mujeres más bellas del planeta: Karen McDougal, la conejita del año 1998 de la revista Play Boy.Ella habría tenido una relación con Trump que duró un año, en 2006, de la cual habrían tenido información varios amigos y amigas de ella.Cuando la campaña de Trump vio que había la posibilidad de que ese escándalo saliera a la luz pública contactó a David Pecker, uno de los pocos amigos que tiene Trump en los medios, propietario del tabloide amarillista National Enquirer.Le puede interesar: Ningún escándalo frena a Donald TrumpEste semanario, uno de los más leídos de Estados Unidos, desde hace décadas paga por toda clase de información explosiva. Nada podía ser más explosivo que una prueba irrefutable de adulterio del hombre que podría ser el presidente de los Estados Unidos en pocos días. Pero Pecker, por primera vez en su carrera pagó una suma grande es para que ese cuento no pudiera ser publicado para ayudar a su amigo.Lo que llama la atención son los términos del contrato: “se adquieren por medio de esta los derechos permanentes y exclusivos de la historia del romance de la contratista con un hombre casado”. Aunque no se pone el nombre del magnate, se imposibilita por contrato su venta a otros medios.Teniendo en cuenta que la noticia de la compra de ese silencio salió a la luz pública hace solo dos días, su efecto en la elección presidencial probablemente será poco. Trump negó la aventura sexual y el dueño del National Enquirer negó que hubiera pagado para callar a la ex conejita. Pero el contrato, aunque no tiene el nombre, demuestra lo contrario, y todos los amigos de ella confirman que tuvieron conocimiento de ese amorío hace diez años.Las estándares morales que se le exigen a los candidatos a la presidencia de los Estados Unidos han cambiado mucho los últimos años particularmente desde los episodios sexuales de Bill Clinton en la oficina ovan y desde que salieron a flote fotografías de la esposa de Trump totalmente desnuda. Sin embargo, el adulterio sigue siendo un tema que pesa en las culturas anglosajonas. Y de ahí la necesidad de evitar que ese capítulo de la vida de Donald Trump se conociera.