Sorpresa ha causado en México la difusión de una noticia que reporta la muerte de un menor de seis años, quien falleció en medio de extrañas circunstancias tras haber ingerido, aparentemente, una bebida energizante durante una visita a la casa de su abuela en la localidad de Matamoros.

Según recogen medios internacionales como el Mirror, el hecho tuvo lugar el pasado Sábado Santo, 16 de abril, cuando, al sentir sed, el niño se acercó a la cocina de la vivienda y encontró un vaso donde estaba servida la bebida, que fue reportada por los familiares como una bebida energizante, y tras unos minutos manifestó que había comenzado a sentirse enfermo.

En respuesta a la manifestación de extraños malestares, los familiares del niño, a quien identificaron como Francisco Cervantes, lo condujeron a un hospital local conocido como Alfredo Pumarejo.

Aunque inicialmente, y tras explicar el contexto del malestar, los médicos lo diagnosticaron como una intoxicación, la salud del menor comenzó rápidamente a deteriorarse, y tras quedar en estado de inconciencia, el niño jamás volvió a despertarse ni a reaccionar, por lo que los especialistas declararon su muerte cerebral.

A la espera de una evolución favorable, que permitiera al menor recobrar sus sentidos, los familiares y especialistas mantuvieron al niño hospitalizado en una unidad especializada para mantener sus signos vitales; no obstante, con el paso de los días, y con el visto bueno de los padres, que se negaban a resignarse a la situación de su hijo, el menor fue desconectado de la asistencia que lo mantenía vivo.

Tras conocerse el caso del menor y las extrañas circunstancias que condujeron a su fallecimiento, los especialistas se pronunciaron para prender las alarmas frente a los riesgos que representan la ingesta de las llamadas bebidas energizantes, refiriendo que si bien su consumo, sin las debidas precauciones, podría representar un gran riesgo para los adultos, lo es más para los menores, recordando la composición de dichas mezclas, y su alto y peligroso contenido de azúcares, cafeínas y otras sustancias que “activan” o alteran a las personas.

Sobre el caso de la familia Cervantes también se aclara en medios internacionales que se desconoce si en efecto la bebida ingerida por el niño correspondía a una bebida energética o si, por el contrario, era otra sustancia que encontró servida y no se percató de su peligro dado su estado de sed.

En este mismo sentido, también se desconoce si el niño podría haber padecido alguna enfermedad precedente que hubiese representado un agravante para las reacciones propias de la ingesta de una bebida de ese tipo.

Sobre la ingesta de este tipo de bebidas en adultos, expertos indican que parte de los síntomas asociados al consumo de bajas cantidades se refiere a episodios de insomnio y pausas significativas en el sueño y su tiempo de duración.

No obstante, en la ingesta de cantidades mayores, estas sustancias pueden originar situaciones asociadas a problemas cardiovasculares y hematológicos, así como a escenarios de afectaciones de tipo neurológico y psicocomportamental.

En ese mismo sentido, también es importante advertir que estas bebidas están contraindicadas para mujeres en embarazo y período de lactancia, y en algunos casos, según los componentes, también para niños y jóvenes.