¿Cómo puede un hombre que está preso embarazar a su esposa, en cuatro oportunidades, sin tener relaciones sexuales con ella? Es la pregunta que se hacían los medios de comunicación en Medio Oriente, al conocer la historia de Rafat Al-Qarawi, un hombre pro Palestina, que pasó 15 años en prisión al ser acusado por las autoridades israelíes de ser partícipe de una campaña terrorista.
Sin embargo, más allá de su condena judicial, también le fue prohibido tener visitas conyugales de su esposa, lo que -por supuesto- lo imposibilitaba para procrear hijos con la mujer; pero esto no fue impedimento para, finalmente, lograr su cometido: tener una familia, aún con él en prisión.
La primera sorpresa se dio en septiembre de 2013, en Nablus, Palestina, cuando los medios locales registraron el nacimiento del primer hijo de Al-Qarawi y su esposa, por supuesto, sin el padre en el hospital. Al conocerse la historia, las personas empezaron a sentir curiosidad por la forma en que el hombre pudo embarazar a la mujer sin siquiera tocarle un pelo.
Al ser cuestionado por la situación, el preso político siempre respondía lo mismo: fue por contrabando de semen; estrategia que usó para tener cuatro hijos con su esposa. No obstante, durante su tiempo en prisión, Al-Qarawi no dio ninguna declaración más detallada que pudiera explicar cómo funcionaba su plan.
Así pasaron los quince años de su condena, misma en la que, además de no poder tocar a su esposa, tampoco había podido conocer a sus hijos. Por esto, no es sorpresa que la emoción se apoderara de él en marzo de 2021, cuando fue liberado. Por fin podría conocer a los pequeños que engendró con la mujer.
A su salida, además de abrazar a uno de los pequeños (tal vez el mayor), salió corriendo en busca de su madre, a quien abrazó y besó lleno de nostalgia y emoción. Por supuesto, la escena se propagó rápidamente por las redes sociales, pero más allá del sentimiento generado, las personas seguían preguntándose: “¿Cómo rayos lo hizo? ¿Cómo pudo tener cuatro hijos desde prisión?”.
“Lo primero que se hacía era sacar el semen e introducirlo a un recipiente. El prisionero palestino podía darles a sus familiares una maleta con cinco cosas”, explicó el hombre en una entrevista que ofreció al canal oficial de Palestina, a finales del año pasado.
Dentro de la maleta, por supuesto, iba una bolsa perfectamente sellada que contenía su esperma, la cual había sido expulsada y almacenada minutos antes de una visita.
“Es como ir al supermercado. Usted decide qué quiere entregarle a la familia: galletas, dulces, jugos, lo usted quiera”, añadió.
Asimismo, explicó que para que los guardias no sospecharan nada, usaba como recipiente una bolsa de papas fritas o de galletas, que después volvía a sellar. Si esta tarea quedaba bien hecha, “el guardia israelí no se daría cuenta si había sido abierta antes”. Finalmente, la marcaba con su nombre para evitar cualquier clase de equivocación, la guardaba en la maleta y la entregaba a su esposa cuando lo visitaba.
“Cuando era momento de la visita solo el preso podía tocar la maleta con los objetos y luego su mujer o familiar que la recibía”, dijo.
Por último, indicó que al tener la maleta en su poder, “la familia salía de la prisión con la bolsa e iba al Centro Médico de Razan (para la inseminación)”.
En este lugar, los expertos realizaban una fecundación in vitro (FIV) que consiste en la fecundación de un óvulo con un espermatozoide del padre. Para lograr que el resultado sea perfecto, los científicos se encargan de realizar una superovulación, que consiste en la extracción de una cantidad considerable de óvulos que se puedan fecundar con el esperma del hombre. Finalmente, el óvulo fecundado (embrión) es puesto en el útero para continuar con el proceso natural del embarazo.