La COP26 tuvo unos compromisos locales y globales que dieron espacio a más de un titular. Por ejemplo, el convenio casi mundial de acabar la deforestación para 2030, incluyendo una protección de la selva amazónica brasileña total para 2028. Además, países como Brasil, Argentina e India reforzaron sus objetivos de reducción de emisiones de carbono después de que vivieran serios aumentos.
El gran enemigo en esta edición de la cumbre fue el gas metano, 25 veces más potente que el CO2 y dura hasta 12 años en descomponerse totalmente. Joe Biden, presidente de Estados Unidos, se comprometió a eliminar en buena parte las emisiones de este tóxico gas, responsabilidad que también adquirieron más de un centenar de países para reducir en al menos un 30 por ciento el metano en sus naciones.
En otro de los grandes acuerdos, 50 países prometieron dejar de usar carbón para producir electricidad. Asimismo, cientos de entidades privadas ofrecieron billones de dólares en créditos para la transición energética a energías mucho más limpias con el medioambiente. Sin embargo, la no adherencia de China y Turquía a esta iniciativa provocó críticas a los Gobiernos respectivos.
Por fuera de la cumbre, China y Estados Unidos, dos de los más grandes emisores de carbono en el mundo, lograron un histórico pacto para cumplir los objetivos del Acuerdo de París. “China y Estados Unidos, las dos superpotencias mundiales, tienen que asumir la responsabilidad de trabajar junto con otras partes para luchar contra el cambio climático”, dijo Xie Zhenhua, negociador chino.
Pero, a pesar de estos convenios, múltiples organizaciones ecologistas han manifestado que los logros de la COP26 son insuficientes y poco sólidos para ser cumplidos por las naciones firmantes. “Si este borrador de acuerdo se convierte en el resultado final de la cumbre, la comunidad internacional habrá perdido otra vez la oportunidad de tomar medidas que cumplan con las indicaciones científicas, en un momento clave de la lucha contra la emergencia climática”, afirmó Irene Rubiera, delegada de Ecologistas en Acción, en Glasgow.
Greenpeace, la organización ecologista más importante del mundo, también criticó lo vinculante que pueda tener el informe final de la cumbre. “Este borrador del texto final no es un plan para resolver la crisis climática, es un acuerdo para que todos crucemos los dedos y esperemos que salga lo mejor posible”, dijo en un comunicado el organismo.
La voz crítica más relevante durante las dos semanas de la cumbre fue la de la conocida joven ambientalista Greta Thunberg, quien criticó toda la actividad que se llevó a cabo en Glasgow. “No es un secreto que la COP26 es un fracaso. Debería ser obvio que no podemos resolver una crisis con los mismos métodos que nos llevaron a ella en primer lugar”, declaró la activista.
En síntesis, no se salvó el mundo y parece estar lejos de ello. Si bien se lograron algunos acuerdos importantes, no hubo mayor ambición para que la temperatura global no suba más 1,5 grados centígrados para 2050, la gran petición de los ambientalistas, así como declarar la emergencia global. Se espera que por lo menos los pactos adquiridos se cumplan para alejar un poco al planeta de una calurosa catástrofe.