En la mañana de este viernes se conoció que el Instituto Robert Koch (RKI), organismo responsable del control y prevención de enfermedades en Alemania, clasificó a toda Francia, incluidos los territorios de ultramar, como zona de “alto riesgo” de infección de coronavirus, debido al crecimiento en el número de casos en el país durante las últimas semanas.

Según explicó la entidad, esto significa que la mayoría de viajeros provenientes de Francia deberán hacer un periodo de cuarentena a su llegada el país y, además, presentar un test negativo de menos de 48 horas.

Por su parte, el gobierno francés anunció que tomará medidas más fuertes desde este fin de semana para reforzar los controles en las estaciones de trenes, aeropuertos y carreteras, con el fin de vigilar que se cumplan las restricciones y medidas de seguridad que se han impuesto durante estas semanas, más cuando inicia la Semana Santa, fecha en la que muchas personas aprovechan para visitar a sus amigos y familiares en otras regiones del país e, incluso, en el extranjero.

Cabe mencionar que en los últimos días, Francia ha reportado más de 45.000 casos diarios de coronavirus y cerca de 220 muertes cada día debido al virus, por lo que se han tomado medidas como las cuarentenas estrictas y los toques de queda; mientras que Alemania ha registrado cerca de 22.000 casos en promedio durante los últimos días.

Con relación a esto, la canciller Angela Merkel manifestó que esta podría ser la peor ola hasta ahora y no está descartada la posibilidad de 100.000 nuevas infecciones diarias.

El número de nuevas infecciones confirmadas por coronavirus en Alemania ha aumentado en las últimas semanas, impulsadas por una variante más transmisible del virus conocida como B117 y los primeros pasos para aliviar algunas restricciones de bloqueo.

“Hay señales claras de que esta ola será peor que las dos primeras”, dijo el director del Instituto alemán Robert Koch (RKI), Lothar Wieler, quien instó a la gente a quedarse en casa durante la Pascua. “Tenemos algunas semanas muy difíciles por delante”.

El ministro de Salud, Jens Spahn, dijo en la misma conferencia de prensa que Alemania se encontraba en las etapas finales del “maratón pandémico”, pero advirtió que el sistema de salud del país podría llegar a su límite en abril.

Spahn dijo que el requisito de que todos los pasajeros de las aerolíneas que ingresen a Alemania proporcionen una prueba de coronavirus negativa entraría en vigor a la medianoche del próximo lunes.

También pidió a las autoridades locales que adopten un enfoque más flexible para la vacunación, por ejemplo, ofreciendo dosis de vacuna no utilizadas a cualquier persona mayor de 70 años durante el fin de semana y reduciendo las existencias más rápidamente.

La frustración ha crecido por el lento avance de la vacunación contra el coronavirus en Alemania. Alrededor del 10 % de los alemanes ha recibido al menos una primera dosis, pero esta cifra sigue siendo mucho más baja que en países como Estados Unidos, Gran Bretaña o Israel.

Alemania sin restricciones

La canciller alemana Angela Merkel reconoció esta semana haber cometido “un error” y pidió “perdón” por haber intentado endurecer las restricciones contra el covid-19 en Alemania en la semana de Pascuas, con el cierre de comercios y oficios religiosos.

La tercera oleada epidémica se volvió un viacrucis para la canciller, cuyo partido está en caída libre en las encuestas, hasta el punto de volver a barajar las cartas a seis meses de las elecciones que marcarán el final de sus 16 años al mando de Alemania.

En un discurso, la canciller entonó el ‘mea culpa’. “Un error debe llamarse error y, sobre todo, debe corregirse”. “Este error es únicamente mío”, admitió Merkel, pidiendo “perdón a los alemanes”, antes de acudir al Bundestag, la cámara baja del Parlamento.

La idea del endurecimiento de las medidas por cinco días durante Semana Santa (del 1 al 5 de abril) fue pensada “con las mejores intenciones”, pero “no se puede hacer en un lapso corto”, afirmó. Ante los diputados, la mandataria reiteró sus disculpas y aseguró que confiaba plenamente en su gobierno. Poco antes, Merkel había convocado sorpresivamente a una reunión de crisis a los 16 estados-regiones, dos días después de una cumbre anticovid que cristalizó todos los descontentos.