Desde que estalló la pandemia, los gobernantes tuvieron que imponer una cuarentena obligatoria para aplanar la curva de contagios y no copar la capacidad de los hospitales. Pero la parálisis económica resultante los llevó a reconsiderar esta idea. Ahora los líderes se enfrentan a un dilema aún más complejo: cómo terminar el confinamiento para reactivar gradualmente la economía sin que se disparen los contagios.

Mientras en Estados Unidos no se han podido poner de acuerdo, otros han dado pasos en firme. Alemania y Corea del Sur, por ejemplo, empezaron su proceso. No obstante, la desescalada en estos países ha demostrado el peligro que encierra de enfrentar un repunte de contagios. En Corea del Sur, por ejemplo, registraron el mayor número de casos nuevos en un mes luego de la reapertura. Esto, luego de que un joven positivo por covid-19 asistiera a bares y clubes en Itaewon, uno de los barrios más concurridos de Seúl. A raíz de esto las autoridades decretaron nuevamente el cierre en estos establecimientos e incluso pospusieron una semana más el regreso al colegio de los estudiantes de último año. Los más pequeños volverán hasta el 8 de junio y lo harán por etapas.

En diversas ciudades del mundo, cada vez es más normal ver a las personas salir con mascarillas, gafas de protección y ropa de tela antifluido. La moda ya se toma las mascarillas. Alemania, por su parte, reactivó sus actividades el 6 de mayo. Todos los comercios reabrieron, además de colegios e incluso el campeonato de fútbol de la Bundesliga, una decisión muy criticada por los expertos. De hecho, en Múnich más de 3.000 negacionistas aprovecharon el desconfinamiento para manifestarse contra lo que llamaban el complot del coronavirus, una aglomeración que preocupó a más de uno. Esta reapertura en el país bávaro también tuvo consecuencias, pues reportaron un repunte de casos nuevos. El 6 de mayo el país tenía una tasa de contagio de 0,65, pero con los días ya superó el 1,1, lo que significa que una persona contagia a más de una. Si esta tasa se mantiene, los hospitales colapsarán en octubre, y si aumenta, la fecha llegaría aún más pronto. Merkel ya advirtió que todos deberán regresar a la casa si la tasa de contagio así lo exige.

Italia, Francia y España, los más afectados de Europa, empezaron una desescalada por fases. Italia, el primer país europeo en decretar cuarentena y el tercero con más decesos en el ámbito mundial, empezó la llamada fase 2. En esta regresaron 4,5 millones de italianos a trabajar, especialmente en el sector de manufactura y construcción. Además, las personas ya pueden salir a pasear a pie, hacer ejercicio al aire libre e incluso visitar a sus familiares en la misma ciudad. El 18 de mayo reabrirán restaurantes, bares, museos y peluquerías, aunque algunas regiones menos afectadas ya han adelantado estas medidas. “Las personas estaban dichosas de volver a salir con este clima de primavera y, aunque los parques estaban repletos, todos eran muy conscientes de las distancias. Creo que la gente en este punto ya aprendió que sí o sí nos tenemos que cuidar entre todos”, le contó a SEMANA Vanessa Molina, una colombiana radicada en Turín, Italia. Francia empezó su fase inicial en la que los comercios no esenciales volvieron a funcionar a excepción de bares y restaurantes. Los colegios regresarán a clases presenciales de manera gradual; primero, los más pequeños. Museos y bibliotecas también han comenzado a funcionar en el país. En París y el noroeste de Francia las medidas siguen estrictas, pues son las regiones más afectadas y las personas aún deben portar la declaración impresa en la que explican el motivo de salida. "Las aglomeraciones tardarán en regresar, las mascarillas obligatorias son la nueva moda para salir, y tomar la temperatura será el tiquete de entrada a los lugares". En España, dependiendo del impacto del coronavirus, hay regiones y ciudades en fase 1, mientras otras como Madrid están por ahora en fase 0 o preparación para la desescalada. En esta las personas solo pueden salir a citas odontológicas, médicas, o para ir a la peluquería y barbería, todo con cita previa. Además reabrieron comercios no esenciales de menos de 400 metros cuadrados, lo que ha afectado la reactivación de grandes franquicias.

El Gobierno de Reino Unido, por su parte, dictó unas directrices para abrir todo el país. Pero la reticencia de Escocia, Gales e Irlanda del Norte hizo que algunos comentaran que Boris Johnson solo gobierna Inglaterra. Y la ambigüedad de las disposiciones no ayudó. Nada como antes El regreso a la normalidad podría tardar más de un año y por lo pronto será necesario acostumbrarse a un nuevo estilo de vida. Todos los establecimientos tendrán que cumplir estrictas normas de sanidad para retomar actividades. Las aglomeraciones desaparecerán por un buen tiempo y las mascarillas ya son la nueva moda para salir, además de que son obligatorias. Así mismo, tomar la temperatura se convertirá en el tiquete de entrada para casi todos los lugares.

Algunos restaurantes y bares, por ejemplo, ya han retomado su servicio presencial y todo indica que el plexiglás aparecerá por todas partes. A muchas mesas les están poniendo este plástico en la mitad para proteger a los comensales que están a menos de un metro de distancia. Otros separan cada mesa con cintas de peligro y solo pueden tener una ocupación del 50 por ciento o menos. Los lugares de culto también tendrán estrictos controles y medidas de distanciamiento. En Corea del Sur, por ejemplo, quienes van a las iglesias deben abstenerse de cantar o de decir ‘amén’ por temor a la saliva, y los sacerdotes deben desinfectar sus manos constantemente.

“Ahora todo es tedioso y demorado. Fui al odontólogo y para entrar me dieron unos plásticos para cubrirme los pies, me desinfectaron las manos, me tomaron la temperatura y me hicieron firmar una declaración de que no he tenido covid-19 ni síntomas. En la peluquería también me desinfectaron los zapatos, las manos y entre cada cliente había como dos puestos de distancia”, le contó a SEMANA María Isabel Ojeda desde Madrid. Cada actividad requerirá el doble de tiempo. Antes, para comprar un par de cosas en el supermercado las personas tardaban 20 minutos o media hora; pero ahora, contando la fila para entrar, la desinfección a la entrada, luego otra cola para pagar y finalmente la llegada a casa para desinfectar todo otra vez, pueden sumar hasta dos horas. Por esto las compras online han aumentado. “En los locales pequeños solo puede entrar una sola persona, y en las panaderías dejan una mesa a la entrada para pedir desde afuera y llevarlo a la casa”, contó Molina. La tecnología estará cada vez más presente para evitar el contacto humano. En Seúl, por ejemplo, los robots ofrecen a los clientes los horarios de películas en los cines y les dan indicaciones para llegar a los baños. Además, venden la confitería mediante computadores. Varios restaurantes, cafés o bares ahora exigen el pago por plataformas electrónicas o por tarjeta, sin ningún tipo de contacto.

Los test de covid-19 serán cada vez más usuales. En Wuhan, por ejemplo, donde apareció por primera vez el brote, le harán la prueba a los 11 millones de habitantes para evitar una segunda ola de casos catastrófica. Para que los adultos retomen sus actividades con normalidad, la reapertura de colegios, criticada por muchos y aclamada por otros, será clave. Ahora a los niños les toman la temperatura a diario, los alejan en el recreo y en algunos colegios de China les dejaron como tarea hacer un gorro con un cartón en forma horizontal para mantener la distancia.