El mate, esa infusión que en Uruguay, Argentina y Paraguay es un gesto de bienvenida y una invitación a la charla, se ha convertido en un arma en tiempos de coronavirus. "En la última reunión familiar, mi hermana llevó un mate y no quise tomar con ella", explica Leonel García, un uruguayo de 43 años. "No dejo de tomar mate, porque simplemente no puedo, pero el espíritu congregador, de cercanía, de complicidad, de reunión... lo perdí", añadió García, que desde hace una semana dejó de ofrecer la infusión a sus compañeros de trabajo. Ahora que una de las principales recomendaciones para prevenir el contagio de covid-19 es la distancia social, esta bebida estimulante a base de yerba mate que se toma chupando una cañita de metal (la "bombilla") y se comparte a menudo en ronda, se volvió un peligro.
"Nunca ha habido ningún estudio en nuestros países sobre una costumbre tan ancestral como compartir el mate en cuanto a la transmisión de patógenos", dijo el infectólogo uruguayo Eduardo Savio, coordinador del comité de inmunización de la Asociación Panamericana de Infectología. "Ahora, la medida tiene sentido dado que el virus se encuentra en la saliva. Si usted comparte el mate con otra persona, podría estar aspirando saliva con el contenido del virus y es una forma de infectarse", añade. Habrá que abandonar por un tiempo la costumbre de disertar con la excusa de esta infusión, incrustada en la identidad e idiosincrasia de esos tres países del Cono Sur, a tal punto que todos celebran en distintas fechas el Día Nacional del Mate. "Acostumbrarse y no compartir más" En Uruguay, que tiene el mayor consumo de yerba mate por persona (unos 10 kilos anuales, según datos de la empresa Id Retail) y donde se trata de uno de los elementos más típicos y tradicionales de la sociedad en todos sus estratos, la campaña del ministerio de Salud Pública contra el coronavirus pide no compartir "bombillas". Lo mismo sucede en Argentina, donde las autoridades recomendaron "no compartir el mate, vajilla ni utensilios". En Paraguay, el gobierno advirtió también sobre los riesgos de pasarse el tereré, una infusión de yerba mate que se toma fría, generalmente helada, a diferencia del mate, que se bebe caliente. "Hay que tratar de acostumbrarse y no compartir más", dijo el ministro de Salud paraguayo, Julio Mazzoleni.
Sin embargo, muchos desoyen las advertencias. En Buenos Aires o Montevideo, por ejemplo, hasta el fin de semana podían verse a grupos de jóvenes y adultos compartiendo la popular infusión rioplatense. Y es que en ninguno de los tres países existe la costumbre de tomar el mate solo cuando se está en grupo: hacerlo se considera casi una descortesía. Compartir no es solo una muestra de respeto y cordialidad: es la génesis de estas ceremonias cotidianas.
Se cree, por ejemplo, que el nombre tereré proviene de la palabra castellana "té" y la guaraní "yeré" (ronda) e ilustra el ritual iniciado hace 150 años de tomar la infusión en grupos y por turnos. El antropólogo uruguayo Daniel Vidart escribió en un libro que "detrás del ademán litúrgico de preparar, cebar y tomar mate, hay una concepción del mundo y de la vida... El mate vence las tendencias aislacionistas". El tiempo dirá si esa característica se recupera.