Aún se ve lejos el fin de la pandemia, y los Gobiernos no pueden más. La enfermedad covid-19 los obligó a cerrar fronteras, aeropuertos y lugares públicos, y a detener muchos sectores de la economía. Pero con el paso de las semanas, y ante la inviabilidad de mantenerse confinados más tiempo, se han visto obligados a reactivar el comercio, abrir las escuelas e incluso retomar la vida social. En el continente asiático, donde la covid-19 golpeó con fuerza en febrero, muchos países han vuelto a la normalidad con fuertes precauciones para evitar un repunte de los contagios. Europa, paralizada por la escalada del virus en Italia, España, Reino Unido y Francia, empieza a levantar el confinamiento, aunque consciente de que la amenaza sigue viva. Y en las capitales de América Latina, cuyos países enfrentan el pico de la enfermedad por estos días, ven con atención la efectividad de la reapertura en otras naciones para evitar hacerla prematuramente. Mientras tanto, en Estados Unidos, epicentro actual de la pandemia, la politización del debate y la ineptitud de Trump han conducido a reaperturas desiguales y peligrosas.