Las autoridades italianas enviaron este viernes refuerzos de la policía antidisturbios a una localidad del sur de Italia tras los enfrentamientos entre italianos y la comunidad de migrantes búlgaros por la aparición de un foco de coronavirus. Unas 700 personas, en su mayoría jornaleros búlgaros que trabajan en el sector agrícola, han sido obligadas a aislarse desde el lunes en Mondragone, una localidad a 60 km al noroeste de Nápoles, después de que se detectaran 43 infectados con el coronavirus, por decisión del presidente de la región Campania, Vincenzo de Luca.  Los migrantes, que residen ilegalmente en un complejo de cinco edificios de un barrio popular, violaron la orden de encierro de quince días y salieron a protestar el jueves contra la zona roja, lo que generó tensión con los residentes italianos que respondieron arrojaron piedras y objetos.

Varios vehículos pertenecientes a residentes búlgaros resultaron dañados por los italianos que mostraron las placas extranjeras de los automóviles como un trofeo, según las imágenes transmitidas por la televisión italiana. Otro vehículo fue incendiado durante la noche del viernes, lo que generó más tensión. La policía ha tenido que intervenir en varias ocasiones ya que los habitantes italianos han creado grupos privados para controlar la entrada y salida de la zona roja por el temor a que se propague el virus. "Nadie debe abandonar estos edificios durante 15 días. La policía y el ejército controlarán la zona las 24 horas del día", explicó Di Luca a la prensa local. "Si hubiera muchos casos positivos, ordenaré la cuarentena a toda la ciudad", advirtió.  Por ahora la zona de confinamiento es un bloque de cuatro edificios rectangulares ocres, ocupados principalmente por búlgaros, muchos de los cuales son indocumentados y temen perder el trabajo en el campo por el confinamiento.

En varias regiones de Italia están surgiendo brotes de coronavirus, lo que ha disparado las alarmas. Italia, el primer país afectado por el coronavirus después de China, con casi 35.000 decesos, la mitad en el norte de la península. Las autoridades sanitarias siguen manifestando su preocupación sobre una segunda ola de contagios en la península, debido a que la población parece haber perdido el miedo a la pandemia y hace caso omiso de las precauciones. Los jóvenes son los que menos respetan las medidas de distancia física, lo que preocupa al Gobierno de que acabe propagando el virus a abuelos y padres. "Eso puede ocurrir en unos meses, en el otoño", advirtió Walter Ricciardi, del comité técnico que asesora al Gobierno.