Para Mohammed Shamim la muerte era hasta ahora solo un oficio. Pero con la pandemia de coronavirus, este sepulturero de Nueva Delhi siente un frío glacial en su espalda cada vez que llega al cementerio un nuevo coche fúnebre. "Sepulto a los muertos desde hace dos décadas. Pero hasta ahora, nunca antes había temido por mi propia vida", señala a la AFP este indio de 38 años, tocado con una gorra, con las manos enguantadas y un frasco de gel hidroalcohólico en un bolsillo de su túnica.

La capital india es uno de los focos de la epidemia viral en este país de 1.300 millones de habitantes y aunque los balances limitan a casi 150 los decesos en la megalópolis, medios de prensa sobre la base de decesos sospechosos, sugieren que la cifra real podría triplicarse hasta unos 450. En el cementerio musulmán Jadid Qabristan Ahle, donde trabaja Mohammed se han enterrado 115 cadáveres en el área reservada a casos confirmados o sospechosos de covid-19, ubicada a unos 200 metros del resto de las tumbas, según cuenta el hombre. 

Hasta su familia, que ha sido de sepultureros durante tres generaciones, ha comenzado a inquietarse por su trabajo, por miedo a que Mohammed se infecte y, a su vez, les contagie la enfermedad. Para reducir los riesgos, envió a sus cuatro hijas a casa de sus padres para no mantener contacto con ellas. "Están asustados. A veces les miento diciéndoles que no toco los cuerpos", comenta. Bolsas de plástico  Shamim recibe una llamada aproximadamente una hora antes de la llegada de un coche fúnebre. A partir de ese momento, el nerviosismo aumenta. Prepara a los deudos, pidiéndoles que se pongan los monos protectores, guantes y una mascarilla durante el entierro. Finalizadas las plegarias, la familia introduce en la tumba los restos, por lo general envueltos en una sábana o en una bolsa de plástico. Luego, arrojan sus equipos de protección en la propia fosa, y un bulldozer la rellena con tierra. Pero, algunos cadáveres de víctimas de covid-19 llegan al lugar sin parientes para ayudar en el entierro, lo que obliga con frecuencia al sepulturero saltarse las órdenes de mantenerse a distancia.

"La gente simplemente se niega a ayudar en el entierro. ¿Qué puedo hacer?, debo ir", señala, describiendo escenas "desgarrantes", como la sepultura de un hombre con la única presencia de una mujer y un niño pequeño. En otro sepelio Mohammed tuvo que proveer de guantes a un pequeño grupo de personas que llegó con bolsas de plástico como toda protección. Pero, solo encontró dos pares, por lo que entregó un solo guante a cada una de las personas que depositaron al cadáver en la fosa. "Entiendo que nunca es fácil enterrar a sus muertos, pero hay familias que no respetan las reglas en absoluto", explica.  Paranoia  El sepulturero está tan preocupado ante la posibilidad de contraer el coronavirus, que se ha hecho testear en dos ocasiones, a pesar de su bajo salario. Ha recibido ayuda del comité de administración del cementerio y de las autoridades municipales, pero afirma no contar con el menor apoyo del gobierno. "Soy demasiado insignificante para que se preocupen por mí", se lamenta.

En tanto el balance de coronavirus aumenta en Delhi, Shamim constata con preocupación los signos más leves de su cuerpo, intentando detectar posibles síntomas. ¿Su respiración es diferente? ¿Siente dolor de estómago? "Siempre me sentí seguro frente a los muertos y vulnerable ante el mundo exterior. Ahora, por las noches tengo problemas para conciliar el sueño", apostilla. *Con información de AFP