“Fui testigo del 9/11 y pensé que sería lo más fuerte que tendría que vivir en mi vida. Pero ahora, pensar que esta crisis superará el número de muertes del atentado a las Torres Gemelas está más allá de mi capacidad de entenderlo, a decir verdad”. Estas palabras del gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, dichas cuando lo peor de la pandemia llegaba a la gran metrópoli, la refrendarían hoy muchos de sus habitantes. No pensaban ver algo peor que la tragedia de los 3.000 muertos que dejó el derribamiento de los dos emblemáticos edificios, pero lo vieron. Este estado se convirtió en el epicentro del coronavirus en Estados Unidos y tiene incluso más casos que países enteros. Según el último reporte oficial, el estado registraba 377.316 contagiados y 24.212 muertos. En los últimos días, sin embargo, la situación ha venido mejorando. Cuomo anunció el fin de semana que habían registrado el menor número de hospitalizaciones y muertes desde el inicio de la emergencia.
En las semanas más críticas alcanzó un récord de más de 18.000 personas hospitalizadas y cerca de 800 muertes en un solo día. Este sábado, no obstante, las cifras fueron de 2.603 y 35, respectivamente.
El Estado le entregó al metro de Nueva York (MTA) cerca de un millón de mascarillas, 25.000 galones y 500.000 frascos de antibacterial para proteger a los viajeros. Foto: AP. Si bien todavía no se puede cantar victoria, es claro que el panorama es mucho más alentador que el de hace unas semanas cuando el coronavirus no daba tregua. En consonancia con las nuevas cifras, el gobernador Cuomo, quien a diferencia de Donald Trump impuso cuarentena y estrictas medidas para mitigar la propagación del virus, decidió empezar a relajar las medidas este lunes. La ciudad será una de las últimas en reabrir y lo hará por fases. Cerca de 400.000 personas salieron a trabajar en los sectores de manufactura, construcción, agricultura, almacenes mayoristas y algunas tiendas minoristas fueron autorizadas para atender desde la puerta o solo para que los clientes recojan el pedido, por ahora.
No obstante, no fue como en otros países y ciudades en donde inmediatamente todas las puertas y rejas se abrieron para empezar a recuperarse de tan aterradora crisis. Por el contrario, muchas personas dueñas de negocios prefirieron no abrir. Unos decidieron que no valía la pena hacerlo en esta primera fase, especialmente minoristas que les parece un desgaste abrir solo para que el cliente vaya a recoger en la tienda. Otros dijeron que la esencia de su negocio no es atender desde la puerta y esperarán a la fase 2. En esta las personas ya podrán salir a restaurantes, los clientes tendrán permitido entrar a las tiendas para mirar los productos y algunos trabajadores volverán a las oficinas. Otros comerciantes no abrieron por miedo a las protestas contra el racismo y otros simplemente no pudieron hacerlo porque los vándalos aprovecharon las protestas para hacer desmanes y dejaron casi destruidos los locales. Varios tuvieron que poner tablas de madera en las ventanas rotas mientras logran arreglarlas. Nueva York incluso iba a estar en toque de queda hasta este lunes, pero Bill de Blasio, alcalde de la ciudad, decidió levantarlo el domingo porque las protestas se habían calmado sustancialmente. Por otro lado, aunque las cifras de contagios y muertes han disminuido notablemente, hay expertos que creen que la reapertura puede resultar peligrosa, especialmente después de las multitudinarias protestas que alcanzaron a reunir a cerca de 20.000 personas. Dicen que muchos positivos asintomáticos pudieron asistir a las manifestaciones para pedir justicia por la muerte de George Floyd y contagiar a miles más. Esto se sabrá en dos semanas aproximadamente y si se da un rebrote, se podría frenar la reapertura.
La muerte de George Floyd desató multitudinarias protestas que preocupan a más de uno. Los expertos creen que un repunte de contagios se podría producir en próximas semanas como consecuencia de ellas. Foto: AP. Una preocupación adicional son los sistemas de transporte público, pues —aunque el alcalde Blasio permitió el transporte en carro— muchos no lo pueden hacer. El metro de Nueva York (MTA), por ejemplo, idealmente deberá funcionar con menos del 50 % de su capacidad. Asimismo, el estado entregará casi un millón de mascarillas y cerca de 25.000 galones y 500.000 frascos de dos onzas de antibacterial a la MTA para su reapertura.
“La gente todavía tiene que mantenerse alerta y seguir todas las precauciones y pautas necesarias porque si las mediciones empiezan a cambiar, la reapertura tendrá que reducirse”, advirtió Cuomo.