El coronavirus ha hecho que la forma de vida a la que el ser humano estaba acostumbrado se transformara. Para muchos, el coronavirus es una guerra en la que se está combatiendo contra un enemigo que no se ve, pero que está presente.
La realidad parece ficción. El miedo se ha esparcido, dejando a su paso grandes preguntas. ¿Cómo será el mundo luego de la pandemia?, ¿El ser humano cambiará sus formas de vida?, ¿Las medidas actuales están siendo las correctas?, ¿Cambiará la consciencia colectiva?
Frente a estos dilemas, los grandes pensadores han reflexionado y compartido sus deliberaciones. El filósofo, psicoanalista, sociólogo y crítico cultural esloveno Slavoj Žižek, fue uno de los primeros en hacerlo. De acuerdo con sus palabras, que se encuentran consignadas en la cadena de televisión internacional RT, la epidemia es “una señal de que no podemos seguir como hasta ahora, de que se necesita un cambio radical”. El filosófo explicó que el ensayista y politólogo Fredric Jameson habló, hace unos años, sobre el “potencial utópico en las películas sobre una catástrofe cósmica”, explicando que una amenaza mundial abre las puertas a la solidaridad, restándole importancia a las pequeñas diferencias que evitan el trabajo mancomunado para encontrar una solución. “No se trata de disfrutar sádicamente de un sufrimiento generalizado en la medida en que ayude a nuestra causa; al contrario, se trata de reflexionar sobre el triste hecho de que necesitamos una catástrofe que nos haga capaces de replantearnos los rasgos básicos de la sociedad en la que vivimos”, dice Žižek.
Frente a la posibilidad de que la epidemia retroceda de forma rápida, esperando al pico para luego regresar a la vida normal, Žižek aseguró que lo primero que hay que entender es que la amenaza llegó para quedarse. “Incluso si esta ola retrocede, reaparecerá en nuevas formas, tal vez incluso más peligrosas”, dijo. Por esto, podría esperarse que las epidemias virales afecten directamente “nuestras interacciones más elementales con otras personas y objetos a nuestro alrededor, incluyendo nuestros propios cuerpos: evitar tocar cosas que puedan estar (invisiblemente) sucias, no tocar ganchos, no sentarse en los asientos de los inodoros o en los bancos públicos, evitar abrazar a las personas o estrechar sus manos”. Yuval Noah Harari, escritor e historiador israelí, explicó en un texto originalmente publicado por The Financial Times, que las decisiones que los gobiernos tomen en los próximos días darán forma al mundo en los próximos años. Para el autor es crucial pensar en las consecuencias a largo plazo que tendrán las medidas que se están tomando en la actualidad. “Sí, la tormenta pasará, la humanidad sobrevivirá, la mayoría de nosotros todavía estaremos vivos, pero habitaremos un mundo diferente”, dijo.
Para Harari, en época de crisis nos vemos enfrentados a dos opciones de gran relevancia: “la primera es escoger entre la vigilancia totalitaria o el empoderamiento de los ciudadanos. La segunda es elegir entre el aislamiento nacionalista o la solidaridad global”. El autor resalta además el peligro que representan las tecnologías de vigilancia sobre la población, con relación al coronavirus. Harari explica que ninguna de las personas es consciente de cómo se le vigila exactamente, y para dar luces sobre el avance de las tecnologías de vigilancia pone como ejemplo el caso de China. En el país asiático estas herramientas, que están siendo utilizadas para hacer frente al coronavirus, comprenden la vigilancia de los teléfonos inteligentes, el uso de una gran cantidad de cámaras de reconocimiento facial y la obligación de dar cuenta de la temperatura corporal y del estado de salud.
Byung-Chul Han, el filósofo surcoreano, asegura que el coronavirus está poniendo a prueba nuestro sistema. De acuerdo con sus palabras, consignadas en el diario El País de España, el nuevo covid-19 ha generado pánico porque “hemos estado viviendo durante mucho tiempo sin enemigos”, explicando que la guerra fría terminó hace muchos años y que incluso el terrorismo islámico parece haberse movido a zonas apartadas. Para el filósofo, otros de los motivos del pánico que acecha a la sociedad está relacionado con la digitalización. Esta "elimina la realidad. La realidad se experimenta gracias a la resistencia que ofrece, y que también puede resultar dolorosa. La digitalización, toda la cultura del “me gusta”, suprime la negatividad de la resistencia”. Asimismo, agrega que “en la época posfáctica de las fake news y los deepfakes surge una apatía hacia la realidad. Así pues, aquí es un virus real, y no un virus de ordenador, el que causa una conmoción. La realidad, la resistencia, vuelve a hacerse notar en forma de un virus enemigo. La violenta y exagerada reacción de pánico al virus se explica en función de esta conmoción por la realidad”.
El doctor en sociología del derecho Boaventura de Sousa Santos asegura que “una pandemia de esta dimensión causa justificada conmoción en todo el mundo”. De acuerdo con su texto, publicado en Página 12, la pandemia está empeorando una situación de crisis a la cual la población mundial ha estado sometida desde hace unos 40 años. “En muchos países, los servicios de salud pública estaban hace diez o veinte años mejor preparados para hacer frente a la pandemia que en la actualidad”, explica. “La situación es muy grave. Y no hay credibilidad en la afirmación de que el virus se propagó deliberadamente”, dijo Noam Chomsky en una entrevista en el diario italiano Il Manifesto. Para el lingüista, filósofo y politólogo, hay tres problemas que enfrenta el mundo frente a la pandemia: “No tenemos ni idea de cuántos casos hay realmente”, “el asalto neoliberal ha dejado a los hospitales sin preparación” y que “esta crisis es el enésimo ejemplo del fracaso del mercado, al igual que lo es la amenaza de una catástrofe medioambiental”.