Mientras algunos países empiezan a abrir las escuelas tras semanas de confinamiento, todavía pesan incertidumbres científicas sobre los efectos de la covid-19 en los niños, en especial sobre su capacidad para transmitir la enfermedad. Los riesgos "Hay tres cuestiones clave: el nivel de infección de los niños, la gravedad de quienes enferman y la transmisión. Pero solo para la segunda tenemos datos sólidos", resume Russell Viner, presidente del Colegio Real de Pediatría Británica. Y la conclusión es que las formas graves de la covid-19 y los decesos son excepcionales entre los más pequeños. Según el sitio británico de pediatría Don‘t Forget the Bubbles (DTFB), los niños representan alrededor de 1 % de los casos críticos en el mundo, con "solo un puñado de decesos".
Nivel de infección La OMS juzga que "los niños y adolescentes son tan susceptibles de infectarse como cualquier otro grupo de edad". Sin embargo, los casos pediátricos diagnosticados en el mundo representan solo entre 1 y 5 % del total, según la agencia Santé Publique France, que justifica esta cifra en el hecho de que los niños presentan pocos o ningún síntoma y, por lo tanto, son más difíciles de diagnosticar. Otros expertos apuntan en cambio a que estos son menos susceptibles de contagiarse con la covid-19, especialmente los menores de 10 años. Basándose en tests realizados masivamente en países como Corea del Sur e Islandia, dos especialistas en pediatría, Alasdair Munro y Damian Roland, estimaron en el sitio DTFB que "cada vez es más probable que haya menos niños infectados" que adultos.
¿Vectores de la epidemia? Si bien al principio se creía que los niños eran vectores importantes del SARS-CoV-2 por analogía con otras enfermedades virales como la gripe, varios estudios apuntan lo contrario. Por ejemplo, está el caso de un niño de 9 años en Francia que estuvo en contacto con 172 individuos, sin contaminar a ninguno. En cambio, transmitió otros virus que había contraído, como la gripe. Paralelamente, un estudio alemán conducido por el virólogo Christian Drosten, consejero de Angela Merkel, concluyó que los niños infectados tienen una carga viral comparable a la de los adultos y "podrían ser igual de contagiosos".
Pero otros científicos como Alasdair Munro y el epidemiólogo suizo Leonhard Held cuestionaron su metodología y la conclusión del estudio. Los niños podrían además ser menos contagiosos debido al hecho "de que no tienen síntomas y no tosen", según el experto francés Arnaud Fontanet, quien como otros científicos en el mundo lleva a cabo un estudio en escuelas para verificar estas hipótesis. ¿Una nueva enfermedad inflamatoria? Varios países como España, Francia, Reino Unido y Estados Unidos informaron recientemente de unas decenas de casos de niños aquejados de una enfermedad inflamatoria cuyos síntomas se parecen a la enfermedad de Kawasaki, un mal raro. Algunos dieron positivo a la prueba de covid-19. Los síntomas son fiebre alta, dolores abdominales, problemas digestivos y erupciones cutáneas, seguidos en algunos casos de un problema cardiaco.
Médicos británicos que analizaron los ocho primeros casos observados en Londres escribieron en la revista médica The Lancet que podría tratarse de "un nuevo fenómeno que afecta a niños que no mostraban síntomas y para quienes la infección del SARS-CoV-2 se manifiesta como un síndrome hiperinflamatorio". Los niños afectados responden en su gran mayoría de manera positiva a los tratamientos. La reapertura de escuelas Los científicos están divididos sobre la conveniencia de reabrir las escuelas. En Italia, el Instituto Superior de Salud cree que esto reactivaría la epidemia de manera "inmediata". En España las escuelas permanecerán cerradas hasta septiembre, salvo para casos particulares. En cambio, Alemania, Dinamarca y Francia las reabrirán con las medidas de distanciamiento social oportunas. Estos países estiman en particular que los beneficios sociales de un regreso a la escuela superan los riesgos sanitarios. El regreso a la escuela en Europa "revelará el impacto de su cierre y reapertura" sobre la epidemia, según Keith Neal, profesora emérita de epidemiología de enfermedades infecciosas de la universidad inglesa de Nottingham.